Más allá de sus pasiones permanentes por el jazz y el boxeo, el autor de Rayuela también se vio atraído por las historietas, lenguaje donde descubrió otras posibilidades literarias y nuevos caminos para comunicar sus ideas más politizadas. Hace una década (¡cómo pasa el tiempo!), en otro año cortazariano, el primer número de SONASTE MANECO se unió a las celebraciones internacionales rescatando tres de sus trabajos menos conocidos, frutos de la abierta relación que lo unía al noveno arte: Fantomas contra los vampiros multinacionales, La raíz del ombú y Monsieur Lautrec. Por Fernando Ariel García.
“No tiene importancia lo que yo piense de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí". Con esta respuesta, Julio Cortázar satisfizo las dudas que el cronista de la especializada revista francesa Les Cahiers de la Bande Dessinée alimentaba sobre la nena terrible ideada por Quino. Corrían los primeros '70, la imaginación luchaba fuerte por llegar al poder y los intelectuales europeos habían encontrado en las historietas nuevas materias primas para sus estudios sociológicos. De la mano de Francis Lacassin y Umberto Eco (director de la italiana Linus, motor de una revolución mundial alrededor del noveno arte), la semiótica posó sus ojos inquisitivos sobre las viñetas coloridas, hallando a Freud escondido en la casilla de Snoopy y un águila imperial tras la pechera de Superman.
Ilustración de El Tomi para Télam
Indiscutido protagonista cultural de esa politizada Europa, Cortázar redescubrió los cómics como producto artístico y atractivo soporte para la difusión ideológica, permitiendo la publicación de varios de sus cuentos en las páginas de Alter Linus (desprendimiento de la mencionada e influyente Linus), contando con ilustraciones de los más importantes historietistas italianos.
Fragmento de La raíz del ombú
Por ese motivo, cuando el artista plástico Alberto Cedrón le propuso la realización conjunta de un cómic que plasmara la realidad argentina de 1974, Cortázar le respondió afirmativamente. La raíz del ombú marca el primer acercamiento creativo y profesional del escritor al medio historietístico, con una narración que terminó retratando la actividad de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la dictadura militar. El proceso de producción y armado de La raíz del ombú fue largo y complicado. Mientras esperaba que los dibujos de Cedrón llegaran a su domicilio de París, Cortázar acumuló premios, publicó Octaedro (1974) y formó parte del Tribunal Russell II, grupo internacional de artistas, teólogos, políticos y científicos reunidos en Bruselas, durante enero de 1975, para analizar el peligro que encarnaba el creciente y feroz intervencionismo económico-militar de los Estados Unidos en los países subdesarrollados.
Cortázar, protagonista del Macanudo de Liniers
Charlando con los miembros del Tribunal, entre los que se encontraban Gabriel García Márquez y James Petras, Cortázar comenzó a hacerse algunas preguntas. ¿Cómo hacer llegar la resolución del Tribunal a toda América Latina, sometida a la voluntad de las multinacionales norteamericanas y sus impuestos gobiernos dictatoriales? ¿Cuál era el camino adecuado para difundir el llamado de alerta a los oídos sordos del mundo? ¿Existía un medio de comunicación lo suficientemente masivo y popular, capaz de alcanzar un mercado tan vasto como América Latina?
¿La historieta?
La amenaza elegante. Según Miguel Herráez, biógrafo del escritor, "el primer suceso histórico que le fuerza a adoptar una posición firme es el golpe de estado de Pinochet". Comprometido con la causa de la Unidad Popular desde que asistiera a la asunción presidencial de Salvador Allende (que mediante la editorial Quimantú, había hecho de la historieta popular una herramienta de concientización social y política), Cortázar vuela de París a Ciudad de México para participar de la tercera sesión de la Comisión Internacional de Investigación de los Crímenes de la Junta Militar de Chile. Entre el 18 y el 21 de febrero de 1975, el trabajo de la comisión es arduo y doloroso. Después de cada reunión, Cortázar descansa, escribe y lee.
Cortázar en una de las sesiones del Tribunal Russell II
¿Estaban las historietas entre estos materiales de lectura? Los hechos ulteriores confirman que sí. ¿Qué buscaba Cortázar en una historieta? Si la pregunta realmente importa, varias pueden ser las respuestas:
1) Investigar el formato y sus características técnicas, ya que estaba trabajando en La raíz del ombú.
2) El previsible deseo de alguna lectura liviana para paliar el dolor que le producían las declaraciones de los exilados chilenos, justo en el país de mayor producción y consumo de cómics per capita de América Latina.
3) Recuperar el placer de sus años infantiles, infestados por folletines, "novelas de caballería, los ensayos de (Michel de) Montaigne. (...) Y eso se mezclaba con novelas policiales, las aventuras de Tarzán, que me fascinaron en aquella época; Maurice Leblanc (creador del ladrón de guante blanco Arsenio Lupin), y luego la gran sacudida de Edgar Allan Poe", como declaró en alguna oportunidad.
4) Curiosidad ante la relectura mexicana de un clásico popular francés: Fantomas.
5) Todas las anteriores.
Primera edición de Fantomas contra los vampiros multinacionales
Juguemos uno de los juegos preferidos de Cortázar y rompamos la relación espacio-tiempo para resignificar el comienzo de Fantomas contra los vampiros multinacionales (en paréntesis, el texto que reemplazaría al original): "La reunión de Bruselas (Ciudad de México) del Tribunal Russel II (Comisión Internacional de Investigación de los Crímenes de la Junta Militar de Chile) había terminado a mediodía, y el narrador de nuestra fascinante historia tenía que regresar a su casa de París (hotel de México), donde lo esperaba un trabajo bárbaro, razón por la cual no tenía demasiadas ganas de volver. (...) El viaje sería largo, y pensó comprar un diario o una revista; vio el kiosco multicolor (y) se abalanzó hacia la posible lectura. (...) Las revistas de tiras cómicas tienen eso, uno las desprecia y demás pero al mismo tiempo empieza a mirarlas y en una de esas, fotonovela o Charlie Brown o Mafalda se te van ganando y entonces FANTOMAS, La amenaza elegante, presenta LA INTELIGENCIA EN LLAMAS".
Portada de la edición croata de Fantomas..., con dibujos de Jerzy Skarżyński
El héroe ideal. Entre los '60 y los '80, México fue el paraíso de las historietas en español. El nombre sagrado, cuyas siglas no podían pronunciarse en vano, era Editorial Novaro (EN). Todo fanático peregrinaje estaba destinado a terminar entre sus pliegos de papel barato impreso a cuatro colores. De Batman a Susy, secretos del corazón. De Tarzán a El Pájaro Loco. De Supermán (así, con acento en la a) a los Clásicos del Cine. De Archi a los Cuentos de Walt Disney. De El Súper Ratón a Joyas de la Mitología. De La Pequeña Lulú a las Vidas Ejemplares de todos los santos. En esos años, el mundo de la imaginación cabía en treintidós páginas más tapas.
Primera aparición de Fantomas en Tesoro de Cuentos Clásicos
Uno de los títulos más buscados era Tesoro de Cuentos Clásicos, dedicado a la adaptación de recordadas obras literarias. Entre marzo de 1966 y diciembre de 1968, la revista presentó una larga serie de aventuras de Fantomas, el asesino serial más importante de la literatura francesa, creado en 1911 por dos periodistas de la belle époque: Marcel Allain y Pierre Souvestre. Las dos primeras entregas mexicanas siguieron la premisa del original, pero a partir de su tercera aventura los autores locales comenzaron a inventar sus propias historias, modificando en el camino las motivaciones y los intereses de Fantomas. En pocos meses, la amenaza elegante pasó a ser un excéntrico y multimillonario ladrón que cometía sus robos con fines altruistas invirtiendo todo lo sustraído en el progreso de la ciencia y el beneficio de la humanidad. Sus únicas compañías eran el gato Yago (un minino de 600 años, reencarnación de la mascota del faraón Snefru, padre de Keops y fundador de la IV dinastía), el profesor Johannes Semo (tataranieto de Julio Verne), el cómico robot C-19 y una liga de hermosas secretarias cuyos nombres respondían a los doce signos del zodíaco. Para enero de 1969, Novaro lanzó a la calle el primer número de Fantomas, la amenaza elegante. En 1991, el Grupo Editorial Vid retomó su publicación, cancelándola definitivamente a fines de 1995.
Gran parte del suceso que obtuvo la historieta se debió a la sincronización que logró entablar con los intereses de las distintas capas sociales que la compraban. Atravesando la aventura lúdica, a mitad de camino entre Batman y James Bond, Fantomas promovía el estudio y la difusión de las culturas precolombinas (Fantomas en el cenote sagrado, publicada en Tesoros de Cuentos Clásicos Nº 128, en abril de 1968, fue muy utilizada en los colegios mexicanos), al igual que las bellas artes latinoamericanas (música, poesía, pintura, teatro y cine), con especial énfasis en las modernas corrientes locales.
El Che Guevara, otro punto de contacto entre Cortázar y Fantomas
A pesar de haber fijado residencia en París, Fantomas viajó por todo el mundo, inmiscuyéndose en la problemática socio-política de América Latina. Estuvo en México, en Brasil, en Colombia y en la Argentina durante la Guerra de Malvinas. Incentivó la lucha de los trabajadores ante el atropello de sus derechos, reclamando posesión de la tierra, el agua y el fin del trabajo infantil; se expidió contra el apartheid sudafricano; rescató un diario inédito del Che Guevara; condenó las persecuciones ideológicas de todo tipo y color; inició una activa campaña contra el tráfico y consumo de drogas; bregó por la igualdad femenina; participó en la guerra civil yugoslava; y apoyó técnica y económicamente al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, apenas asomó en Chiapas. Todo este trabajo le valió una nominación al Premio Nobel de la Paz, en una larga saga que culminó con un fuerte alegato antibélico y la denuncia de grandes negociados tras los fenómenos de la seguridad privada y el tráfico de armas. Y como si todo esto fuera poco, se dio el lujo de ayudar al Diego en el primer gol contra los ingleses. Sí. La mano de Dios era la mano de Fantomas.
Fantomas en pleno carnaval brasileño
La politización de los cómics de Fantomas cobró mayor virulencia a partir de 1971, con la incorporación a la ficción de referentes culturales internacionales en los roles de agentes secretos de la amenaza elegante. Además, los robos comenzaron a centrarse en empresas multinacionales (preferentemente norteamericanas), aportando pequeñas victorias para los pueblos explotados. Resaltan en esta época los guiones de Gonzalo Martre y los dibujos de Víctor Cruz Mota, los autores de La inteligencia en llamas, historieta que Cortázar utilizará como puntapié inicial de Fantomas contra los vampiros multinacionales.
Inicio de La inteligencia en llamas
Una utopía realizable. Volvamos a Cortázar, en Ciudad de México, frente al multicolor kiosco poblado de revistas. Una portada le llama la atención ("un gentleman de capa violeta y máscara blanca se lanzaba de cabeza hacia el lector como para reprocharle tan insensata compra", escribirá después). Estamos en el 18 de febrero de 1975, primera jornada de trabajo de la Comisión Internacional de Investigación de los Crímenes de la Junta Militar de Chile y fecha en que salió a la venta el Nº 201 de Fantomas, la amenaza elegante.
La historieta que lee Cortázar lleva por título La inteligencia en llamas y durante el transcurso de sus veintiocho páginas, el mundo sufre la desaparición y quemazón de libros y bibliotecas. La organización criminal responsable de la crisis responde al nombre de "La Espada de Gabriel"; y a Fantomas sólo le lleva diez cuadritos acabar con este peligro y ganar algo de dinero al mismo tiempo. Nada hay de extraordinario en la aventura, que incluye las apariciones de los escritores contemporáneos Alberto Moravia, Octavio Paz, Susan Sontag y Julio Cortázar. Todos ellos forman parte del vasto conglomerado de agentes de la amenaza elegante. Movilizado por su presencia en viñetas, Cortázar consulta otros números de Fantomas. Y allí encontró una figura popular con la cual compartía ciertas posturas ideológicas sobre los temas tratados en el Tribunal Russell II. Tenía en sus manos el medio de comunicación y la capacidad de difusión masiva que requería su mensaje.
Página interior de la primera edición de Fantomas...
Ahora bien, ¿por qué diversos números de Fantomas y no solamente La inteligencia en llamas? Porque el Fantomas de Fantomas contra los vampiros multinacionales presenta una serie de actitudes que respetan a rajatabla la caracterización que La Amenaza Elegante poseía en los cómics de esos años, pero que no se encontraban en esa aventura en particular. La fobia contra las multinacionales norteamericanas cae desplazada ante una organización terrorista francesa; la admiración de Fantomas hacia Luis Buñuel (el libro menciona la película El perro andaluz, codirigido por Buñuel y Salvador Dalí en 1928) cede ante la figura de Bertolt Brecht. Del canon historietístico, La inteligencia en llamas sólo muestra la consabida utilización de reconocidos artistas como agentes encubiertos del héroe, lista que Cortázar amplía con la incorporación de Norman Mailer, Osvaldo Soriano, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, José Lezama Lima, Caetano Veloso y Heinrich Böll entre otros.
Dibujos de La inteligencia en llamas retocados para la primera edición argentina de Fantomas...
Aunque en una carta al poeta cubano Roberto Fernández Retamar (director de la revista Casa de las Américas), Cortázar se refiera a Fantomas... como a un "divertimento" que escribió para ayudar al Tribunal Russell II, el libro es, en realidad, la combinación perfecta entre el folletín, el cómic, la literatura y el compromiso militante. Germen y único exponente de un nuevo lenguaje narrativo, Fantomas contra los vampiros multinacionales (subtitulado una utopía realizable) intercala la prosa con la historieta, la ilustración y una serie de esclarecedores documentos que revelan el papel de la CIA tras los golpes de estado en todo el mundo.
La Amenaza Elegante y Cortázar, en la ilustración de Fernando Fraga para Excélsior, diario que publicó la primera edición de Fantomas...
Fiel a sí mismo, en Fantomas... Cortázar arremetió contra los gobernantes coyunturales del mundo (Nixon, Ford, Kissinger, Pinochet, López Rega), pero también criticó a los intelectuales disociados de las luchas cotidianas. Poco antes de morir, se lo recordaría a Osvaldo Soriano: "En la medida que puedo soy un partícipe intelectual con la única arma que tengo, que es mi capacidad de escritura, para darle a la revolución esos elementos de información por un lado y de comunicación hacia el exterior por el otro, que tanta falta hace frente a las distorsiones, mentiras y calumnias".
Fantomas contra los vampiros multinacionales, cuyos derechos de autor Cortázar cedió al Tribunal Russell, apareció publicado en México por el diario Excélsior, en junio de 1975. Aunque Novaro autorizó la reproducción de diez páginas de La inteligencia en llamas, por decisiones técnicas y de diseño sólo llegaron a utilizarse siete, reproducidas a todo color. Si bien la idea original era imprimir varias ediciones para cubrir todo el territorio latinoamericano, sólo se llegó a concretar una primera tirada de 20 mil ejemplares, por lo cual el libro se elevó, casi inmediatamente, a la categoría de incunable literario e historietístico (estatus que no pudo alcanzar Operación azteca: Fantomas al rescate, fallida secuela de 1992 escrita por José Luis Franco y ambientada en la ciudad mexicana de Mazatlán).
Edición definitiva de Doedytores
La edición argentina llegó recién en noviembre de 1989, dentro de la colección Los libros de GenteSur del desaparecido matutino Sur. Pese a las buenas intenciones, el armado del libro es defectuoso, con las ilustraciones en blanco y negro, readaptadas por Diego del Valle y mal intercaladas en el discurso del texto. Complementaban el volumen el artículo Historia del águila imperial, de Sergio Ramirez, y la carta abierta de Julio Cortázar a Pablo Neruda. En 1994, festejando los veinte años de aparición de Fantomas..., Doedytores puso a la venta una Edición Definitiva que incorporaba todo el material gráfico seleccionado por Cortázar, pero reproducido en blanco y negro por cuestiones meramente presupuestarias. Finalmente, en 2002, Ediciones Destino (sello perteneciente a Editorial Planeta) puso en librerías una nueva versión, con la historieta original redibujada para la ocasión por Xavier Teixidó y el Kraterestudio, una agencia de ilustradores publicitarios que no están a la altura de las circunstancias (Fantomas se disfraza de rubio y lo dibujan... Morocho!).
Junto con este cambio de estilo, la leyenda "Julio Cortázar cedió los derechos de autor de este relato con historieta al Tribunal Russell" cambió por la mucho más lucrativa "copyright herederos de Julio Cortázar".
Un Corte, una quebrada y Toulouse Lautrec. En todas las bibliografías de Cortázar, Monsieur Lautrec (1980) aparece mencionado como un libro ilustrado por Hermenegildo Sábat. Aseveración que, si bien no es falsa, tampoco dice toda la verdad. En realidad, Monsieur Lautrec es un libro de impresionantes acuarelas y óleos del "Menchi" Sábat, periodista (como él gusta definirse) que ha colaborado en los principales periódicos de América y Europa, editorialista gráfico del diario Clarín hace ya más de veinte años.
"A fines de 1977 -declaró Sábat a la revista El Arca- le escribí una carta (a Cortázar) a París contándole la admiración que sentía por su cuento El Torito (sic). Al año siguiente, lo visité en su casa de la rue Saint Honoré. Era el apartamento de un hombre exquisito. Le mostré los dibujos que había hecho sobre Toulouse Lautrec y él dijo que haría un texto para ellos sin comprometerse con el tiempo. Un año después recibí un texto muy peculiar con la recomendación de que lo leyese y ponderase. Recuerdo muy bien el verbo, "ponderar". Eso hice. Y entonces le escribí pidiéndole que retirara unas líneas que me parecía no tenían nada que ver con Toulouse Lautrec. Y él las retiró. Fue, a pesar de esa pequeña diferencia, una relación muy fructífera. Él se portó muy bien conmigo y fue muy generoso al escribir un texto para mí. Lo recuerdo con mucho afecto".
El cuento de Cortázar, Un gotán para Lautrec, avanza sobre la historia tras el lienzo Salon de la rue des Moulins (motivo sobre el que también trabajó Sábat), postulando la (ficticia) teoría de que Mireille, la prostituta favorita de Toulouse sentada en un sofá en primer plano, habría viajado a la Argentina para convertirse en la famosa Rubia Mireya disputada en lo de Hansen.
Tomando este relato como base, el compositor argentino Jorge Zulueta escribió la partitura de la ópera Un tango pour Monsieur Lautrec. Estrenada en Francia en 1999, la obra cuenta con libreto de Jacobo Romano y letras del francés Jean-Louis Bachellier.
La ESMA y los Hombres Larva. La obra menos difundida y conocida de Cortázar es, técnicamente hablando, la única historieta que realizó el escritor, ya que tanto Fantomas... como Monsieur Lautrec fusionan el lenguaje del cómic y el humor gráfico con los de la literatura. La raíz del ombú nació de un pedido del artista plástico Alberto Cedrón, cuyos hombres de color y carbonillas habían recorrido el mundo en cuadros y murales que, a decir de Miguel Briante, "parecían musitar una letanía de miedo".
Primera edición de La raíz del ombú
En 1974, a Cedrón se le ocurrió realizar una historieta que pudiera asomarse al vértigo del abismo en que se encontraba la Argentina. Mientras su cabeza buscaba un escritor que se animara a acompañarlo en la tarea, una amiga que trabajaba en la Unesco le confió el teléfono de Cortázar. Cedrón lo llamó y, para su asombro, el autor de Rayuela aceptó instantáneamente. "Vos dibujá, y cuando tengas la historieta me la mandás que yo le pongo los textos", dicen que dijo el cronopio.
Portada de la edición argentina
A lápiz, Cedrón desmenuzó la luz entre las sombras. Durante dos meticulosos años, fue desgranando la vida de los cabecitas negras que atracaban en Buenos Aires, atraídos como mariposas al fuego por las llamas peronistas. La historia se fue articulando alrededor de un gran ombú que crecía en el barrio de Saavedra (sobre la calle Vedia y muy cerca de O'Higgins), el mismo que hacía las veces de puerta al infierno en el Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal. Entre sus añosas raíces, diversos túneles funcionaban como vasos comunicantes para una temible raza de Hombres Larva.
El 24 de marzo de 1976, el libro comenzó a tomar su forma definitiva. Los pasadizos subterráneos unieron al árbol con la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA); y los Hombres Larva pasaron a metaforizar directamente a los torturadores que actuaban amparados por la oscuridad.
La raíz del ombú vio finalmente la luz en 1980, en una limitadísima edición realizada en Venezuela por la Empresa de Energía Eléctrica del Estado. En el prólogo, su presidente Héctor Martínez sostenía que la historieta era un homenaje a "ese pueblo que encuentra en Cortázar la voz escrita para la muda condena y la gritada esperanza". La obra nunca circuló en la Argentina, razón por la cual se llegó a dudar de su real existencia. Las primeras imágenes pudieron verse recién en 1994, en un artículo del número especial que la revista La Maga dedicó al escritor.
Veinticuatro años después de su aparición, en el marco de la exposición internacional Presencias, que celebró la vida y la obra de Cortázar a 20 años de su muerte y 90 de su nacimiento, los curadores Facundo de Almeida y Liliana Piñeiro acordaron con Cedrón su primera edición masiva, que llegó a la Argentina junto con el megaevento, en agosto de 2004.
Reciente edición francesa de la historieta
Con un final tan abierto como el del clásico Eternauta de Oesterheld y Solano López, La raíz del ombú dispara preguntas sobre cuestiones aún pendientes. "¿Cómo hay que seguir?. Esta historia continúa más allá del papel. Esta historia no es más que un pedacito de historia argentina. El resto está en manos de todo un pueblo".
Prólogo anónimo de la primera edición de La raíz del ombú (1980), no incluido en la edición argentina de 2004. No voy a importunar la magia negra de este libro con un prólogo, ni este tapiz violento y doloroso necesita presentación. Sólo quiero poner aquí, en la entrada misma, el nombre de Venezuela junto al nombre de Argentina en la agónica solidaridad de nuestros pueblos. Sucede que este libro que me dieron a ver antes de imprenta, es la historia trágica de la Argentina contemporánea y actualísima, contada y estremecida por dos niños de mirada y de palabra profunda, latigueantes y trágicas también, Alberto Cedrón y Julio Cortázar.
La idea, el proyecto y la elaboración surgieron entre París y Roma. Cortázar traía y distraía, desde hace años, la idea de hacer novela utilizando la técnica y la forma de los cómics. Intuía acertadamente que la combinación de imagen y palabra, al modo de las historietas para niños (y para todos) podía ser un método eficaz para romper la barrera entre el narrador y el gran público, sobre todo en el tiempo de lecturas veloces, avasallamiento de imágenes y trepidación del cine y la televisión. A esto se añade la popularidad alcanzada por las historietas y relatos de cursilería romántica ya editados en cuerpo de novela. El reto no podía ser más tentador, ni más peligroso.
Este libro no es una novela, ni obedeció al propósito de hacerla. Ya el lector y contemplador sabrá, más adelante, y por testimonio de los autores, cómo se hizo La raíz del ombú. Pero hay, sin duda, en la estructura, en la forma y en la secuencia cinética de la obra, la confluencia de dos artistas –el de la imagen y el de la palabra- en una misma intuición compartida. Hay una identificación técnica y una identificación estética, ética, humorística, política, iracunda, condenadora. Hay una arrechera y una fe compartidas, como hay también una esperanza, la bella durmiente de la caja de Pandora.
La raíz del ombú enseña más que un manual universitario, más que un discurso, más que un informe político y más que un comité. Este libro conmueve y estremece por dentro la conciencia, porque ante su drama, nadie en el mundo social y humanamente nadie en América Latina está exento de culpa -silencio o inacción- del crimen de lesa humanidad que se está cometiendo, ahora y en cada hora, en Argentina, en Chile y Uruguay por mencionar tan sólo la trinidad sur del genocidio.
¿Por qué se publica este libro en Venezuela? Porque no se puede publicar en Argentina, porque es un alerta para Venezuela y porque este libro no es un libro argentino, es un libro latinoamericano y universal como es y tiene que ser universal el dolor, la ira, la denuncia y la lucha cuando ante nuestros ojos se degüella a un pueblo. Y porque de estos vibrantes materiales volcánicos se alimentan las revoluciones.