Jungle Cruise. Director: Jaume Collet-Serra. Protagonistas:
Dwayne Johnson, Emily Blunt, Edgar Ramirez, Jack Whitehall, Verónica Falcón,
Dani Rovira y Quim Gutierrez, entre otros. Con Jesse Plemons y Paul Giamatti. Guion:
Michael Green, Glenn Figarra y John Requa, sobre una historia de John Norville,
Josh Goldstein, Glenn Figarra y John Requa, basada en la homónima atracción de
los parques Disney. Productor: Dwayne Johnson, entre otros. Banda de sonido: Incluye
nueva versión instrumental de Nothing Else Matters, re-interpretada por Metallica
y James Newton Howard. Walt Disney Pictures / Davis Entertainment Company /
Seven Bucks / Flynn Pictures Co. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 30 de
julio de 2021, en simultáneo en cines y Disney+ con Premier Access.
No les alcanzó con ser Disney. Para terminar
de dominar la industria del entretenimiento global, compraron Star Wars,
compraron Marvel y compraron Los Simpsons (todo Fox, en realidad). Y como no
pudieron comprar a Indiana Jones (por ahora), decidieron hacer el suyo. Jungle
Cruise, tanque hollywoodense hecho y derecho, es eso. El intento de replicar
con billetera la magia que Spielberg, Lucas y Harrison Ford iniciaron con
talento, carisma, pasión cinéfila y algunos morlacos. Y por si se quedaban
cortos, le sumaron al combo un buen trago de Piratas del Caribe, que siempre
fue propiedad de la casa.
Comedia de aventuras ambientada en escenarios
exóticos y salvajes, con selvas pobladas de nativos semidesnudos que hablan lenguas
desconocidas. Un Amazonas más mítico que real, capaz de albergar en el
recorrido de sus aguas a la Garganta del Diablo. Personajes pintorescos en el medio
de la Guerra Mundial (la primera, para que la copia no sea tan obvia). Alemanes
que todavía no son nazis pero ya son los malos de la película. Y un grupo de
aventureros que se hace a las aguas para buscar el bien de la humanidad. Todos
movidos por una antiquísima leyenda de la Conquista, forjada por un Lope de
Aguirre que no estaba interesado en Eldorado.
Como estamos en la era de la empoderación
femenina y la corrección política, Jungle Cruise tiene una Indiana Jones mujer
(Emily Blunt) y una propuesta sumamente inclusiva del colectivo gay. Y para que
Dwayne Johnson no sea menos que nadie, su musculoso capitán es una versión
edulcorada de Jack Sparrow, capaz de tirar un chiste malo detrás de otro
mientras su vetusto barquito deja en ridículo a un submarino último modelo.
Basada en la clásica atracción homónima de los parques
Disney, la película hace gala de una producción faraónica, que supo invertir cada
uno de los dólares que tuvo a su disposición. Los rubros técnicos logran escenas
de acción impactantes, coreografías de masas sumamente vistosas; y hasta
algunos momentos de bella poética minimalista. Pero nada consigue evitar la permanente
sensación de déjà vu que acompaña al espectador durante el trayecto. Es que
Indiana Jones ya lo hizo todo antes. Y, para mí, lo hizo mejor.
Batman: The Long Halloween part 2. Director:
Chris Palmer. Voces: Jensen Ackles (Batman / Bruce Wayne), Josh Duhamel (Harvey
Dent / Two-Face), Naya Rivera (Catwoman / Selina Kyle), Billy Burke
(comisionado Gordon), Troy Baker (Joker), David Dastmalchian (Calendar Man,
Penguin), John Dimaggio (Mad Hatter), Robin Atkin Downes (Scarecrow, Thomas
Wayne), Katee Sackhoff (Poison Ivy), Fred Tatasciore (Solomon Grundy, Vincent
Falcone), Alastair Duncan (Alfred Pennyworth), Julie Nathanson (Gilda Dent),
Titus Welliver (Carmine Falcone), Jim Pirri (Sal Maroni),
Jack Quaid (Alberto Falcone), Laila Berzins (Sofia Falcone), Alyssa Diaz (Renee Montoya), Amy Landecker (Barbara Gordon) y Zach
Callison (joven Bruce Wayne), entre otros. Guionista: Tim Sheridan, basado en
el cómic homónimo de Jeph Loeb y Tim Sale (1996-1997), con personajes creados
por Bob Kane y Bill Finger. Warner Bros. Animation / DC Entertainment. EE.UU.,
27 de julio de 2021.
A medida que iba viendo la película, pensaba
que tranquilamente podía copiar y pegar el texto que había escrito sobre la
primera parte. Porque, de hecho, esta Batman. The Long Halloween part 2 repetía
los (pocos) aciertos y los (muchos) errores que había destacado para la
ocasión. Algo más que lógico, teniendo en cuenta que habían sido hechas juntas
y por los mismos responsables. Que después apareciera dividida en dos partes
tiene más que ver con la maximización de la explotación comercial que con las
cuestiones simbólicas de la dualidad que siempre aparecen cuando se aborda la
figura de Dos Caras (Two-Face).
Dicho sea de paso, no son muchos los orígenes
que cargan sobre sus espaldas el peso de semejantes instancias traumáticas tan
marcados por el dolor físico, el quebranto psicológico y la angustia
existencial. Los de Batman y Two-Face son dos de ellos. De los más violentos,
de los más definitorios que DC pueda ofrecer. Esta película los tiene a ambos,
en distintas instancias y por diferentes motivos. Y a los dos, Chris Palmer
logra contarlos desde la frialdad más distante, extirpando cualquier
posibilidad de empatizar con los personajes que están empezando a abrazar su
destino trágico e icónico. Como si se tratara de un trámite burocrático a
cumplir por obligación.
Ahora bien, tengo que reconocer que el tedio,
el sopor y el aburrimiento que me insuflaron las dos partes de esta laaarga aventura,
desaparecieron sobre el final, Sobre todo, porque el guionista Tim Sheridan se
animó a cambiar el final original del cómic, creando un cierre que (a mi gusto)
le calza mucho mejor al espíritu y al clima de la obra que el de la página
impresa. Por dos motivos. Porque se inscribe de lleno en el imaginario del clásico
cine noir que, lamentablemente, la película ignora aunque haya estado en la
historieta de Jeph Loeb y Tim Sale. Y porque plantea un dilema ético a Batman
en el manejo de la Verdad a la hora de impartir Justicia.
De todas formas, como viene sigue siendo
regla en los últimos lanzamientos animados de DC para el mercado de la venta
directa (dvd, blue-ray y descarga digital), lo mejor está en los extras que
acompañan al plato principal. En este caso, los dos episodios de Batman: La
serie animada con el origen de Two-Face; el avance del dvd de Injustice; y el
corto de la serie DC Showcase protagonizado por la versión de la Edad de Plata
de Blue Beetle, Captain Atom, The Question y Nightshade. Un canto inolvidable
al pop sesentista que tan bien nos hace.
Rápidos y furiosos 9. Director: Justin Lin. Protagonistas:
Vin Diesel, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Chis “Ludacris” Bridges, John
Cena, Nathalie Emmanuel, Jordana Brewster, Sung Kang y Michael Rooker, entre
otros. Con Hellen Mirren, Kurt Russell y Charlize Theron. Participación
especial de Bad Bunny, Ozuna y Jason Statham. Guionistas: Daniel Casey y Justin
Lin, sobre una historia de Justin Lin, Alfredo Botello y Daniel Casey, basado
en personajes y situaciones creados por Gary Scott Thompson. Productores: Vin Diesel y Justin Lin, entre otros. Original Film / One
Race Film / Perfect Storm / Roth – Kirschenbaum Film / China Film Co. EE.UU., 2021.
Estreno en la Argentina: 24 de junio de 2021.
Los mejores autos, los más caros, los más
exclusivos, los más veloces. Los hombres más rudos, más fuertes, más valientes,
los mejores al volante. Las mujeres más lindas, más sexys, más inalcanzables,
las mejores al volante. Los escenarios más bonitos, más exóticos, las urbes más
importantes, las pistas más complejas. El vértigo más desenfrenado, la
adrenalina más adictiva, la emoción más espectacular. El imaginario machista
más arcaico, más básico, más infantil.
A veinte años de su debut, la exitosísima
franquicia manejada por Vin Diesel no tiene nada nuevo para ofrecer. Y será por
eso que sigue jugando a dar más de lo mismo. La puesta en escena de un
videojuego de carreras, que sólo sabe (sólo puede) intentar sobrepasarse a sí
misma. Por izquierda o por derecha, sin respetar el tránsito mínimo de
cualquier narrativa, atropellando la lógica, llevándose puesta la razón, tirando
a la banquina la voluntaria suspensión de la incredulidad. ¿Ir en auto al
espacio exterior? Pero déjense de joder.
Como su nombre lo indica, Rápidos y furiosos
9 (The Fast & the Furious 9, o F9 a secas) es una carrera descerebrada hacia
la nada misma. Pasada de esteroides, carente de creatividad, tuneada hasta la enajenación.
Melodrama absurdo, que intenta hacer de una familia un grupo de peripatéticos superhéroes
cuyo único poder es el de acelerar a fondo, chocar todo lo chocable, destruir
todo lo destruible, poner cara de recios y hacer chistes estúpidos.
En un matete entre organizaciones secretas,
hackers desalmados y tecnologías apocalípticas en pugna, hay un intento de
búsqueda dramática sobre el pasado de la familia Toretto, que se termina encadenando
de la manera más tradicional y previsible. Fiel al espíritu de la saga, la
película de Justin Lin entra por los ojos, adormece el cerebro y se va haciendo
el mayor ruido posible. Como para que nadie se avive de que tendríamos que
haber ido a boxes hace un par de vueltas.
Hay escena post-créditos. Así que la carrera
sigue.
Cruella. Director: Craig Gillespie. Protagonistas:
Emma Stone, Emma Thompson, Joel Fry, Paul Walter Hauser, Mark Strong, Kirby
Howell-Baptiste, Kayvan Novak, Emily Beecham y John McCrea, entre otros.
Guionistas: Dana Fox y Tony McNamara, sobre una historia de Aline Brosh McKenna,
Kelly Marcel y Steve Zissis, basado en personajes y situaciones de la novela
101 dálmatas (1956), de Dodie Smith. Canción de cierre:Call Me Cruella,
interpretada por Florence + The Machine. Walt Disney
Pictures / Marc Platt Productions / Gunn Films. EE.UU., 2021. Estreno en la
Argentina: 28 de mayo de 2021, en salas cinematográficas y Disney Plus (Premier
Access).
De pibe, frente al inevitable River-Boca que
se jugaba entre los dibujitos animados de Warner y Disney, la discusión no se
dirimía entre halcones y palomas sino entre conejos y ratones. Y yo era
ferviente militante de la sana locura y la necesaria incorrección política de
Bugs Bunny y sus amigos. Lo único que le reconocía al Tío Walt, debo ser
sincero, es esa maravilla irrepetible de Fantasía (para mí, sigue siendo la
mejor película de Disney) y la impardable capacidad de generar villanas de
culto.
En ese rubro, los trabajadores de Disney
siempre daban en el centro. Su norte era el modelo icónico de la femme fatale inmortalizada
por el cine hollywoodense de la Edad de Oro: Irresistible, peligrosa, seductora,
feminista en su cualidad de reafirmación de su libertad. La vestían de malvada
porque esa era la única manera que encontraban para cargarla de sexualidad,
deseo, gozo y poder, algo que (en esos años) no se les permitía a las miles de
Blancanieves, Cenicientas y Bellas Durmientes que iban al cine a ver las
películas de sus obligatorios modelos a perpetuar.
Lo mejor de esas cintas clásicas del universo
principesco por antonomasia, no tengo dudas, está en el catálogo de deliciosas
criaturas malvadas. Y gran parte de mi desprecio al pacato conservadurismo de
Disney nació (creció y se fortaleció) en el rechazo a los castigos formales con
que el estudio condenó (narrativamente hablando, por supuesto) a sus creaciones
más vívidas, más logradas. Odiaba verlas perder, pero aplaudía que perdieran en
su ley, eligiendo mantener su fidelidad a la naturaleza predadora que les daba
identidad y trascendencia.
De ahí que, ahora, no me enganche mucho con
la actual obsesión disneyana de reformatear a su galería de malas a la hora de
otorgarles el protagonismo fílmico que antes le negaban. Me pasó con Maléfica.
Y me pasa con esta Cruella de Emma Stone, desnaturalizada al extremo de
justificar sus obsesiones más condenables con melodramáticas volteretas
argumentales que la neutralizan como villana, para instalarla como antiheroína fashion
y punk en la Londres de los revolucionarios setenta.
La película de Craig Gillespie cumple con el
imaginario british que promete. Es visualmente despampanante, cuenta con un
vestuario lo necesariamente grandilocuente; y se apoya en las grandes
actuaciones de un reparto muy bien encabezado por las dos Emmas (Stone y Thompson),
que saben caminar por el filo del desborde sin caer nunca en la caricatura. Y establece
un origen definitivo que rehabilita la conciencia de Cruella de Vil frente a la
ola cancelatoria que caracteriza al nuevo conservadurismo.
Si algo me llevó hasta el final de la
película, fue su perfecta banda sonora. Una seguidilla de inmortales hits de la
música rock, pop, funk, R&B, jazz y punk de la escena (no sólo) británica
de los ’60 y ’70. Supertramp, Bee Gees, The Doors, Nina Simone, Ike & Tina
Turner (haciendo covers de los Beatles y Led Zeppelin), Queen, Blondie, The
Clash, los Rolling Stones, David Bowie, Suzy Quatro, Deep Purple, Electric Light
Orchestra, Black Sabbath y The J. Geils Band, entre otros. Ideal para ver con
los ojos cerrados y el volumen al palo.
Space Jam: Una nueva era. Director: Malcolm D. Lee. Protagonistas: LeBron James, Don Cheadle, Khris Davis, Sonequa Martin-Green y Cedric Joe, entre otros. Voces (versión original en inglés): Jeff Bergman (Bugs Bunny, Silvestre, Yosemite Sam, Pedro Picapiedra, Oso Yogui), Zendaya (Lola Bunny), Gabriel Iglesias (Speedy Gonzales), Eric Bauza (Pato Lucas, Porky, Gallo Claudio, Elmer Fudd, Marvin el marciano), Candi Milo (Abuela), Bob Bergen (Tweety), Fred Tastasciore (Taz), Rosario Dawson (Mujer Maravilla) y Justin Roiland (Rick & Morty), entre otros. Guion: Juel Taylor, Tony Rettenmaier, Keenan Coogler, Terence Nance, Jesse Gordon y Celeste Ballard, basado en situaciones creadas por Leo Benvenuti, Steve Rudnick, Timothy Harris y Herschel Weingrod para el film Space Jam (1996). Productor: LeBron James, entre otros. Warner Animation Group / Proximity / The Springhill Company. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 15 de julio de 2021.
Del mundo de DC: Batman, Robin, Guasón, Gatúbela y el Pingüino, más un grupito de facinerosos feos, todos del Batman de Adam West. El Guasón, el Pingüino y Gatúbela de los Batman de Tim Burton. El Capitán Frío modelo Schwarzenegger. El Guasón de Heath Ledger. El Guasón de Joaquin Phoenix. El General Zod, Ursa y Non, del Superman de Christopher Reeve. Batman, Superman, Aquaman, Linterna Verde (John Stewart), Batichica, Flash, el comisionado Gordon, Selina Kyle, Dick Grayson, Jimmy Olsen, Lois Lane, Alfred Pennyworth y Harleen Quinnzel, del universo animado diseñado por Bruce Timm. La Mujer Maravilla de Gal Gadot.
Del mundo de los dibujos animados: Por Hanna & Barbera, el Oso Yogui y Bubu; Pierre Nodoyuna, Patán y Penélope Glamour; la familia Picapiedras (Dino incluido), los Mármol y el Gran Gazoo; Don Gato (sin su pandilla), Scooby-Doo, Shaggy, Fred, Daphne y Vilma, con La Máquina del Misterio; la súper familia Sónico y Robotina; Mandibulín; Maguila Gorila, el Capitán Cavernícola, Pepe Pótamo, Soso y su globo mágico; Igoo, Gloop y Gleep, en representación de los Defensores Interplanetarios; Frankenstein Jr. y Buzz Conroy; el Fantasma del Espacio, el poderoso Mightor; los Animaniacs Yakko, Wakko y Dot; Falconman y Dinamita. Por Cartoon Network, Rick y Morty. Por Pie Pequeño, Migo, Meechee y Gwangi. Por la Space Jam original: Bill Murray y los Nerdlucks. Colados: Lion-O y Cheetara, de los ThunderCats.
Del mundo de licencias Warner: Lord Voldemort y un par de miembros de la Casa Hufflepuff, de Harry Potter. Drogon y el Rey de la Noche, de Game of Thrones. Los War Boys de Mad Max: Furia en el camino. Morfeo, Trinity y el Agente Smith, de Matrix. El Rey Leónidas y sus espartanos de 300. Ilsa Lund (Ingrid Bergman) de Casablanca. Dorothy, la Malvada Bruja del Oeste y un mono volador de El Mago de Oz. King Kong. El Gigante de Hierro. Austin Powers. Pennywise, de It! Beetlejuice. Alex DeLarge y los drugos de La naranja mecánica. Gizmo y demás Gremlins. RoboCop. Tony Soprano. Gandalf, Frodo, Baggins y Gollum, de El Señor de los Anillos. Mamá Fratelli de Los Goonies. Baby Jane Hudson (Bette Davis) de ¿Qué pasó con Baby Jane?Jim West versión Will Smith. La Máscara de Jim Carrey. Un par de monjas ninfómanas de Los demonios, de Ken Russell (¿y cancelaron a Pepe Le Pew?). Los cameos de Steven Yeun (The Walking Dead) y los comediantes Sarah Silverman, Lil Rel Howery y Slink Johnson (más conocidos allá que acá, por cierto).
Del mundo del deporte: Los y las basquetbolistas Sue Bird, Draymond Green, A’ja Wilson, Anthony Davis, Damian Lillard, Klay Thompson, Nneka Ogwumike y Diana Taurasi. La boxeadora Ronda Rousey. La tenista Naomi Osaka. El relator Ernie Johnson Jr. Y la pipa de Nike.
Semejante conglomerado de cameos, referencias y participaciones especiales conforman un catálogo, no hacen una película. Un montón de citas a los cortos más clásicos de los Looney Tunes, secuencias, músicas y parlamentos famosos del séptimo arte, tampoco. Puntuales guiños a la carrera profesional de LeBron James, mucho menos. Y dos chistes, uno con Pixar y otro con Michael Jordan, no alcanzan a disimular que esta Space Jam. Una nueva era (Space Jam. A New Legacy) es la misma película que su primera parte, hecha hace 25 años. Sólo que, en lugar de Michael Jordan, está LeBron James intentando encestar. Para mí, es falta por conducta antideportiva. Corresponde expulsión inmediata.
Planeta salvaje. Dirección: René Laloux. Voces:
Jennifer Drake, Sylvie Lenoir, Jean Topart y Jean Valmont, entre otros.
Guion: Roland Topor y René Laloux, basado en la novela Oms en série (1957)
de Stefan Wul (pseudónimo de Pierre Pairault). Diseños originales: Roland
Topor. Dibujo de personajes: Josef Kábrt. Dibujo de fondos: Josef Josef Váňá. Música:
Alain Goraguer. Les Films Armorial / Service de la Recherche O.R.T.F. / Ceskoslovensky
Filmexport. Francia / Checoslovaquia, 1973. Estreno en la Argentina (versión
remasterizada): 22 de julio de 2021.
Recuerdo haber visto esta película hace más
de treinta y cinco años, no sé si en el viejo cine Cosmos, en alguna de los ciclos
del San Martín o en un mítico cineclub dónde sólo se exhibían muestras del
séptimo arte comprometido con la lucha de los pueblos. La copia no era la
mejor, era la que se había conseguido y preservado. Pero aun con las
deficiencias de audio e imagen, el impacto que me causó fue extraordinario. Una
ciencia-ficción hermética que, sin embargo, a pesar de su complejidad, no
expulsaba a ningún espectador. Al contrario, lo invitaba a descubrir un mundo
nuevo y, después de subyugarlo con el despliegue de su universo simbólico, le
sacudía la conciencia con una bajada de línea humanista (en su concepto) y
brutalmente directa (en su exposición).
Ayer volví a ver Planeta salvaje (La Planète
sauvage / Divoká planeta), en su copia restaurada en 2016. Por cuestiones tan
obvias como tecnológicas, la experiencia visual fue todo un descubrimiento, por
la calidad y definición con que se expande el surrealismo plástico de Roland
Topor, en constante diálogo con Dalí, de Chirico y el movimiento Pánico que el
propio Topor fundó con, entre otros, Alexando Jodorowsky. Fiel a su naturaleza
ecléctica, el trabajo de Topor en Planeta… se manifiesta en la conjugación de
dos lenguajes gráficos específicos: El humor satírico y el terror existencial.
El abordaje simultáneo de cuestiones biológicas y filosóficas, pero desde la
tensión conceptual que posibilita el imperio monstruoso del azar. La locura
controlada. La ambigüedad como materia prima. La confusión como punto de
partida y nunca como meta. Sólo por esto, el reestreno de este clásico
incombustible de la animación europea es más que bienvenido.
Pero Planeta… tiene (mucho) más para ofrecer
que un recorrido museístico por la pintura de un artista genial. A casi
cincuenta años de su estreno original, la película de René Laloux mantiene
intacta la pertinencia de sus mensajes alegóricos. Los personajes y sus
acciones son, por ello, significado y significante. Pero la perspectiva viene puesta
por los ojos que miran la historia. En un planeta, hay una raza que se ha
erigido en dueña absoluta (y autolegitimada) de esos territorios. Y hay otra
raza, vista como inferior por quienes detentan el poder hegemónico, con dos
destinos predeterminados: El de mascota, si ha sido previamente domesticado; o
el de alimaña salvaje y destructora, que debe ser exterminada. La primera de
las razas disfruta de sus paraísos privados, es fanática de la meditación y
practica algo que hoy llamaríamos sexo tántrico. La segunda sobrevive como
puede, menospreciada, maltratada y abusada, en el caso de los domesticados.
Oculta, perseguida y eliminada sin compasión, si se mantiene en estado salvaje.
La primera de las razas es la alienígena, de enorme estatura, piel azul y
saltones ojos rojos. La segunda de las razas es la humana.
Con esta potente metáfora de nuestra relación
con las otredades y los entornos que nos rodean, Laloux discute las ideas
instaladas de desarrollo y progreso, ciencia y superstición, civilización y
barbarie. Pero, sobre todo, pone en tela de juicio la condición humana. Y lo
hace con una particularidad que, para mí, marca la diferencia. La
relativización de las conductas convencionales de ambas razas, tan reconocibles
y al mismo tiempo tan ajenas, termina conformando una deontología distinta a la
que determina nuestra escala de valores. Aquí no parece haber buenos ni malos,
sino ignorantes incapaces de entender la real naturaleza de sus actos. Un
choque de culturas que se resume dialécticamente entre la explotación y la
revolución. ¿Quedará lugar para una tercera vía? Es posible, parece argumentar
el film, siempre y cuando las partes en conflicto entiendan que el único
empoderamiento efectivo viene de la mano de la educación. Y que la verdadera
liberación se alcanza tras un proceso de enseñanza y aprendizaje.
Y si todo esto no alcanza, siempre nos queda
la banda sonora de Alain Goraguer, pianista de jazz que supo colaborar con
Boris Vian y Serge Gainsbourg, entre otros revulsivos baluartes de la chanson
francesa. Hija dilecta de su época, la suite fantástica de Goraguer amalgama la
hipnótica psicodelia de Pink Floyd con el funk más setentoso, los principios de
la música electrónica y una búsqueda barroca de los cánones de la era espacial.
Un regocijo para todos los sentidos. Y un desafío para el intelecto.
Far South. Guion: Rodolfo Santullo. Dibujos y
portada: Leandro Fernández. Puro Comic. Argentina, 2013.
Si mal no recuerdo, en The Simple Art of Murder, Raymond Chandler establecía sus definiciones
sobre la novela negra. Ante todo, que se trataba de literatura y no de mero
entretenimiento. O sea, que debía reflejar el mundo en que vivimos, no desde el
destaque de las costumbres sociales en boga, sino desde la visceral exposición
de las pulsiones internas que mueven al ser humano. Y después, que no debía
perder tiempo en las detalladas resoluciones de los asesinatos (que para eso
estaba la novela de enigma) y ocuparse de los motivos y las motivaciones que
llevaban a alguien a matar a otro. En resumen (y abriendo el abanico a todas
las expresiones artísticas), el policial negro es una filosofía de vida anclada
en el gris, sin buenos ni malos, sin lugar para la ley y la ética, donde la
Verdad se impone con estrictos códigos morales; y la Justicia se dirime
mediante la violencia ejercida desde abajo como respuesta a la violencia
ejercida desde arriba.
En Far
South, el cómic del uruguayo (nacido en México) Rodolfo Santullo y el
argentino Leandro Fernández, los presupuestos de esta guía anglosajona se
cumplen con precisión suiza. Pero, fieles a sus raíces latinoamericanas, los
autores decidieron alejarse de la pureza inmaculada del canon para abrazar las
difíciles (pero deliciosas) mieles de la hibridación. Cruza entre el policial
negro y el western, traducido en un anónimo escenario que fusiona los
imaginarios rurales de la Argentina, el Uruguay y algunas zonas del Brasil en
la década del ‘40, Far South se
yergue como una monumental partida de ajedrez jugada entre perdedores y
sobrevivientes, segundas líneas que se ensucian las manos en favor de los permanentes
poderes de turno, exponentes del subsuelo derrotado, decadente y vilipendiado
de una sociedad estancada en el vasallaje. La lírica psicológica de un atarintanado
Sam Peckinpah crepuscular, contada con la voz rota de Chavela Vargas.
Quien siembra vientos cosecha tempestades,
asegura el refrán. Y en Far South, de
una forma o de otra, todos han venido sembrando sus tormentas de frustración,
traición y venganza, denodadamente, por siglos. Y cuando hable el plomo y la
tierra se riegue con sangre, la polvareda de ese pueblo detenido en el tiempo,
asfixiado por el calor y la corrupción, no distinguirá entre justos y
pecadores. Historia coral devenida en tragedia colectiva, las supuestas
anécdotas autoconclusivas terminarán colisionando en una matanza inevitable.
Pero
antes, jornaleros y putas, rompehuelgas y sindicalistas, cafiolos y políticos, bandoleros
y mafiosos, blancos e indígenas, pasarán por un trago a la Pulpería de Montoya,
punto de encuentro para las luces y las sombras de este relato, tierra de nadie
capaz de brindar un poco de sosiego existencial a tanta miseria humana. Purgatorio
postrero donde los personajes pueden apurar una última grappa, antes de salir a
encontrarse con su borgeano e impostergable destino.
Fernando Ariel García
Publicado originalmente en 21 en
el XXI. Cómic Noir del tercer milenio,
catálogo oficial de la XXXIV Semana Negra de Gijón (julio de 2021).
Explota Explota. Director: Nacho Álvarez. Protagonistas: Ingrid García-Jonsson, Verónica Echegui, Fernando Guallar, Giuseppe Maggio, Fran Morcillo, Fernando Tejero, Pedro Casablanc, Carlos Hipólito y Natalia Millán, entre otros. Participación especial de Raffaella Carrá. Guionistas: David Esteban Cubero, Eduardo Navarro y Nacho Álvarez, sobre una idea original de Nacho Álvarez, inspirado en la vida y obra de Raffaella Carrá. Música original: Roque Baños. Incluye canciones del repertorio de Raffaella Carrá. Tema de cierre:En el amor todo es empezar, interpretado por Ana Guerra. Coreografías: Toni Espinosa. Tornasol / El Sustituto Producciones A.I.E. / Indigo Film / RTVE / Rai Cinema / Amazon Prime Video. España / Italia, 2020. Estreno en la Argentina: 15 de julio de 2021. Disponible en HBO MAX desde el 16 de julio de 2021.
Empiezo aclarando lo de siempre: No me gustan las comedias musicales. Me parece antinatural que las personas dejen de hablar para ponerse a cantar sus cuitas como si eso fuera lo más normal del mundo. No puedo conectar con eso. No sé conectar con eso. Dicho lo dicho, la opera prima del uruguayo Nacho Álvarez me encantó. Quizá por la natural fluidez con que el canto alternó con el habla, tal vez por la exquisita recreación de los musicales setentistas que supe ver en mi juventud televisiva, seguro porque las canciones de la recientemente desaparecida Raffaella Carrá me pegaron justo en la línea emotiva de flotación, hundiendo mis defensas neuronales ante un género al que me suelo acercar con muchísimos prejuicios.
Para definirlo rápido, Explota Explota (Ballo Ballo en Italia) es a la música de Raffaella Carrá lo que Mamma Mia! es a la de ABBA. Una excusa argumental armada para justificar esa imbatible seguidilla de éxitos representativos de la diva italiana. Una referente indiscutida del pop y el glam peninsular que, en su tierra natal, además, corporizó como nadie la lucha por los derechos de las mujeres y el colectivo gay, cuando mostrar el ombligo en pantalla implicaba la condena furibunda y explícita del Vaticano. Algo que de verdad le pasó a Raffaella.
De ahí, supongo, que el nudo argumental de esta comedia romántica ambientada en la España franquista de 1973, evidencie la tensión entre los reclamos libertarios de una generación y el accionar agobiante (y ridículo) de la censura de turno. Un drama que se condena sin resignar nunca la idealizada alegría de vivir de esos años, puesta a rodar con personajes lo necesariamente estereotipados para moverse a sus anchas en el límite almodovariano del kitsch.
Con diálogos frescos y efectivos, una paleta de colores sesentistas y algunas coreografías impactantes (la del subte es toda una maravilla), Álvarez nos pone a bailar y a cantar con, sin repetir y sin soplar, Adiós amigo, Tuca Tuca, Bailo bailo, Hay que venir al sur, Caliente caliente, Male, Lucas, 0303456, En el amor todo es empezar, Rumore, María Marí, Sin ti y Fiesta, todas ellas en su versión española. O sea, sin la censura agregada con que las conocimos en la Argentina. Conviene verla pronto. Por si acaso se acaba el mundo.
(Información de prensa) Grandes estrenos. Directores consagrados. Lo mejor del cine francés está en Entre-Nous, festival online y gratuito que, del 14 al 21 de julio, podrá seguirse en la Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay.
"El cine hecho en Francia abarca un amplio panorama de sensibilidades -sostiene Rémi Guittet, agregado audiovisual de la Embajada de Francia en la Argentina). Dentro de este cine, dialogan tradiciones distintas, orígenes múltiples y miradas a veces conflictivas. Todos tienen su lugar dentro del cine francés. Les proponemos un viaje a través del país del cine".
Para Guittet, "el cine francés es una comunidad diversa que se une en el deseo de que Francia, el país que vio nacer el cine, siga siendo una promesa para los creadores. Siendo un arte y una industria al mismo tiempo, el cine se beneficia de una política pública fuerte en pos de la diversidad y de la independencia de los autores. El apoyo está sistematizado tanto para los productores, distribuidores y exhibidores -quienes construyen y sostienen una industria desde la apuesta sobre un guion hasta llegar al público-, como para los directores que disponen de respaldo para desempeñar su trabajo, desde la escritura a la puesta en producción".
Programación
Dios mío que hemos hecho ahora (Qu'est-ce qu'on a encore fait au bon Dieu?, 2014), de Philippe de Chauveron:Tras ver a sus hijas casarse con un musulmán, un judío, un chino y un africano, Claude y Marie Verneuil se enfrentan a una nueva crisis. Sus cuatro yernos, Rachid, David, Chao y Charles, están decididos a abandonar Francia con sus esposas e hijos para probar fortuna en el extranjero.
Incapaces de imaginar a su familia lejos de ellos, Claude y Marie están dispuestos a todo para retenerlos. Con Christian Clavier, Chantal Lauby, Émile Caen, Frédéric Chau, Frédérique Bel, Medi Sadoum, Julia Piaton, Ary Abittan y Élodie Fontan.
Los miserables (Les Misérables, 2019), de Ladj Ly: El policía Stéphane Ruiz acaba de unirse a la BAC, la Brigada de Lucha contra la Delincuencia de Montfermeil, un suburbio al este de París.
Allí conoce a sus nuevos compañeros, Chris y Gwada, dos agentes experimentados en las enormes tensiones que existen entre los distintos grupos organizados que operan por el control del problemático barrio. Con Damien Bonnard, Alexis Manenti, Djibril Zonga, Issa Perica, Al-Hassan Ly, Steve Tientcheu, Almamy Kanoute, Jeanne Balibar, Raymond Lopez y Omar Soumare.
Los consejos de Alice (Alice et le Maire, 2019), de Nicolas Pariser:El alcalde de la ciudad francesa de Lyon, Paul Théraneau, se encuentra en una posición delicada. Tras pasar 30 años en política se empieza a quedar sin ideas y siente que sufre una especie de vacío existencial. Para superar esta adversidad, Paul decide contratar a una brillante filósofa, la joven Alice Heinmann.
Entre ambos se desarrolla un diálogo en el que sus respectivas personalidades cambian drásticamente su forma de ver y entender el mundo. Con Fabrice Luchini, Anaïs Demoustier, Nora Hamzawi y Léonie Simaga.
Trois jours et une vie (2019), de Nicolas Boukhrief: Navidad de 1999 en un tranquilo pueblo en la región de las Ardenas. La vida de un chico llamado Antoine se verá pronto devastada por tres trágicos eventos: la muerte de un perro, la desaparición de un niño y una fuerte tormenta.
Con Sandrine Bonnaire, Charles Berling, Jérémie Senez, Pablo Pauly y Philippe Torreton.
A puertas cerradas(Adults in the Room, Francia / Grecia, 2019), de Costa-Gavras:Grecia. 2015. El mal estado de la economía llevó a una gran crisis en la nación, provocando que un nuevo gobierno se alzara con la intención de rebelarse ante las políticas establecidas por la Unión Europea y los banqueros que manejan no sólo el capital de esta unión sino del mundo.
Adaptación del libro escrito por el ex-Ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis durante la crisis griega de 2015. Con Christos Loulis, Ulrich Tukur, Valeria Golino y Alexandros Bourdoumis.
Los años más bellos(Les plus belles années d'une vie, 2019), de Claude Lelouch: Un hombre y una mujer, hace años, vivieron una historia de amor fulgurante, inesperada, atrapada en un paréntesis convertido en un mito.
En la actualidad, él, antiguo piloto de carreras, se pierde un poco por los caminos de su memoria. Su hijo entonces intenta ayudarle a encontrar a la mujer que su padre no supo guardar junto a él, pero a quien rememora continuamente. Secuela de Un hombre y una mujer (1966) y Un hombre y una mujer: 20 años después (1986). Con anouk Aimée, Jean-Louis Trintignant y Souad Amidou.
Las cosas que decimos, las cosas que hacemos(Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait, 2020), de Emmanuel Mouret: Vacaciones en la campiña francesa. Daphné, embarazada de tres meses, se encuentra sola para recibir a Maxime, el primo de su novio François, quien ha tenido que irse a París para cubrir a un compañero enfermo.
Durante cuatro días, mientras esperan el regreso de François, Daphne y Maxime se conocen y comparten historias muy íntimas que los acercarán. Con Camélia Jordana, Niels Schneider, Vincent Macaigne y Émilie Dequenne.
Sinónimos: un israelí en París(Synonimes, Francia / Israel / Alemania, 2019), de Nadav Lapid: Yoav llega a París desde su Israel natal para empezar una nueva vida. Lleno de ilusiones, y creyendo que esa será su salvación, hace todo lo que está a su alcance para intentar convertirse en francés.
Pero las cosas no resultan como esperaba y tendrá que enfrentarse a tragicómicas dificultades, empezando por el idioma que hará que un diccionario se transforme en su más fiel compañía. Con Tom Mercier, Quentin Dolmaire, Louise Chevillotte, John Sehil, Gaël Raes, Chris Zastera y Jonathan Boudina.
Tres recuerdos de mi juventud (Trois souvenirs de ma jeunesse, 2015), de Arnaud Desplechin: Paul Dédalus es un profesor de antropología acusado de espionaje que reside en Tayikistán. Mientras se prepara para abandonar ese país, comienza a recordar algunos episodios de su vida. Su infancia en Roubaix, los ataques de locura de su madre y el vínculo que lo unía a su hermano Iván. También recordará sus 16 años, a su padre, viudo inconsolable y el viaje a la URSS donde ofrecería su propia identidad a un joven ruso.
Se acordará además de sus 19 años, su hermana Délphine, su primo Bob, sus escapadas con Penélope, Medhi y Kovalki, el amigo al que tuvo que traicionar. Sus estudios en París, el encuentro con el doctor Béhanzin, su vocación por la antropología. Y, sobre todo, Paul recordará a Esther. El corazón de su vida. Con Mathieu Amalric, Lou Roy-Lecollinet, Quentin Dolmaire, Léonard Matton y Dinara Drukarova.
El Atelier (L'Atelier, 2017), de Laurent Cantet: La Ciotat, sur de Francia. Antoine se ha integrado a un grupo de jóvenes que como parte de un programa de inserción social, ha sido seleccionado para participar de un taller literario. Allí deben escribir una novela con la guía de Olivia, una famosa escritora que dirige el atelier.
El proceso creativo hace hincapié en el pasado industrial del pueblo, un tipo de nostalgia que no le interesa a Antoine. Volcado en preocupaciones más actuales, se opone a Olivia y al grupo con una violencia que alarma y al mismo tiempo seduce a la novelista. Con Marina Fois y Matthieu Lucci.
Varda por Agnès(Varda par Agnès, 2017), de Agnès Varda: Una película documental irrepetible e imprevisible de una narradora también única. Se trata del último largometraje de Agnès Varda, que echa una mirada sobre su propia experiencia tras años como directora. Una auténtica clase magistral de cine, o de “escritura de cine”, con su particular visión personal llena de entusiasmo y mucha sapiencia. Un repaso sin precedentes por su legado cinematográfico histórico.
La “abuela de la Nouvelle vague” nos conduce por un relato que recopila lo que eran sus inspiraciones, su forma de trabajar y su fuerte compromiso con el público. La cineasta francesa falleció en marzo de 2019, por lo que este film servirá como una carta de presentación para las nuevas generaciones, pero a la vez, como una más dulce que agria despedida para los que la siguieron durante toda su trayectoria. La manera perfecta de irse y de dejar unas últimas palabras.
120 pulsaciones por minuto(120 battements par minute, 2017), de Robin Campillo: París, principios de los años 90. Un grupo de jóvenes activistas intenta generar conciencia sobre el SIDA.
Un nuevo miembro del grupo, Nathan, se quedará sorprendido ante la radicalidad y energía de Sean, que gasta su último aliento en la lucha. Con Nahuel Pérez Biscayart, Arnaud Valois, Adèle Haenel, Antoine Reinartz y Ariel Borenstein.
Todas las películas podrán verse en estos links de acceso:
Black Widow. Directora: Cate Shortland. Protagonistas:
Scarlett Johansson (Natasha Romanoff / Black Widow), Florence Pugh (Yelena
Belova / Black Widow), David Harbour (Alexei Shostakov / Red Guardian), Rachel
Weisz (Melina Vostokoff / Black Widow), O-T Fagbenle (Rick Mason), William Hurt
(Thaddeus Ross), Ray Winstone (Dreykov) y Olga Kurylenko (Antonia Dreykov),
entre otros. Participación especial de Julia Louis-Dreyfus (Valentina Allegra
de Fontaine). Guionista: Eric Pearson, sobre una historia original de Jac
Schaeffer y Ned Benson. Basado en personajes y situaciones creadas y
desarrolladas por Stan Lee, Don Rico, Don Heck, John Romita, Roy Thomas, John
Buscema, Devin Grayson, J.G. Jones, Ralph Macchio, George Pérez, David
Michelinie, Jack Kirby, Jim Steranko, James Hudnall y John Ridgway, entre
otros, para los cómics de Marvel. Productores ejecutivos: Scarlett Johansson, Kevin
Feige. Marvel Studios. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 9 de julio de
2021, en salas cinematográficas y Disney+ (Premier Access).
Un año y pico después de la que debería haber
sido su fecha de estreno original, Black Widow llega a los cines y a las
pantallas hogareñas que hayan pagado el importe extra del Premier Access en
Disney+. COVID mediante, el canto del cisne de Scarlett Johansson como la letal
espía del Universo Cinematográfico Marvel (UCM), puede verse y disfrutarse sin
que el periodo de suspensión animada haya empeorado o mejorado alguna de sus
cualidades cinematográficas.
Fiel a la básica naturaleza anticomunista del
personaje creado en 1964, la película de Cate Shortland arranca en las
postrimerías del régimen soviético, dejando en claro que los rusos buenos son
los que traicionarán a su causa; y los rusos malos son mucho más malos por su
amistad con Cuba. Montando un artefacto narrativo que empieza como intrigante thriller
político, se establece como humorístico melodrama familiar y termina como desaforada
aventura superheroica, Black Widow pierde complejidad, interés y nervio
dramático, a medida que avanza en su derrotero. La gama de grises deja paso a
un claroscuro infantiloide, disparando una escalada visual que resquebraja el
pacto de credibilidad que también necesita un film de esta naturaleza. Digamos
que aquello que empieza referenciando al mejor James Bond (y, por qué no, a su
émulo Jason Bourne), termina copiando al peor Dominic Toretto.
A pesar de estar ambientada en el pasado (entre
Capitán América: Civil War y Avengers: Infinity War, mayoritariamente), Black
Widow fue pensada y ejecutada como puntapié inicial de la Fase 4 del UCM, a ser
continuada por las series Falcon y el Soldado del Invierno y WandaVision; y no
al revés. Sacando la gran sorpresa que arruinó el nuevo orden de exhibición
impuesto por la pandemia, todo sale bien parado. Principalmente, porque la
influencia a futuro de la película no se encuentra en las cuestiones
argumentales, sino en la definición de temáticas a ser abordadas por el UCM en
esta etapa.
El recambio generacional aparece como algo
obvio, teniendo en cuenta el salto de fe que Black Widow pegará en Avengers: Endgame. Otra Viuda cantará en la serie de Hawkeye, por lo que se promete; y
Florence Pugh demuestra estar a punto caramelo para aceptar este desafío. El
concepto del doppelgänger superheroico también dice presente, en parte como
paso de comedia y en parte como promesa del futuro armado de los Dark Avengers.
Y la inclusión de cuestionamientos socio-políticos viene galvanizada a la idea del
legado revisionista y el empoderamiento femenino, que aquí aparece claramente
expuesto como salida ante la creciente problemática de la violencia de género.
De hecho, nunca antes un film Marvel se había
metido tan en serio (y tan a fondo) con este tema. Formando parte del discurso
y de la trama, Black Widow expone las secuelas físicas y psíquicas que cargan
las víctimas, mientras critica abiertamente la hipersexualización que las
películas anteriores del UCM hicieron del personaje y de la propia Johansson,
haciendo del villano real un retrato simbólico de todos los Harvey Weinstein
que andan dando vueltas por el mundo. Lo más impactante de todo, sin embargo,
es la puesta en valor del concepto de sororidad que hace rodar en una
estructura tan machista e individualista como puede llegar a ser la del género
superheroico. Sólo por eso, me parece, valió la pena esperar un año y pico para
poder ver esta aventura. La excusa argumental, más o menos lograda, queda en segundo plano.