Eulenspiegel Nº 2/2015. Autores: Verst And, Utz Bamberg, Beck, Henning Beermann, Anke Behrend, Harm Bengen, Matthias Biskupek, Lo Blickensdorf, Peter Butschkow, Carlo Dippold, Jan Decker, Matti Friedrich, Burkhard Fritsche, Gregor Füller, Arno Funke, Garling, Gerhard Glück, Barbara Henniger, Gerhard Henschel, Hogli, Renate Holland-Moritz, Frank Hoppmann, Rudi Hurzl Meier, Michael Kaiser, Christian Kandeler, Petra Kaster, Florian Kech, Werner Klopsteg, Peter Köhler, Andreas Koristka, Kriki, Uwe Krumbiegel, Mario Lars, Ove Lieh, Werner Lutz, Peter Muzeniek, Nel, Robert Niemann, Guido Pauly, Ari Plikat, André Poloczek, Andreas Prüstel, Erich Rauschenbach, Hannes Richert, Ernst Röhl, Valentin Schark, Reiner Schwalme, André Sedlaczek, Guido Sieber, Klaus Stuttmann, Atze Svoboda, Peter Thulke, Reinhard Ulbrich, Felice Von Senkbeil, Mathias Wedel, Kat Weidner, Freimut Woessner, Erik Wenk, Martin Zak, entre otros. Portada: Arno Funke. Redactor en Jefe: Mathias Wedel. 66 páginas a todo color. Eulenspiegel GmbH. ISSN: 0423-5975-86514. Alemania, febrero de 2015.
El homenaje a Charlie Hebdo abre este número de Eulenspiegel
Me cuesta mucho entrarle a la revista alemana Eulenspiegel. Sobre todo porque no entiendo alemán, aunque sí esté al tanto de la trascendencia local de esta longeva publicación satírica, rápidamente equiparable a nuestra Humor o la española El Jueves. Pero, por suerte, el conocido que me la trajo desde Alemania sí habla alemán. O, al menos, dice hacerlo. Así que, con las reservas del caso, me explayaré sobre lo que (me han dicho) dice este estandarte impreso del humor teutón, expresión de la intelectualidad sarcástica y del sarcasmo intelectual.
Eulenspiegel busca agitar la opinión pública, sobre todo en relación con los temas, los casos y las gentes que marcan la agenda por ser de interés público y/o ganan el interés público por aparecer en las agendas de los medios de comunicación masivos. Sus páginas pobladas de humor gráfico, artículos periodísticos y chanzas varias, buscan sacudir la inteligencia, fomentando el pensamiento crítico como herramienta de abordaje. Dirigen sus dardos, principalmente, al ciudadano que está interesado en la coyuntura sociopolítica y, por lo tanto, llega a los contenidos con una importante carga de información (y opinión) previa.
Con esta condición; y estando al tanto del código comunicacional propuesto por Eulenspiegel, puede disfrutarse plenamente de los distintos estilos y lenguajes que conviven en la revista. Un poco irrespetuoso, otro tanto provocador, el humor de Eulenspiegel se basa en la exageración deformada, en el uso de una comicidad urticante e incómoda que no siempre termina en la carcajada, pero le sirve a la pléyade de autores para mostrar la desnudez del Rey, en cuerpo y alma.
Básicamente, lo que hace Eulenspiegel es evidenciar los vicios y ridiculizar las creencias de sus contemporáneos, aplicando buenas dosis de simbolismo al exhibir el relato que se enmascara tras las apariencias, los hechos que contradicen a las palabras que se dijeron con pompa y caras circunstanciales. Arroja así algo de luz sobre el costado de la realidad que, premeditadamente, algunos quieren mantener en segundo o tercer plano.
A Eulenspiegel esta impronta le viene impuesta desde el mismo nombre, que recupera la identidad de un clásico personaje del folklore alemán, el Till Eulenspiegel ligado a las festividades medievales del carnaval y que fuera llevado a la historieta por Enrique Breccia y Dino Battaglia, entre otros. La más de las veces representado como un bufón (el que está a la izquierda del título, en la tapa, mostrando el culo), Eulenspiegel es el típico embaucador de la picaresca, que según la leyenda y los relatos orales y escritos que la forjaron, se hacía pasar por estúpido para burlarse libremente de la nobleza y el clero, los poderosos de su época.
Es que, etimológicamente, el nombre Eulenspiegel vendría a significar algo así como “el espejo de los estúpidos”, porque refleja la estupidez de los demás. Que también es la nuestra, si todo lo que me leyeron de este Eulenspiegel es lo que efectivamente dice.
Fernando Ariel García