(Por Fernando Ariel García) Oswal (Osvaldo Viola), historietista creador de Sónoman y uno de los más reconocidos docentes de la Argentina, falleció el pasado 13 de febrero. Había nacido en 1933 y, tras finalizar sus estudios secundarios comenzó su aprendizaje autodidacta del dibujo, apoyado en un curso por correspondencia. Un año después, en 1954, ya estaba trabajando en el campo de los dibujos animados y la publicidad, mientras colaboraba con El Hogar y otras revistas de interés general.
Tras su paso por las revistas de Editorial Frontera, ilustrando algunos episodios del Ernie Pike guionados por Oesterheld, estalla cualitativamente en las páginas del semanario infantil Anteojito, donde adapta clásicos de la literatura universal y, a partir de 1966, estrena las aventuras de Sónoman. Además del superhéroe con el poder músico-mental, a lo largo de su fructífera carrera Oswal publicó Consummatum Est (guión de Yaqui), Big Rag y Lejos Pratt (ambas con Carlos Albiac), Mark Kane (Linton Howard), Buenos Aires, las Putas y el Loco (Ricardo Barreiro), y una serie de negros unitarios escritos por Enrique Sánchez Abulí, publicadas en Chaupinela, Skorpio, Cóctel, Satiricón, Trix, la española Cimoc y la italiana L'Eternauta, entre otras clásicas revistas del noveno arte.
Homenaje de Fernando Calvi
En marzo de 1991, junto con Panda, tuve el enorme placer de entrevistarlo para el fanzine Poco Loco. Una charla centrada en Sónoman y que, a manera de homenaje, reproducimos a continuación.
Homenaje de Sebastián Dufour
Sábado al mediodía. Bajando por la calle Lavalle, llegamos a la escuela de Garaycochea. A Oswal lo encontramos en el bar de la academia, picando algo durante un intervalo de su clase. Le preguntamos si podíamos hacerle un reportaje y gustosamente nos dijo que sí. Dio comienzo a la segunda parte de su clase (dibujo con modelo vivo) y nos condujo a un saloncito vacío donde, entre calcomanías de Astérix, viejos afiches de la ADA y posters de Walt Disney, se desarrolló el siguiente diálogo.
¿Cómo nació Sónoman?
Sónoman nació por encargo de García Ferré. Sus puntos de contacto con Superman son producto del desgano con que tomé la cosa al principio. Yo no quería dibujar superhéroes, no me interesaba. Pero como sí me interesaba trabajar, no lo pensé mucho y me pregunté. ¿Cómo puede ser un superhéroe? Como Superman. Finalizado el primer episodio descubro las grandes posibilidades que Sónoman me ofrecía para jugar con una fantasía total; y entonces tuve que rehacer todo lo andado, descartar la personalidad secreta y todo lo tradicional al género para ir a otro tipo de relatos, mucho más humanos. Sónoman se transformó en una excusa para presentar y desarrollar a los personajes secundarios, inspirados generalmente en gente conocida.
Bueno, si bien hay similitudes con Superman también hay grandes diferencias. En algunos momentos, Sónoman se cuestiona y se siente inferior al ser humano común. Cosas así no eran muy comunes en esa época en el comic-book norteamericano de superhéroes (de la DC).
Sónoman se publicaba en una revista específicamente dedicada a un público infantil, lo cual para mí era una gran responsabilidad. El chico que leía Sónoman vivía en una familia. A mí me parecía algo terrible que el chico, en su inocente fantasía infantil, llegara a creer que cualquier superhéroe era superior al padre. Realmente, el que hace el mérito, el que lucha, el que se desloma laburando, el que merece ser premiado es el padre y no un superhéroe cualquiera que no hace nada. Eso es lo que intentaba decirle al chico.
¿Por qué un poder músico-mental?
A mí siempre me gustó la música, me parece una expresión artística sublime. De chico se me ocurrió la idea de un personaje con poderes derivados de la música, pero quedó aechivada en algún lugar de mi memoria. Cuando García Ferré me pide un superhéroe, yo me desilusiono mucho porque estaba enganchado con historias más humanas, tipo David Copperfield. Así que, dispuesto a trabajar; y para no perder tiempo pensando, recupero la idea del héroe con poderes músicomentales y lo bautizo Sónoman.
Sónoman escapa de las características argumentales que regían al género durante los ’60. ¿Cómo elegía los temas y desarrollaba el guión?
La característica norteamericana era explotar al máximo al personaje principal, cosa que a mí no me interesaba. Lo que sí quería era desarrollar los personajes secundarios y, mediante ellos, contar historias que atraparan a un lector adulto por su contenido y a un lector infantil por su forma. Es un poco una mezcla, no? Fantasía y realidad, nombres extranjeros y ambientes nacionales. En Sónoman me interesaba contar historias de las llamadas “menores”. Para mí es algo fantástico poder entretener al individuo que viene cansado de trabajar o que quiere leer algo “liviano” tras haber concluido la lectura de un libro. No todo lo que uno lee tienen que ser historias “mayores”. Personalmente, cuando quiero leer “en serio” acudo a un libro; y en los momentos en que quiero entretenerme busco algo más “liviano”. No veo por qué las lecturas tienen que tener un nivel intelectual alto para valer; vale porque me entretiene, me distrae, me distiende. No hay que tener prejuicios.
Todas las historias de Sónoman parten de lo emocional, de deseos míos. Hay una aventura en la cual Sónoman viaja al pasado y encuentra a Charles Dickens. Ese es un sueño mío. Poder estar con Dickens. Poder estar en ese teatro que se llenaba para poder oírlo leer. Una de las cosas que a mí me fascina es escuchar a la gente que sabe leer; y dicen que Dickens lo hacía tan maravillosamente que llenaba el teatro. Siempre hubiera querido oírlo. No lo hice yo, pero lo hizo Sónoman. Creo que por ese elemento emocional, las historias de Sónoman llegan al lector. Por otra parte, hay algo que es esencial: Tenés que creer en tus personajes. Y ojo, que esto no es cuento. Todo lo que pensás y sentís en el momento de trabajar, lo transmitís. ¿Cómo? No sé, no me lo preguntes. De tanto creer en tus personajes llega un momento en que ellos dominan la acción y tuercen las historias que les tenías pensadas. En ese instante tenés que dejar que el personaje haga su vida y limitarte a seguirlo. Si el lector lo entiende y lo recibe, es porque lo estabas sintiendo. Si sos necio, borrás todo y hacés exactamente lo que habías previsto y calculado mentalmente. El resultado sería una cosa fría y estúpida.
Historieta publicitaria para una marca de mermeladas
¿Anteojito le condicionaba los argumentos?
No puedo decir que me condicionaran los argumentos de forma premeditada, pero en Anteojito había muchos prejuicios que partían de su autocensura. Por ejemplo, Sónoman no podía enamorarse, algo terrible y completamente antinatural. Ninguna mujer podía besarlo o darle las gracias. A la Condesa Dómina tuve que cambiarle el nombre (en este momento no me acuerdo cuál era el original) porque les parecía que tenía connotaciones con el ciclo menstrual femenino. Lo que sí me pedían en Anteojito era que incorporara cuestiones didácticas en el medio de las aventuras, que generalmente aparecían como apuntes del Cuaderno de Notas de Sónoman.
Stevenson & Co., buscadores de tesoros, con guión de Carlos Trillo
Pero todas estas limitaciones surtieron efectos positivos en mí. Me enriquecieron. Está bien, Sónoman no podía enamorarse, pero en algún lugar estaban él y ella (muy separados) bajo la luz de las dos lunas del planeta. En los cuadritos siguientes los personajes ya no aparecían y las dos lunas se juntaban. Al terminar el capítulo, la Princesa se separaba de Sónoman (porque había sido coronada Reina) y lloraba. Cuando el cortejo se alejaba, Sónoman ponía la mano en el suelo, justo en el lugar en que había caído la lágrima. Esas son riquezas que surgen de la imposibilidad cuando buscás expresarte. Si no me lo hubieran prohibido, a lo mejor se dan el último beso, algo mucho menos original. Siempre hay que trabajar con algunas limitaciones, evitan que uno se acomode y lo obligan a crear.
Nisbi, tragedia en ritmo de tango para Cóctel
¿Cómo ve hoy día su trabajo en Sónoman?
Tiene muchos altibajos. Date cuenta de que yo me hice como historietista en esas páginas. Como era prácticamente mi debut; y no vivía de los cómics, me daba el lujo de tener poca producción, trabajarla como si fuera para el King Features y cobrarla como si fuera para Poco Loco (risas). En serio, entre la primera y la última página de Sónoman está toda mi formación.
Vos sabés que en mí hay mucho de literato, de escritor que se expresa con dibujos, pero no de dibujante. Siempre me molestó que me dijeran: “Qué gran dibujante que sos, Oswal”. Para mí ese no es ningún cumplido, a mí me interesa llegar a ser un buen historietista.
¿Le molesta que lo comparen con Will Eisner?
No, nunca tuve problemas. Me acuerdo que yo recién había empezado; y Hugo Pratt me dijo: “Siempre en todo comienzo hay suerte. Si algo te inspira, toma de ello todo lo que te sirva y exprésate. Yo no lo hice con (Milton) Caniff, acaso?”. No estoy a favor de las copias, sino de los buenos originales. Creo que hay que absorber los distintos elementos foráneos y recrearlos con códigos propios, como Mozart hizo con Bach. Esa es la continuación de un estilo o una escuela, son influencias que uno traslada a otros terrenos.
En 1975, Sónoman gana su propia revista. ¿Qué pasó que sólo salieron dos números?
Pasó el Rodrigazo. El tercer número estaba terminado y armado pero no se imprimió porque, a la venta al público, hubiese costado más que la revista Gente. No lo hubiese comprado nadie.
No anduvo como revista pero funciona como restó-bar en Fitz Roy 1655, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (no es chivo)
En el segundo número se anunciaba el debut de una nueva serie: Chicoluz y el León Sabio. ¿En qué consistía?
Chicoluz es una antigua idea mía, que se llamaba De susto en susto. En un momento dado la trabajé con Carlos Albiac, que le realizó algunos cambios y después la continué solo. Básicamente era la historia de un chico que iba de susto en susto. Al león lo puse como acompañante porque esos animalitos son muy lindos de dibujar. Al principio, Chicoluz iba a aparecer en el Anteojito junto con Sónoman. Cuando me abro para sacar la revista, García Ferré me dice “no va más” y Chicoluz fue a parar a La Urraca, donde al final tampoco salió. Todavía está inédita.
¿Por qué cambió Sónoman en Humi, la revista infantil desprendida de Humor?
Primero y principal, el Sónoman de Humi apareció en los años ’80. Yo ya no era el mismo del Sónoman de Anteojito de los ’60, mis emociones tampoco. Lo de Humi fue una búsqueda personal que no llegó a realizarse porque la revista estaba dirigida a lectores más chicos que los de Anteojito. En Humi no podía excederme porque corría el peligro de que el chico no me entendiese. Hubo un intento por escapar a ciertas fórmulas y tics a los cuales me había obligado Anteojito, pero no caminó. Yo mismo nunca estuve convencido del asunto de la flauta del coya Atahualpa, que en esta versión cumplía el rol que Chingololo cumplía en el Anteojito.
Al volver al Anteojito, Sónoman es el personaje clásico, como si el Sónoman de Humi no hubiera existido. ¿Por qué?
Para mí, esa búsqueda que encaré en Humi no daba para más. Ya no tenía sentido. En esa época me interesaba trabajar el formato de la tira diaria. Incluso llegué a pensar en Sónoman como una tira diaria. Si te fijás bien, vas a ver que el primer cuadro de cada tira es reiteración de lo anterior.
Sello postal emitido por el Correo Argentino en 2003
¿Tuvo ofertas u oportunidades para publicarla en tira diaria?
No. Bueno, en realidad yo tampoco me moví mucho que digamos; y cuando lo hice, solamente fueron tanteos tímidos. Lo preparé en ese formato porque siempre me gustó y porque quería manejarme con una tira diaria. La anterior que había hecho (Mark Kane, detective de Hollywood) se cortó después de sesenta tiras. Esta obra me gustaba mucho porque Linton Howard, el guionista, manejaba muy bien el idioma propio de la historieta.
¿Cómo aterriza Sónoman en Teatro de Papel, serial que publicaba El Parachicos, suplemento infantil de la revista Esquiú Color, en 1986?
Teatro de papel es eso: Teatro, siempre una actuación distinta. Me gustó mucho realizarlo porque tenía gran cantidad de historias para contar y puse todo lo que se me ocurrió. Fue mi homenaje al Thimble Theatre de Segar. Sónoman se integra a la tira como un personaje más. La idea era ir transformándolo paulatinamente en el protagonista principal, pero la cosa se pudrió y no funcionó más.
¿Cómo sería Sónoman hoy (por 1991)?
Lo repensaría un poco. Me imagino que lo haría para adultos, sin censura, incluyendo violencia y erotismo siempre y cuando estén muy justificados en el argumento. Digo para adultos por las temáticas que abarcaría, buscando hacer pensar y no dar soluciones. Hoy estoy convencido de que a la obra no hay que cerrarla nunca.
La carnada, violento unitario escrito por Sánchez Abulí
¿Qué hay de cierto tras la leyenda del traspaso fílmico de Sónoman?
Mucho. Alguna vez se pensó hacer una serie de dibujos animados para la TV. Esa canción que canta Chingololo en las historietas (¡Es Sónoman!... ¡Es Sónoman! ¡Es Sónoman y su poder músico mental! ¡Con sus sonidos triunfa siempre… Siempre triunfa Sónoman! ¡Es valiente… Y es audaz! ¡Es Sónoman!) fue la letra del boceto de jingle musicalizado por Quique Viola, un tipo genial. Yo, particularmente, había pensado en un largometraje que combinara el dibujo animado y la imagen real. Allá por el ’68, más o menos, me pregunté cuál sería, a mi parecer, el director ideal para ese proyecto. Leopoldo Torre Nilsson, me contesté. Así que busqué el número telefónico de su estudio en la guía y lo llamé. Sabiendo que no iba a conseguir nada, imaginate mi sorpresa cuando levantan el tubo y me atiende él en persona. Yo no sabía qué hacer, así que le comenté la idea. Él se interesó un montón y quedamos en volver a contactarnos. Como yo no entendía nada, no lo llamé más. Después, Torre Nilsson murió y mi proyecto personal se fue al tacho. Otra cosa que imaginé, pero nunca hice, fue componer una ópera sobre Sónoman con música de Piazzolla.
En Comfort y música para volar (1996), Soda Stereo le dio cuerpo sonoro a Sónoman
¿Por qué no prosperaron esos proyectos?
Por problemas económicos, por qué va a ser?
¿Hay alguna idea de reeditar Sónoman?
Muchas veces me lo han propuesto y a mí me gustaría. La última vez tuve una oferta de Bruguera española y, justo cuando nos estábamos poniendo de acuerdo, Bruguera quebró.
A partir de 2010, Ediciones de la Flor comenzó a reeditar Sónoman en formato libro a todo color
¿Sónoman se publicó en el extranjero?
No, pero hay un grupo de coleccionistas italianos que lo conocen de Anteojito y lo llaman “El Superhéroe Sudamericano”. Dentro de poco voy a Italia justamente para hablar de Sónoman. No quiere decir que pase algo pero…
Entonces, podemos decir que la saga de Sónoman todavía no terminó.
Y ojalá no termine nunca. El día que culmine termino yo también.