Crímenes y virtudes. Director: Tim Blake Nelson. Protagonistas: Sam Waterston, Kristen Stewart, Glenn Close, Corey Stoll, Gretchen Mol, Tim Blake Nelson, Jessica Hecht, K. Todd Freeman, Ben Konigsberg, Hannah Marks y Gloria Reuben, entre otros. Guionista: Tim Blake Nelson. Grand Schema / Hello Please / Nicholson International Pictures / Red Barn Films. EE.UU, 2015. Estreno en la Argentina: 24 de noviembre de 2016.
Sé que no es así, que aunque esté dominado por el tanque semanal programado para reventar las taquillas del mundo entero, el cine yankee también es más que una nueva entrega de la saga de turno. Arriba, abajo y a los costados del superhéroe bendecido por la industria, se abre un abanico de historias mínimas y potentes, humanas y reconocibles, sensibles, inteligentes y mucho más profundas.
Y si sé que es así, entonces, por qué termino pensando (sintiendo) que el cine yankee es solamente el justiciero paternalista, la adrenalina desbordada y el apego al ritmo por sobre la historia, a los efectos especiales por sobre la complejidad de los conflictos. Si sé que hay muchos más Woodys Allen de los que conozco, por qué termino pensando que son muchos menos de los que puedo ver en el cine.
La respuesta, se me ocurre, estaría pasando por el anestesiamiento general de mi vapuleada percepción, vencida por el agobiante y repetitivo bombardeo consumista al que vivo (como muchos) expuesto. Termino pasándole de largo a un tipo de cine que me encanta, para meterme de cabeza en otro tipo de cine que me encanta. El problema es que no elijo, creo estar eligiendo. Veo una parte de mi alrededor creyendo que veo la totalidad del panorama.
Esa ausencia temporal de la sensibilidad vale también para cosas más importantes que la cinefilia. La vida en cualquier gran ciudad tiende a adormecer nuestros reflejos más humanos. Las prisas, las obligaciones, los propios problemas se nos van instalando como orejeras, como sedantes (voluntarios o involuntarios) hacia el otro, ese vecino conocido o ese semejante desconocido con quienes nos cruzamos viéndonos sin ver.
No en vano, Crímenes y virtudes (Anesthesia, 2015) se titula, en su inglés original, Anestesia. Porque enfoca, filosóficamente, este enorme problema de las ciudadanías contemporáneas. El aislamiento empático que invisibiliza al prójimo y nos invisibiliza ante el prójimo. No importa cuán cerca estemos, entendiendo por cercanía a la proximidad física y a los distintos grados de relación familiar y/o laboral. La alienación llega a ser tan grande y tan profunda, llega a estar tan naturalizada que, sin darnos cuenta, terminamos entregando todos nuestros reflejos vitales y virtuosos.
Como le pasa al grupo de personajes del enorme filme de Tim Blake Nelson, tan separados y tan al lado los unos de los otros que necesitan de una contundencia trágica para darse cuenta del verdadero estado de situación existencial que atraviesan, de cuan descuidado tenían lo importante y de cuan obsesionados estaban por lo accesorio.
Anestesia viene del griego. Quiere decir insensibilidad. Ver Crímenes y virtudes es un buen paso para empezar a romper esa inercia y volver a la vida que vale la pena vivir. Por ejemplo, arreglar fecha y hora para ir a cenar con mis dos mejores amigos, a quienes hace casi un año que no les dedico el tiempo que nos merecemos.
Fernando Ariel García