DC Universe Rebirth Nº 1. Guión: Geoff Johns. Dibujos: Gary Frank, Ethan Van Sciver, Ivan Reis, Phil Jimenez. Tintas: Gary Frank, Ethan Van Sciver, Joe Prado, Ivan Reis, Matt Santorelli. Color: Brad Anderson, Jason Wright, Hi-Fi, Gabe Eltaeb. Portadas: Gary Frank (regular), Ivan Reis (variante). Editor: Eddie Berganza. 80 páginas a color. DC Comics. ISSN: 7-61941-34013. EE.UU., julio de 2016.
50 años le llevó a DC animarse a ordenar estratégicamente su casa. Durante los doce meses que duraron las Crisis en las Tierras Infinitas, la editorial se deshizo del lastre acumulado, puso en valor sus capitales simbólicos y activos culturales, se abrió a nuevos conceptos y hasta se animó a pautar un desarrollo coherente y continuo (o tan coherente y continuo como lo permitía el movedizo mercado de los años ’80) para su universo ficcional. Este concepto de saga, transversal a todos los títulos, probó ser exitoso y redituable, por lo cual la naturaleza extraordinaria del evento devino una cuestión ordinaria y recurrente, un simple cronograma de negocios tan industrial como burocrático.
Cinco años después de su último cambio radical, bautizado como Los Nuevos 52, DC acaba de publicar el especial DC Universe Rebirth Nº 1, destinado a modificar por enésima ocasión el statu quo de personajes y entornos, buscando establecerse como kilómetro cero para la andanada salvaje de los nuevos números 1 por venir, cortesía de las innumerables puertas que este guión de Geoff Johns deja abiertas con premeditación y alevosía.
Los superhéroes velocistas, ejes de la cuestión
Que los tiempos necesarios para refrescar contenidos se hayan acortado tan drásticamente, nos habla, en lo general, de los cambios producidos en los circuitos y procesos de producción, circulación y consumo de bienes culturales. Y, en lo particular, corrobora el estado de subordinación de las decisiones creativas al imperio de las disposiciones mercantiles. De ahí la reincidente apuesta por esa idea, atrofiada y errónea, de que una continuidad cohesionada es un valor cualitativo per se, como si una justificación argumental pudiera elevarse a la categoría de relato.
Una miradita al futuro inmediato del Universo DC
En este sentido, Rebirth es una obra de manual, más preocupada por tapar los baches del camino que por recorrer senderos narrativos menos transitados. Es un perfecto acto de malabarismo, vale aclarar, ya que ninguno de los objetos se estrella contra el piso, pero una buena historieta sigue siendo (al menos para mí) otra cosa.
La opción, como antes y como siempre, pasa por volver a las fuentes, manteniendo aquellas variables recientes con una buena performance.
Atom, uno de los personajes desde donde recuperar el concepto de Legado
Con sus ineludibles referencias espejadas a la Crisis original, Rebirth monta la estructura dramática alrededor de los superhéroes velocistas y, desde allí, recupera aquellos valores que fueron dando identidad al Universo DC. Restaura el concepto del Legado, restituye en los lugares hegemónicos de poder a las figuras icónicas de la empresa; y recompone aquellas relaciones (amorosas, amistosas, de mentoría) consideradas clásicas.
El cruce que no hacía falta
Tres pasos que generan oleadas de simpatía en un cincuentón como yo, compañero de lectura de estos paladines desde los dorados años de Novaro, pero que no alcanzan la empatía necesaria para despertarme el interés por sus destinos mediatos e inmediatos. Y ni hablar de la antipatía que me dejó la fusión con el submundo de Watchmen.
Un golpe (bajo) de efecto que no hacía falta.
Portada de la tercera edición, también a cargo de Gary Frank
Portada de la segunda edición, con la manito del Dr. Manhattan (personaje de Watchmen)
agregada a la ilustración de Gary Frank
Ivan Reis