Crimen.
El Jubilado y otras historias de rendición. Guiones: Guido Barsi.
Dibujos y portada: Santiago Miret. Noir Ediciones. Argentina, octubre
de 2023.
Un
policía veterano, con el rostro de Bruce Willis, a punto de
jubilarse. Un ex-boxeador metido a detective privado. Un marido
atrapado en un pacto tenebroso y siniestro. Los tres protagonistas de
los tres relatos cincelados con dedicación y detalle por Guido Barsi
y Santiago Miret en este álbum abismal y desangelado, como la
vertiente del policial al que adscribe.
Los
autores saben que la novela negra le cabe a la Argentina como anillo
al dedo. La rendición a la que alude el subtítulo, al igual que la
redención a la que parecen aspirar los personajes, traza el círculo
de baba y sangre que estas pequeñas tragedias reclaman y exigen.
Dramas humanos de corte íntimo y vuelo bajo, aunque se la pasen
coqueteando con fuerzas humanas (y sobrehumanas) mucho más allá de
su alcance y control.
Episodios
de época y contemporáneos, básicamente urbanos y sórdidos, donde
el amor y la violencia copulan libremente con el placer y la muerte.
El universo de Crimen. El Jubilado y otras historias de rendiciónestá
habitado por canas y dealers, idealistas y corruptos, víctimas y
victimarios del sistema, aunque
nunca termine de quedar en claro quién es quién. Sobre todo porque
la irrupción de la Mujer,
siempre, termina desencadenando la
venganza y el
vertiginoso salto a la traición.
Apelando
a una poesía sórdida y marginal, oscura y desencantada, Barsi y
Miret dividen las aguas entre el delito y el crimen, entre el hecho
fáctico y la coyuntura ético-moral que lo promueve y concreta.
Pareciera
que no les importa tanto
hablar de lo que pasa (o de como se lo lea), sino de la experiencia
íntima que implica ese tránsito. Una aproximación fenomenológica
a la precariedad emocional que revela los horrores de una sociedad,
medida a través de los deseos individuales. El verdadero poder de
estas narraciones, entonces, queda colocado en los imaginarios que se
juegan, en la
carga simbólica que destilan, en el claroscuro que ponen sobre la
mesa. Como si uno tuviera acceso al eco existencialista que reverbera
detrás de las decisiones que se toman en estas páginas. Y
escuchara, atónito, la demoledora confesión del trauma: La
inocencia es sólo una etapa transitoria.
Aquaman
y el Reino Perdido. Director: James Wan.
Protagonistas:
Jason Momoa (Arthur Curry / Aquaman), Patrick Wilson (Orm Marius /
Amo del Océano), Randall Park (Dr. Stephen Shin), Amber Heard
(Mera), Yahya Abdul-Maleen II (David Kane / Black Manta), Temuera
Morrison (Tom Curry), Nicole Kidman (Atlanna), Dolph Lundgren
(Nereus), Indya Moore (Karshon) y Vincent Regan (Atlas), entre otros.
Guionista:
David Leslie Johnson-McGoldrick, sobre una historia de James Wan,
David Leslie Johnson-McGoldrick, Jason Momoa y Thomas Pa’a Sibbett.
Basado en personajes y situaciones creadas por Mort Weisinger, Paul
Norris, Bob Haney, Nick Cardy, Jack Miller, Ramona Fradon, David
Michelinie, Jim Aparo Peter
David y Esteban Maroto,
entre otros, para DC Comics. DC Studios / Atomic Monster / The Safran
Company. EE.UU., 2023. Estreno en la Argentina: 20 de diciembre de
2023.
Segundo
largometraje en solitario del Rey de los Siete Mares y, por esas
cosas de la (re)programación permanente de las películas
superheroicas, Aquaman y el Reino Perdido (Aquaman and the Lost
Kingdom) tiene el raro privilegio de cerrar la saga del paladín
subacuático y del Universo Extendido de DC en su conjunto. Es
cierto que no hay nada particularmente relacionado con esta doble
condición; y es cierto también que ello no influye en el resultado
final de la aventura.
A
nivel argumento, se me hizo bastante pobre. No porque le falten
vueltas de tuerca a la trama (de hecho, me parece que le sobran un
par), sino porque parece un compendio de situaciones y
características ya vistas en otras licencias. Algunas, de hecho, más
de una vez. En la Aquaman anterior (obvio), pero también en las
sagas de Thor, Conan, James Bond, las pelis de James Cameron y algún
que otro clásico de la ciencia-ficción exprimido hasta el cansancio
en los Sábados de Súper Acción, principalmente aquellos firmados
por Mario Bava y Ray Harryhausen.
Esta
obsesión por las citas, principalmente las sesentistas, permiten el
lucimiento más importante del apartado visual. La identidad retro de
los escenarios, la tecnología, la relación entre los personajes y
la narrativa en general, marcan el pico creativo más alto de la
producción, esmeradísima a la hora de incorporar el imaginario
comiquero del Aquamán (así, con acento en la última a) leído en
las mexicanas de Novaro, principalmente el hipocampo Tormenta, el
pulpo Topo y la saga del asesinato del Aquabebé a manos de Black
Manta.
Manteniendo
el tono de comedia de la primera entrega, la secuela cambia el
registro romántico por el de la buddy movie, razón formal por la
cual el Amo del Océano pasa tanto tiempo en cámara y Mera tan poco.
Navegando entre Julio Verne y H.P. Lovecraft, la película incorpora
el género terrorífico con pautas que apuntan a una cosmogonía
ancestral prehumana, pero que termina diluida en un puñado de
zombies más coléricos que otra cosa. Una Isla Misteriosa sin
sorpresas, unos Swimming Dead sin personalidad.
En
cambio, sí me resultó muy interesante la raíz natural que
desencadena el fenómeno sobrenatural que pretende sostener el
metraje un tanto estirado. El film de terror del que habló el
director James Wan en los medios, se corre de los monstruos y los
demonios con pose de malos muy malos, para detenerse en los efectos
apocalípticos del cambio climático y las causas humanas (y
atlantes) que lo vienen provocando. Si el nuevo universo
cinematográfico de DC se anima a profundizar esta veta, me parece,
las cosas podrían mejorar. Mucho. Así
como no hace falta leer antes la precuela oficial, tampoco es
necesario quedarse
hasta el final. En el chiste intertítulos de cierre, se termina
todo.
Aquaman
and the Lost Kingdom Special. Guionistas: Tim Seeley, Joey Esposito,
Ethan Sacks. Dibujos: Miguel Mendonca, Ray-Anthony Height, Scott
Eaton y Norm Rapmund. Color: Andrew Dalhouse, Eren Angiolini, Tony
Aviña. Letreado: Wes Abbott, Josh Reed, Carlos M. Mangual.
Portadistas: Ivan Reis, Danny Mikki y Brad Anderson, Jim Cheung y Jay
David Ramos, Belén Ortega y Arif Prianto. Editor: Michael McCalister.
DC Comics. EE.UU., diciembre de 2023.
Última
precuela en formato cómic para la última película del Universo
Extendido de DC. Como en los casos anteriores (Superman, Mujer Maravilla, Black Adam, Flash),
la lectura de estas páginas puede parecerle
entretenida a alguien,
pero de ninguna manera (estimo)resultará
de
consumo imprescindible antes de sentarse en la sala a oscuras y ver
Aquaman y el Reino Perdido (Aquaman and The Lost Kingdom), que
se ocupará de contar aquello que aquí se cuenta. A su manera y en
sus tiempos, por supuesto, de acuerdo con el nivel de relevancia que
le otorgue a estos contenidos.
¿Los cameos que no están en el film?
Que
son tres historias, dedicadas a cada uno de los personajes que van a
ser protagonistas cuasiabsolutos del film: Arthur Curry / Aquaman,
David Kane / Black Manta y Orm Marius / Amo del Océano,
respectivamente el héroe, el archivillano y el antagonista redimido.
Tres equipos creativos para tres enfoques intimistas
que continuarán directamente en el metraje a cargo del
director James Wan. Como ninguna
aporta información decisiva o desconocida para el público que sigue
la saga, las tres comparten una narración en primera persona que,
por lo menos, agrega una perspectiva individual al relato colectivo
que se desandará en el cine. Para que quede claro que lo que pasa
entre estas tapas es la percepción íntima (¿sesgada?) de los
eventos que se relatan. Por si a último momento, las idas y vueltas
que marcaron la producción audiovisual termina modificando las cosas
hasta hacerlas irreconciliables.
¿La razón tras la ausencia de Vulko?
Porque
sin haber visto la película, me da la sensación de que este Aquaman
and the Lost Kingdom Special está dedicado a tapar los baches que
dejaron los cambios que ya se le hicieron a la aventura
cinematográfica. El reclutamiento forzoso de la nueva tripulación
de Black Manta, las penurias carcelarias del Amo del Océano, las
razones tras las ausencias de Willem Dafoe como el visir Vulko y los
cameos de otros miembros de la Liga de la Justicia,
por
poner algunos ejemplos.
¿El casamiento que no se ve?
Aunque
el caso más notorio sea, por obvias razones, la
presencia de Mera. Una
participación que, según la actriz que la interpreta, Amber Heard,
ha sido notoriamente
recortada
tras conocerse su condena por difamación a Johnny Depp en el juicio
que se volvió serie de Netflix. Por
ese motivo, tal vez, todo
aquello que (aparentemente) ya no está en el corte final, anda dando
vueltas en este
cómic: El casamiento de
Aquaman y Mera; y el
anuncio de embarazo. Las
únicas alteraciones sensibles que han atravesado los personajes
entre las dos películas, las únicas dos sorpresas que Warner se ha
encargado de dilapidar en cuanto trailer anda por ahí.
Guardianes
de la Galaxia – Especial de las fiestas.
Director:James
Gunn.
Protagonistas:Chris
Pratt (Peter Quill / Star-Lord), Dave Bautista (Drax el Destructor),
Karen Gillan (Nebula), Pom Klementieff (Mantis), Vin Diesel (voz de
Groot), Bradley Cooper (voz de Rocket), Kevin Bacon, Sean Gunn
(Kraglin Obfonteri), Slate (cuerpo de Cosmo, la perra espacial) y
Maria Bakalova (voz de Cosmo), entre otros. Participación especial
de Michael Rooker (Yondu Udonta), Old 97’s (Bzermikitokolok and the
Knowheremen). Guionista:James
Gunn, basado
en personajes y situaciones creadas por Arnold
Drake, Gene Colan, Dan Abnett, Andy Lanning, Paul Pelletier, Steve
Englehart, Steve Gan, Bob McLeod, Jim Starlin, Mike Friedrich, Stan
Lee, Larry Lieber, Jack Kirby, Bill Mantlo, Sal Buscema, Roger Stern,
John Buscema, Don Heck y Steve Gerber para los cómics de Marvel.
Banda sonora:Incluye
canciones interpretadas por Kevin Bacon, Old 97’s, Smashing
Pumpkins y Low, entre otros. Productores
ejecutivos:Kevin
Feige, Victoria Alonso y James Gunn, entre otros. Marvel Studios.
EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: Disponible en Disney+
desde el 25
de noviembre de 2022.
Segundo
especial de Marvel para la plataforma Disney+, después de Hombre Lobo por la noche; y debo decir que es el segundo golazo que la Casa
de las Ideas mete con este formato. Y otra vez, recurriendo a una
idea bastante limitada, pero ejecutada de manera magistral por James
Gunn. Un chiste, no más que eso, transformado en una secuencia casi
demencial de comedia física al estilo del cine mudo que, de paso, rinde homenaje consciente a esa joya del bizarrismo que es el
Especial de Navidad de la Guerra de las Galaxias (que tuve la suerte
de ver en la tele blanco y negro, hace mucho tiempo y en una galaxia
muy lejana, por el viejo Canal 11, si
no me equivoco).
Conscientes
de que Peter Quill está deprimido por la pérdida de Gamora, Drax
y Mantis deciden alegrarle la vida con el mejor regalo de Navidad que
puedan conseguirle:
Kevin Bacon, héroe de la adolescencia de Star-Lord. Por supuesto,
los dos Guardianes no tienen ni idea de quién es, en realidad, Kevin
Bacon, con lo cual su llegada a la Tierra para secuestrarlo se
convierte en una seguidilla de malentendidos y
gags tan ocurrentes como ligeros, agregándole al Universo Cinematográfico de Marvel un aire a
vodevil que le calza muy bien.
Cronológicamente
ubicada entre Thor: Amor
y Trueno y Guardianes de la Galaxia vol. 3, Gunn aprovechó este
Guardianes de la Galaxia - Especial de las fiestas (The Guardians of
the Galaxy Holiday Special) para establecer una serie de pautas y
situaciones que le
facilitarán el camino a
la historia que cerrará su trilogía dedicada al supergrupo detrás
de la familia disfuncional. Su nuevo lugar de residencia, la
incorporación de la perra espacial Cosmo y, sobre todo, la
revelación de que Mantis es la hermana de Peter. Nada que gravite
demasiado sobre la trama particular de este entremés, pero que
sentará algunas bases definitorias
para el futuro inmediato.
Como
en toda la saga de los Guardianes, el corazón de la historia está
puesto en el afecto que los héroes sienten por sus compañeros de
correrías.
Y en este caso, la elección de la empática Mantis (y un laburo
fenomenal de Pom
Klementieff)
les
(nos) permite
experimentar los valores que solemos representar con el espíritu
navideño. Compasión, Hermandad, Introspección, Solidaridad,
Unión, Generosidad, Felicidad,
Diversión, Comprensión,
Amor. Básicamente, la
posibilidad de aprehender la
magia de estar juntos, disfrutar
de las pequeñas (grandes) cosas de esta vida;
y proyectar nuestros deseos para un futuro mejor. Entender que el sentido de la Navidad es el otro. Chin
chin.
Merlina.
Directores:Tim
Burton, Gandja Monteiro, James Marshall.
Protagonistas:Jenna
Ortega (Merlina Addams), Victor Dorobantu (Dedos), Hunter Doohan
(Tyler Galpin), Emma Myers (Enid Sinclair), Percy Hynes White (Xavier
Thorpe), Joy Sunday (Bianca Barclay), George Farmer (Ajax
Petropolus), Naomi J. Ogawa (Yoko Tanaka), Moosa Mostafa (Eugene
Ottinger), Christina Ricci (Marilyn Thornhill),
Gwendoline Christie (Larissa Weems), Riki Lindhome (Valerie Kinbott)
y Jamie McShane (Donovan Galpin), entre otros. Participación
especial de Catherine Zeta-Jones (Morticia Addams), Luis Guzmán
(Homero Addams), Isaac Ordonez (Pericles Addams), George Burcea
(Largo) yFred
Armisen (Tío Lucas).
Guionistas:Alfred
Gough y Miles Millar, Kayla Alpert, April Blair, Matt Lambert. Basado
en personajes y situaciones creadas por Charles
Addams.
Música:
Danny Elfman. Productor ejecutivo: Tim Burton. Millar Gough Ink / Tim
Burton Productions / Toluca Pictures / MGM Television.
EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina:Disponible
en Netflix desde el 23
de noviembre de 2022.
¿Que
pasaría si Auguste Dupin tuviera que esclarecer el asesinato de
Harry Potter? Probablemente, algo bastante parecido a lo que ocurre
en los ocho episodios de Merlina (Wednesday), serie con la que Tim
Burton recrea el universo creativo
de
Los Locos Addams desde su propio
bagajecultural,
deudor
del gótico contemporáneo, el expresionismo melancólico
y una poética anclada
entre la ternura y la oscuridad.
Una perspectiva que, por supuesto, les cae como anillo al dedo a
ambas partes; y que aquí se derramará en una narrativa visualmente
exuberante y una excusa argumental efectiva aunque algo estirada.
En
sintonía con el título del programa, los Addams ceden el
protagonismo excluyente a Merlina, una adolescente fría, lejana y
distante, incapaz de exteriorizar los sentimientos que tiene y, por
lo tanto, imposibilitada de mostrar empatía hacia el otro. Tiene sus
razones, por supuesto. Contestataria y rebelde; sagaz, inteligente y
resolutiva, está movida por una sed de justicia que le hace
potenciar las diferencias que planta frente a su familia y la
sociedad. Ante la presión normativa que la presiona desde el
exterior, Merlina redoblará su inadaptabilidad social hasta
alcanzar
el
punto de más difícil retorno.
Como
consecuencia, la más joven
de las Addams terminará internada en un colegio pupilo, el
Nevermore, cuyas aulas están pobladas por chicos
y chicas
especiales, con problemas de conducta: cambiaformas, licántropos,
sirenas, vampiros, gorgonas, humanos con poderes telekinéticos,
capaces de controlar a las abejas o de dar vida a las formas inertes
de su arte. Y justo cuando llega a esta particular casa de estudios,
un monstruo inasible empieza a matar estudiantes con poderes. Un caso
para Merlina (obvio) y su fiel ayudante, Dedos.
Cómodamente
encorsetada en el molde del policial de enigma paranormal,
la serie renuncia al tono de sitcom principalmente asociado a la
franquicia, para conquistar el corazón del público infantojuvenil
que late con las peripecias mágicas de Harry Pottery
suspira
con el romance vampírico de Crepúsculo. Jugada un poco más en
serio y con una mirada
algo
más
adulta, prescinde de la comedia blanca para esgrimir el humor negro.
Dentro
del marco de lo fantástico, acomoda el peso de profecías,
maldiciones seculares, libros malditos y sociedades secretas.
Sobre
todo porque estos Addams ya no son aquellos Addams de la tele en blanco y negro, ni los Addams de las películas comandadas por el
propio Burton. No porque acentúen la ascendencia mexicana de Homero,
sino porque todas las excentricidades familiares que definieron la
otredad de su naturaleza, pasan
a ser aquí condiciones sobrehumanas bien definidas. Morticia y Merlina tienen
poderes psíquicos, mientras el tío Lucas controla
los flujos eléctricos. Normalizado
lo anómalo, queda justificado también el
enfrentamiento
histórico entre los Addams y los Crackstone, familia
fundadora del pueblo, cuyo líder fue un peregrino religioso dedicado
a la quema de brujas.
Para
el ala fanática más conservadora, la serie constituye su
metanarrativa con referencias exquisitas a la serie de TV (el
infaltable chasquido de los dedos), la literatura de Edgar Allan Poe
(el nombre de la escuela, el cuervo, las estrategias deductivas de
Auguste Dupin), la Carrie de Stephen King; y el propio Burtonverso (de Batman a Beetlejuice,
pasando por la incorporación de Christina Ricci, Merlina en las
películas de Los Locos Addams). Los recién llegados (como mi hija
de 15 años) pasarán por encima de tanta cita para caer rendidos a
los pies de esta estudiantina dark y adolescente, viralizando el
baile de Merlina con la música de The Cramps. Los Locos Addams del
futuro ya están entre nosotros. Habrá segunda temporada.
Pantera
Negra: Wakanda por siempre.
Director:Ryan
Coogler. Protagonistas:Letitia
Wright (Shuri / Pantera Negra), Tenoch Huerta Mejía (Namor), Angela
Bassett (Ramonda), Lupita Nyong’o (Nakia), Danai Gurira (Okoye),
Dominique Thorne (Riri Williams / IronHeart), Michael B. Jordan
(N’Jadaka / Erik “Killmonger” Stevens), Mabel Cadena (Namora),
Alex Livinalli (Attuma), Martin Freeman (Everett K. Ross), Julia
Louis-Dreyfus (Valentina Allegra de Fontaine), Winston Duke (M’Baku),
Florence Kasumba (Ayo), Michaela Coe (Aneka) y
Divine
Love Konadu-Sun (Toussaint
/ T’Challa II),
entre otros. Guionistas:Ryan
Coogler y Joe Robert Cole, basado en personajes y situaciones creadas
por Stan Lee, Jack Kirby, Bill Everett, Jim Steranko, Don McGregor,
Rich Buckler, Gene Colan, Reginald Hudlin, John Romita Jr., Brian
Michael Bendis, Mike Deodato, Kenny Martinez y Christopher Priest,
entre otros, para los cómics de Marvel. Banda de sonido: Incluye el tema Lift Me Up, interpretado por Rihanna. Marvel
Studios.
EE.UU.,
2022.
Estreno en la Argentina: 10
de noviembre
de 2022.
Un
hálito mortuorio recorre toda la película. Lógico, la producción,
la factura y el sentido de la misma pasa por atravesar el duelo que
significó para actores, equipo técnico y Marvel (empresa y universo
ficticio por igual), la muerte prematura de Chadwick Boseman, el Pantera Negra
original de la saga multiversal. La Casa de las Ideas decidió no
reemplazar al actor debajo de la máscara y,
por lo tanto, el personaje también ha fallecido y también debe ser
reemplazado. Una de las patas argumentales del film va a resolver
esta cuestión, de la manera más predecible, esperable y obvia.
La
postura geopolítica de la anterior Pantera Negra volverá a decir
presente. Por un lado, en la intentona de injerencia estadounidense
que sabrá cortar con la autoridad de su reinado (y la autenticidad
de su presencia escénica) la inmensa Angela Bassett. Y por el otro,
con la insostenible motivación tras el enfrentamiento bélico que
el precolombino reino submarino de Talokan llevará a las puertas de
una Wakanda ocupada por el traspaso de mando. No sé qué le habrá
parecido a ustedes, pero a mi la idea de un Namor mexicano en vez de
atlante se me hizo una reverenda pelotudez. Y la justificación por
detrás de su nombre (un chico siN AMOR), me resultó más pelotuda
todavía.
Como
corresponde, la opción por la diversidad no aparece declamada sino
ejercida. La cultura afroamericana lleva la prioridad, seguida muy de
cerca por la latinoamericana, aunque el enfrentamiento entre las dos
se me haga representativo del imperialismo norteamericano; y
funcional al imaginario conservador hegemónico que el film, en
apariencia, parecería atacar y condenar. El empoderamiento de las
mujeres y las disidencias sexuales, en cambio, se muestra afianzado
en la decisión de reemplazar
el vetusto orden heteronormativo del género superheroico por nuevas
e igualitarias estructuras identitarias.
Con
todo esto (y no por todo esto), Pantera Negra: Wakanda por siempre
(Black Panther: Wakanda Forever) se me hizo infumable. Grandilocuente
al divino botón. Larga, lenta, aburrida. Enemistada con la escala
humana que deberían haber impuesto las temáticas abordadas. Incapaz
de generar la empatía que semejantes personajes requerían y
demandaban. Casi tres horas soporíferas y mediocres, con la
inclusión de una IronHeart que parece puesta sólo para no dejar
caer la franquicia de Iron Man. Buenas intenciones, malas
resoluciones. Otra decepción, al menos para mí.
Cadáveres.
Directores: Marco Kreuzpaintner, Haolu Wang. Protagonistas: Jacob
Fortune-Lloyd (Karl Weissman), Shira Haas (Iris Maplewood), Amaka
Okafor (Shahara Hasan), Kyle Soller (Alfred Hillinghead), Greta
Scacchi (Lady Polly Harker), Tom Mothersdale (Gabriel Defoe), Michael
Jibson (Danny Barber), Stephen Graham (Elias Mannix adulto / Sir
Julian Harker), Derek Riddell (Calloway), George Parker (Henry Ashe),
Gabriel Howell (Elias Mannix joven), Synnøve
Karlsen
(Polly Hillinghead) y Amy Manson (Charlotte Hillinghead), entre
otros. Guionistas:
Paul Tomalin, Danusia Samal. Basado en el cómic Bodies (2014-2015),
de Si Spencer (guion), Meghan Hetrick, Dean Ormston, Tula Lotay, Phil
Winslade (dibujos). Desarrollador audiovisual: Paul Tomalin. Reino
Unido, 2023. Estreno en la Argentina: Disponible en Netflix desde el
19 de octubre de 2023.
Longharvest
Lane. Calle ficticia del real barrio londinense de Whitechapel,
famoso por ser el teatro de operaciones de Jack el Destripador. El
cadáver desnudo de un hombre yace sobre los adoquines del lugar.
Murió de un balazo en el ojo, aunque el proyectil no se encuentre
dentro de su cabeza sin orificio de salida; y la única pista
aparente sea el extraño tatuaje que tiene en su muñeca. No es lo
único fuera de lo normal, por supuesto. Los protagonistas (todavía)
no lo saben, pero el mismo cuerpo aparecerá, en idénticas
circunstancias, en el mismo lugar, en cuatro años distintos: 1890,
1941, 2023 y 2053.
¿Cómo
es posible algo así? Hilvanando los discursos temporales, la
verdad se irá abriendo paso gracias al involuntario trabajo
mancomunado de los cuatro policías, que además de un caso en común
también comparten su condición de minorías con
distintos grados de discriminación
social:
Alfred Hillinghead (1890), homosexual que oculta su identidad al
mundo tras una fachada
familiar que vive con tanto
amor como culpa;
Karl Weissman (1941),
judío que en épocas de la Segunda Guerra Mundial fluctúa ente los
bombardeos nazis y el antisemitismo de sus compañeros; Shahara Hasan
(2023), afromusulmana que debe intervenir en manifestaciones
callejeras de la derecha más radicalizada; e Iris Maplewood (2053),
discapacitada motriz que puede caminar gracias al implante
tecnológico que sigue pagando con su lealtad inquebrantable al poder
político de turno.
Después
de ver
los ocho capítulos, queda claro que la fobia a la otredad que
impregna la
serie
no es el tema principal de la trama, sino la herramienta narrativa
necesaria para articular
el leitmotiv ideológico en permanente cuestión (y tensión). ¿Qué
tipo de sociedad estamos dispuestos a construir? Una
autocracia utópica, cuya perfección nos termine sometiendo al
totalitario reinado del discurso único; o una democracia distópica,
que nos permita ejercer nuestra libertad de opción y conciencia,
aunque eso se traduzca también en expresiones intolerantes,
estigmatizantes y hasta fascistas.
Lo
interesante es que los personajes no discuten estas posibilidades,
sino que las vivencian en tiempo real. Y Cadáveres (Bodies) no se
ocupa de juzgarlos, sino de representarlos con todas sus
contradicciones a flor de piel. O eso me pareció.
El
marco policial, por razones obvias, nunca desaparece. Pero con el
correr de los episodios empieza a ser impregnado por algunos tópicos
clásicos de la ciencia-ficción. Y
mientras los árboles genealógicos de los protagonistas se cruzan de
maneras misteriosas e imprevisibles, tomamos conocimiento de un culto
ocultista y oprobiso, un apocalipsis aparentemente inevitable y una
cultura supremacista enquistada en la naturaleza humana. Tres
variables consumadas y consumidas en el eslogan que cruza las eras y
sostiene la conspiración centenaria que cuenta la serie: Eres digno
de Amor.