(Información de prensa) Ganadora del Premio a la Mejor Película Argentina y al Mejor Montaje en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2014, Su realidad, filme de Mariano Galperín con Daniel Melingo, se estrena el próximo 4 de junio.
El relato transcurre en un mundo paralelo durante una gira del músico Daniel Melingo por Europa.
Lo que se ve, lo que parece real no siempre lo es. Con elementos del surrealismo, los años '30 y el siglo XXI, la trama va descubriendo a su protagonista y lo acompaña en sus distintos estados anímicos, algunos oscuros, otros más luminosos, focalizado siempre en los tiempos intermedios, cuando está abajo del escenario, lejos del show.
Junto a su manager, los músicos y un extraño entorno, lo vemos subiendo y bajando de trenes, aviones y hoteles, mientras mira pasar por la ventana pueblos y ciudades. Melingo se ríe de él mismo y de los demás.
De la manera más musical posible, la cotidianidad (y no tanto) de su protagonista viaja entre recuerdos, estados alucinógenos y amigos.
Con toques de comedia picaresca lisérgica, los distintos géneros musicales se van mezclando de un modo en que el estado de rock siempre está.
El mundo de Melingo y su realidad no paran de avanzar. Como soldado y artista va para adelante dándolo todo, hasta llegar al final del recorrido que es, para su propia locura, el mismo que el de partida.
La película cuenta con la participación de Muhammad Harbbibi El Rodra Guerra, Patricio Cotella, Gustavo Paglia, Pedro Onetto, Andrés Calamaro, Jaime Torres, Ivan Gonzalez, Guillermo Pfening, Mariano Galperin, Miguel Zavaleta y Fabrice Lambete.
De Once a Moreno. Historietas sobre rieles. Autores: Santiago Sánchez Kutika y Hurón, Diego Rey, Daniel Perrotta, El Guillo y Majox, Emiliano Maitía, Érica Villar y Marina Muñoz, Javier Hildebrandt y Lauri Fernández, Juan Damián Correa y Emanuel Enríquez. Portada: Pietro. 92 páginas en blanco y negro. Hotel de las Ideas. ISBN: 978-987-335-603-2. Argentina, agosto de 2014.
La idea es buenísima. Una antología temática organizada de acuerdo con el trayecto de la línea del tren Sarmiento, con historietas autoconclusivas y de diferentes autores, relacionadas con algunas de las estaciones más emblemáticas del itinerario. Eficaz metáfora del relato como viaje físico y simbólico entre dos puntos, entre dos estadíos modificados por el recorrido. Algo que se percibe con la lectura, ya que los personajes protagónicos de De Once a Moreno no llegan de la misma manera que parten. Se los nota más cansados, más excitados, algo defraudados, en paz consigo mismos, victoriosos o derrotados, incluso muertos.
La idea es buenísima, además, porque engancha con una histórica premisa de la mítica Editorial Columba (la de la palomita, la de El Tony, D’artagnan, Fantasía, Intervalo y Nippur Magnum, la que durante décadas encarnó el concepto de “historieta popular” desde una producción prioritariamente industrial): La lectura de cualquiera de sus revistas debía ocuparle a sus lectores el tiempo de un viaje en tren de Once a Moreno. De este guiño se agarran los creadores para abordar los géneros clásicos, pero bajo una sensibilidad contemporánea, permeable a la hibridación y con la anécdota subjetivada desde la impronta autoral.
La idea es buenísima, porque permite que cada historia, cada estación, desarrolle un universo determinado, elabore una propuesta única capaz de sumarle al todo sin tener que resignar su propia identidad. Así, nos detenemos en el policial fantástico, en cierto realismo mágico, en el romance, en la ficción autobiográfica, en el drama de época, en la introspección onírica, en la gauchesca y el costumbrismo rioplatense, estableciendo conexiones con la comedia de situaciones y el toque bizarro que marida la crónica social y el absurdo surrealista del Juan Carlos Batman, aquel encapotado argentino que Alfredo Casero (de)construía semanalmente en Cha cha cha.
La idea es buenísima, pero (y aquí llegamos al punto que más duele), la resolución global del álbum no está a la altura de esa premisa. La inserción de las tramas en los contextos del ferrocarril es sumamente dispar, yendo de lo orgánicamente natural a lo violentamente forzado. La oferta cualitativa es, también, notoriamente despareja en el qué se cuenta y en el cómo se lo cuenta. En esta antología, más allá de lo determinante que pueda resultar el gusto personal de los lectores a la hora de evaluar los contenidos, el arco de apropiaciones técnicas de las herramientas narrativas propias de la historieta pendula entre lo sublime y lo precario, sin escalas intermedias. Y eso lastima (mucho) a aquellos autores con un nivel de ejercicio profesional más acotado.
Viéndolo en perspectiva, De Once a Moreno va tirado por una locomotora muy potente, aunque no todos sus vagones estén preparados para aguantar un viaje de esta naturaleza. De todas formas, más allá de los altibajos, sigo apostando por este medio de transporte. Hay algo en su traquetear que invita a seguir andando, a dejarse llevar.
De amor y dinero. Director: Hossein Amini. Protagonistas: Viggo Mortensen, Kirsten Dunst, Oscar Isaac. Guionista: Hossein Amini, basado en la novela The Two Faces of January de Patricia Highsmith. StudioCanal/Working Title Films. EE.UU./Reino Unido/Francia, 2014.
Para los antiguos romanos, el dios Jano comandaba sobre los inicios y las transiciones, de ahí que el nombre del primer mes del año, enero, derive directamente de su pronunciación en latín. Como suyas eran las acciones que involucraban nacimientos, viajes y cambios, estuvo asociado a la simbología de las puertas, los pasajes y los puentes. Por entender que el movimiento era siempre bivalente, se lo significó mirando simultáneamente al pasado y al futuro. Y de esta naturaleza dual surgió su representación gráfica definitiva, la de las dos caras que, simplificándolo todo, sirvió para encorsetarlo como referente de lo ambiguo.
Y siendo la ambigüedad uno de los ejes narrativos de la obra literaria de Patricia Highsmith, no debe extrañar que esta De amor y dinero (pésima retitulación del original The Two Faces of January, basada en la homónima novela de una de las plumas más interesantes del policial contemporáneo), se defina mediante lo que esconden las fachadas de la Acrópolis y de los hombres que hormiguean a su sombra. Buscas travestidos de estetas decadentes, animales embutidos en los oropeles del triunfo y la seda, o camuflados de guías turísticos cancheros y entradores, ninguno terminará siendo lo que parece ser. Y más de uno terminará mostrando la hilacha, vencido por la desesperación, acuciado por la adversidad, abrumado por la necesidad. E intentando sacar algún provecho de ello.
La estafa va a estar, permanentemente, en el centro de la escena. Mediocres que se agrandan entre palomas y trastabillan frente a los halcones, van resueltos hacia la debacle humana, hacia la oscuridad de los avernos, hundidos en la mugre que no sale con agua y jabón. Caerán en un crimen no buscado, después de practicar abusivamente del delito de cabotaje, ejecutado con cierta pericia y nada de moral. Víctimas de una cadena de eventos desafortunados, resueltos de la única forma en que se resuelven estos entuertos cuando el azar (o el Diablo) mete la cola: Mal.
Deambulando entre el triángulo amoroso a punto de consumarse y el peso de una relación filial inconclusa, interrumpida por el distanciamiento y la ausencia, los personajes de Viggo Mortensen, Kirsten Dunst y Oscar Isaac tensionarán las cuerdas eróticas, apelarán al chantaje emocional en un in crescendo alocado que los arrinconará, inevitable, frente a la tragedia. Unidos por el espanto, obnubilados por ese reflejo deformado que les devuelve el otro como espejo solitario y cruel, entrelazarán sus historias de abandono y furia, hasta comprender que esa complementariedad extraña y extrañada sólo podrá resolverse mediante un pacto de sangre y muerte.
Cara y ceca de una misma moneda que rodará por la Grecia y la Turquía de los ’60, desandando el laberinto del minotauro en un pálido reflejo de la mitología que fue, como atronadora continuidad de la guerra entre dioses, semidioses y hombres que se fueron a las manos por la húmeda entrepierna de una mujer y varios fajos de dólares. Lo incomprensible es que, con estos personajes arreados por sus reflejos instintivos, el guionista y director Hossein Amini haya elegido una puesta en escena sumamente cerebral, de montaje y estética impecables, pero respetuosamente distante del involucramiento emocional del espectador. Atrapando sin apretar.
El cuarto azul. Director: Mathieu Amalric. Protagonistas: Mathieu Amalric, Léa Drucker, Laurent Poitrenaux, Stéphanie Cléau, Mona Jaffart. Guionistas: Mathieu Amalric y Stephanie Cléau, basado en la novela homónima de Georges Simenon. Alfama Films. Francia, 2014.
Cama caliente y cabeza fría. Lo que los protagonistas tienen por separado, este alucinante filme de Mathieu Amalric lo exhibe orgullosamente, todo junto y sin medidas. Pesadilla cuasi kafkiana en dónde lo que creemos entender, aquello que suponemos haber descubierto, termina siendo de otra manera. Irremediablemente, porque El cuarto azul (La chambre bleue, 2014) está siempre un paso adelante del espectador. Un logro que se agradece (y se disfruta) porque se trata de un policial basado en la homónima novela de uno de los máximos exponentes del género, Georges Simenon.
La base del relato es un thriller judicial, de ahí que la trama se apoye de manera tan firme y efectiva en la distancia que va del hecho emocionalmente consumado a la reconstrucción intelectual de ese mismo hecho. En este laberinto de pasiones, mediado y gobernado por la subjetividad, la descomposición del todo en sus partes más significativas termina relativizando cada prueba, cada testimonio. Y la continuidad de la acción, hecha de fragmentos que van y vienen en el tiempo, abre el menú de posibilidades de manera adrede y alevosa, jugando con nosotros como el gato lo hace con el ratón. Con la ventaja de saber a dónde nos está llevando.
Dos amantes, ambos casados, descargan su pasión prohibida en el cuarto azul del título, dentro de un hotel supuestamente alejado de miradas indiscretas y las habladurías del pueblo que lo cobija. Lo único concreto que tenemos es el crimen que se ha cometido, porque todo lo demás quedará en el ámbito de los supuestos. Conjeturas que se verán alimentadas por cuestiones del orden de la pasión, el amor, la traición, la costumbre, el hastío, las rutinas maritales, la atracción del peligro y el peligro de la atracción.
¿Visceralmente cerebral? ¿Cerebralmente visceral? Con una estética elegante y sofisticada, a caballo de una visualidad sensualmente arrebatadora, Amalric filma y registra, haciendo de la intensidad su norma; y de la encadenación simbólica su medida. Escamoteándonos la verdad mientras compone un personaje que, entendemos bastante rápido, se siente culpable. Averiguar si lo es o no, le (y nos) llevará toda la película. Y cuando las luces se prendan, estaremos ahí, atónitos ante lo que acaba de pasar por delante de nuestros ojos. Con una única certeza clavada en el cuerpo. La certeza de la duda.
Fernando Ariel García
Bonus track:
Algunos afiches franceses, mucho más interesantes, logrados y representativos que el argentino
Avengers: Era de Ultrón. Director: Joss Whedon. Protagonistas: Robert Downey Jr. (Tony Stark/Iron Man), Chris Hemsworth (Thor), Mark Ruffalo (Bruce Banner/Hulk), Chris Evans (Steve Rogers/Capitán América), Scarlett Johansson (Natasha Romanoff/Viuda Negra), Jeremy Renner (Clint Barton/Hawkeye), Elizabeth Olsen (Wanda Maximoff/Bruja Escarlata), Aaron Taylor-Johnson (Pietro Maximoff/Quicksilver), Paul Bettany (voz de J.A.R.V.I.S./La Visión), Samuel L. Jackson (Nick Fury), James Spader (voz de Ultrón). Participación especial de Lou Ferrigno (voz de Hulk), Claudia Kim (Dra. Helen Cho), Don Cheadle (coronel James Rhodes/War Machine), Anthony Mackie (Sam Wilson/Halcón), Cobie Smulders (Maria Hill), Hayley Atwell (Peggy Carter), Linda Cardellini (Laura Barton), Idris Elba (Heimdall), Thomas Kretschmann (Barón Wolfgang Von Strucker), Andy Serkis (Ulysses Klaue), Stellan Skarsgård (profesor Erik Selvig), Tom Hiddleston (Loki), Josh Brolin (voz de Thanos) y Stan Lee. Guionista: Joss Whedon, basado en personajes y situaciones del cómic Marvel, con especial referencia a la miniserie Age of Ultron, de Brian Michael Bendis, Bryan Hitch, Brandon Peterson, Carlos Pacheco, Joe Quesada y Paul Neary; y a distintas aventuras de The Avengers y The Ultimates, firmadas por Stan Lee, Jack Kirby, Roy Thomas, John Buscema, George Pérez y Mark Millar, entre otros. Marvel Studios. EE.UU., 2015.
Equilibrio perfecto entre épica global, drama existencialista y entretenimiento puro y duro. Avengers: Era de Ultrón (Avengers: Age of Ultron, 2015) resume, condensa y exprime lo mejor que ha ido mostrando el Universo Marvel cinematográfico desde su inicio. Y lo hace, entiendo, desde la personal mirada de Joss Whedon, principal artífice de este finísimo mecanismo de relojería que acierta, sobre todas las cosas, al elegir la acción por sobre el movimiento, al priorizar la profundidad empática por sobre el inocuo desborde de testosterona.
No es que falten las peleas. De hecho, gran parte del metraje lo ocupan una serie de monumentales enfrentamientos, coreografiados con indudable pericia técnica y feligrés respeto al lenguaje corporal y la dinámica grupal que los Vengadores exhiben en la página impresa, sobre todo en las clásicas historietas dibujadas por John Buscema, George Pérez y Bryan Hitch, expertos a la hora de combinar movimiento de masas con amor al detalle personalizado para definir la identidad de cada superhéroe, en relación con sus pares y sus antagonistas.
Este detalle cualitativo también nos permite ahondar en las historias personales de los personajes que no protagonizan películas propias: La Viuda Negra y Bruce Banner, vértices de un frágil triángulo amoroso que deberá vivir con la sombra verde de Hulk siempre acechando, si es que decide apostar por un futuro común. Y, sobre todo, Hawkeye, con una serie de revelaciones que no tomarán por sorpresa a los lectores de The Ultimates, pero que sirven para capitalizar el costado humano que este grupo de superhombres lleva consigo cada vez que sale a salvar al mundo. En su formación original o en su versión ampliada con Quicksilver, La Bruja Escarlata, La Visión y...
Alegoría sobre la moral científica a la hora de crear y destruir vida; y de los peligros que conlleva el uso irresponsable de la tecnología, Era de Ultrón trabaja sobre el típico escenario Frankenstein, poniendo en (ligero) debate el concepto ético de la vida, aplicado tanto a lo biológico como a lo artificial. El disparador viene dado por la creación de Ultrón a manos de Iron Man (y no Ant Man –próximo desembarco fílmico de Marvel-, como en los cómics), una inteligencia robótica empeñada en demostrar el trágico escenario al que suelen conducir las buenas intenciones. Esta tensión latente entre creador y creación (que Whedon resuelve mucho mejor que Tony Stark, dicho sea de paso) cobra ribetes introspectivos al evaluar la eficacia de la fuerza física contra las armas psicológicas.
Así como queda claro, de entrada, que el enemigo a derrotar por los Vengadores es Ultrón, el filme establece las bases de lo que vendrá (léase Capitán América 3: Guerra Civil) al abordar el peligro que representa la militarizada paranoia de Iron Man por la seguridad y el control absoluto, a un paso de justificar la defensa megalomaníaca en manos de un ejército de drones, sin importar el impacto que pudiera causar sobre las libertades individuales.
La más interesante (y más lograda) de toda la filmografía superheroica Marvel, Vengadores: Era de Ultrón se hace fuerte en su cóctel de aventura y humor, con caracterizaciones muy bien definidas (la mejor escena, de lejos, es la de la fiesta con competencia de martillo incluida), que exponen claramente la diferencia que hay entre un grupo y un equipo. Y, de yapa, para los muy fanáticos, tira un par de puntas referenciales a Pantera Negra (Black Panther, a estrenar el 3 de noviembre de 2017), con la aparición de Wakanda y Ulysses Klaue, futuro archivillano Klaw; y a Hulk: El hombre increíble (The Incredible Hulk, 2008), en la figura de la doctora Helen Cho, madre de Amadeus Cho, el nerd tecnológico que ayudó a Banner la única vez que Edward Norton se puso verde de furia.
Y antes de irme, un servicio a la comunidad: No hace falta comerse todos los títulos del final. Con quedarse hasta la escena post-créditos artísticos, alcanza y sobra.
Fernando Ariel García
Ilustración de C. Weit para los afiches ensamblados del filme,
(Información de prensa) Millones de dólares en juego. Basada en una historia real, El gran secuestro de Mr. Heineken (Kidnapping Mr. Heineken>, 2015), con Anthony Hopkins, Jim Sturgess, Sam Worthington y Ryan Kwanten, se estrena en la Argentina el próximo 17 de septiembre (sí, hubo nuevos cambios).
La película de Daniel Alfredson narra la historia del "secuestro más famoso del siglo": En 1983, el magnate de la cerveza Alfred Henry Heineken es secuestrado, junto con su chófer, por una banda que exige 50 millones de dólares por su libertad.
(Información de prensa) ¡Estas vacaciones de invierno, vuelve la mejor comedia de aventuras para toda la familia! José María Listorti y Pedro Alfonso son Socios por accidente 2, y están listos para estrenar el próximo 2 de julio. La película de Fabián Forte y Nicanor Loreti, cuenta con la participación especial de Luz Cipriota, Anita Martínez, Lourdes Mansilla, Christian Sancho, Mario Pasik, Paula Chávez, Nico Vázquez, Campi y Gabriel Schulz.
Matías (José María Listorti) es ahora un traductor de lengua rusa de gran prestigio y tiene una novia muy joven y hermosa (Luz Cipriota). En el mayor desafío profesional de su vida, la llegada del primer ministro ruso a la Argentina, se verá envuelto en una historia que jamás hubiera imaginado. Y Rody (Pedro Alfonso) se cruzará inesperadamente en su destino.
Dirigida nuevamente por la dupla Nicanor Loreti y Fabián Forte. La producción ejecutiva está a cargo de Esteban Mentasti, Hori Mentasti y Alejandro Gruz y fue producida por Cinemagroup-Buffalo films en asociación con Adart y Jump producciones. Filmada en locaciones de Capital Federal y la provincia de La Rioja. Socios por accidente 2 será distribuida en la Argentina por UIP (United International Pictures).
Fabián Forte: Director de obras de teatro, guionista y director. Realizó ocho cortometrajes, muchos de ellos seleccionados en festivales internacionales, y ganó el concurso Telefe Cortos 2004 con Dosis. También ha dirigido largometrajes, entre los que se destacan Mala Carne (2003) y Celo (2006). Luego de una extensa y ascendente carrera, en 2012 escribió el guión y dirigió La corporación (de la productora Cinemagroup) que fue apoyada por el INCAA.
Nicanor Loreti: Nació en Buenos Aires en 1978. Fue jefe de redacción de la revista La Cosa, publicó el libro de entrevistas Cult People (2009) y colaboró en las revistas estadounidenses Fangoria, Psychotronic Video y Shock Cinema. También produjo y escribió varios largometrajes y dirigió Diablo (2011), ganadora de la competencia argentina en el 26º Festival de Cine de Mar del Plata.
Se levanta el viento. Director: Hayao Miyazaki. Voces: Hideaki Anno (Jiro Horikoshi), Hidetoshi Nishijima (Honjo), Miori Takimoto (Naoko Satomi), Masahiko Nishimura (Kurokawa), Mansai Nomura (Giovanni Battista Caproni), Jun Kunimura (Hatori), entre otros. Guionista: Hayao Miyazaki, basado en la novela homónima de Tatsuo Hori. Studio Ghibli. Japón, 2013.
Digámoslo de entrada. Se levanta el viento (Kaze Tachinu, 2013) es una obra maestra. Y no una obra maestra cualquiera, ya que se trata de la última obra maestra con que va a alegrarnos la vida el enorme Hayao Miyazaki. Lo cual es, al mismo tiempo, una lástima y una fiesta. Sensaciones mezcladas, sentimientos encontrados que están en el ADN de este filme de envolvente belleza, de poéticas imágenes y de una hondura humana rara vez alcanzada por los dibujitos animados.
Como siempre que hablamos de Miyazaki, aquí también vamos a entablar una relación afable y empática con sus temáticas recurrentes: El poder movilizador de los sueños, la conciencia pacifista, la responsabilidad que acarrea el conocimiento, el apareamiento de la realidad y la ficción, la convivencia orgánica entre lo natural y lo sobrenatural. La libertad como valor último. Y primero, por supuesto.
En la forma, el ambicioso relato que va hilvanando el filme nos cuenta la historia de Jiro Horikoshi, el ingeniero aeronáutico creador del bombardero A6M Zero, quirúrgica herramienta japonesa durante la Segunda Guerra mundial, ya que se trata del avión que estrellaban los kamikazes en su único vuelo de sacrificio, entrega y desmesura. Y nos cuenta también la historia de amor y sufrimiento que lo unió y separó a la mujer de su vida. Y la historia de embelesamiento con el diseñador aeronáutico italiano Giovanni Battista Caproni, a quien visita durante sus estados de vigilia, buscando respuestas. Y parte de la historia del Japón durante el siglo XX: El terremoto de 1923, la epidemia de tuberculosis (con un link metaliterario a La montaña mágica de Thomas Mann), la depresión económica, la entrada al conflicto bélico mundial.
Pero, en realidad, si uno mira atentamente, al realizar la biografía de Jiro Horikoshi, Miyazaki está filmando su autobiografía, está firmando su testamento artístico, el legado de su vida. De niños, tanto Horikoshi como Miyazaki quisieron ser pilotos de avión. Jiro no pudo por problemas en su vista, motivo por el cual Hayao se está retirando del cine. La tuberculosis que afectó a la madre de Miyazaki es la misma que golpeará de la manera más cruel al entorno afectivo más íntimo de Horikoshi. El padre de Miyazaki fabricaba timones para los aviones que diseñó Horikoshi; y ambos tuvieron que vivir con el dilema de consciencia de construir instrumentos pensados para la paz y utilizados para la guerra. Horikoshi admiraba al italiano Caproni, que diseñó un avión de nombre Ghibli, que es el nombre con que Miyazaki bautizó a su estudio de animación. Es obvio, Hayao y Jiro comparten la obsesión por su trabajo y la ambición de hacerlo lo mejor posible.
Pero lo más importante es que Se levanta el viento, por sobre este denso cúmulo referencial, es una película hermosa, sensible, arrebatadora. El fiel retrato del amor entre un creador y su creación. De la pasión que lo lleva a dedicarle todo su esfuerzo, todo su tiempo, a la ardua tarea de hacerla despegar y hollar nuevos territorios.
Terror en el bosque. Director: Eduardo Sánchez. Protagonistas: Dora Madison Burge, Samuel Davis, Roger Edwards, Chris Osborn, Denise Williamson, Brian Steele, Jeff Schwan, entre otros. Guionista: Jamie Nash. Court Five / Haxan Films / Miscellaneous Entertainment. EE.UU., 2014.
Advertencia: No vayas al cine a ver Terror en el bosque (Exists, 2014) si: a) No te gustan las películas de jóvenes contra monstruos (y viceversa); b) No te gustan las películas falsamente rodadas en primera persona; c) No te gustan las películas que te dejan adivinar quiénes, cómo, dónde, cuándo, por qué y en qué orden van a ir muriendo los personajes protagónicos (siempre y cuando prestes un poquito de atención y ejercites el uno por ciento de tu capacidad fabuladora); d) No te gustan las películas que te dejan adivinar qué personaje va a salir airoso de la matanza y por qué (ídem).
Ahora, si te gustan ese tipo de películas, Terror en el bosque es para vos una cita ineludible. Porque Eduardo Sánchez (no por nada uno de los creadores de The Blair Witch Project) sigue siendo el mejor a la hora de idear y plasmar esta estética de hiperprofesionalizado amateurismo, consabida marca de fábrica de un género tan transitado como gastado. El que está relacionado con el universo de filmaciones caseras, grabadas con cámaras de mano y por gente que, se supone, está más preocupada por registrar un hecho íntimo que por filmar una película.
Más que justificado en este caso, por la premisa semivacacional del grupo de jóvenes que, solito y sin ninguna necesidad, corre a esconderse en una cabaña perdida en los bosques de Texas, convenientemente alejada de todos los caminos transitados. Y por la imagen esquiva del Pie Grande, que vive y hace de las suyas justo en el bosque elegido por los chicos. Bosque que, por casualidad y por herencia de la brujita de Blair, resulta ser una trampa mortal de la que no zafaría ni Dora la exploradora.
La trama es supertrillada, obvio.
Y ante un qué tan ramplón y predecible, pesan los atractivos del cómo se nos va contando lo que ya sabemos de memoria. Y acá le doy las gracias a Sánchez por evitarnos el morboso e infantiloide regodeo sanguinolento. La violencia es extrema y bastante gráfica, pero cuidada en el mismo sentido que se cuidan los desnudos cuidados para la revista del conejito: Exhibiendo sin obscenidad. Otra cosa es la técnica para generar incomodidad, nerviosismo y hasta cierta dosis de miedo en el espectador, aprovechando el recurso de esconder todo lo que se pueda, escamoteando la claridad visual para el final.
Final cantado que llega de la mano de un veterano axioma filosófico sobre la naturaleza del monstruo. ¿Quién es el ser capaz de causar espanto, atentando contra el orden regular de la naturaleza? ¿El Hombre o la Bestia?
¿Habrá segunda parte? Creo que sí.
el negro Fontanarrosa (la biografía). Autor: Horacio Vargas. 296 páginas en blanco y negro y a color. Homo Sapiens Ediciones. ISBN: 978-950-808-865-9. Argentina, octubre de 2014.
Fragmentos de rudimentarias historietas realizadas en la infancia. Diversas muestras de sus trabajos publicitarios. Un montón de chistes tan nuevos hoy como en los distintos entonces en que fueron pensados, dibujados y publicados. Secuencias de Boogie, de Sperman, del Inodoro Pereyra. Cartas manuscritas con esa grafía inconfundible. Maquetas para el armado de los libros de De la Flor. Originales mecanografiados de los cuentos (y corregidos a mano). Un puñado de fotos familiares. Columnas periodísticas, discursos (incluida la célebre exposición de las “malas palabras” para el Congreso de la Lengua de 2004). Un texto de Elvio Gandolfo. Parte de una irrepetible e impagable charla con Osvaldo Soriano. Los homenajes de sus pares al momento de su muerte.
Sólo por esta serie de apartados documentales, el negro Fontanarrosa (la biografía) se vuelve un libro precioso y preciado, destinado a ser leído y releído, preservado en el mejor lugar de la biblioteca y en un luminoso rincón del corazón. Pero el trabajo de Horacio Vargas es mucho más valioso que el valor de la compilación de este material disperso y poco conocido. Hermoso, cariñoso y cálido retrato del rosarino universal, es también un ferviente homenaje al Hombre, al profesional, al vecino que mejor entendió el color y la naturaleza del habla popular; y que mejor la trasladó al papel antes de dejarla vagar libre por el aire libre.
Como Fontanarrosa, el libro de Vargas va de Rosario al mundo, saliendo de esa ciudad que amó (y correspondió sin medidas a ese amor) sin abandonarla jamás. Hace escala en la cocina histórica del humor gráfico y la historieta, en las redacciones de diarios y revistas, en la intimidad de la creación literaria, en la mítica barra de El Cairo. Logra vencer a la Muerte y nos sienta a parlotear con el negro (así, en minúsculas, como lo escribía Fontanarrosa en sus firmas) sobre fútbol, minas, el café de los bares. Y lo hace respetando los códigos barriales de la amistad.
Foto de la niñez
Lo mejor de todo, se me antoja, es que Vargas escribió este libro siguiendo las indicaciones precisas dadas, en alguna oportunidad, por el propio biografiado: Capítulos cortos, muchas anécdotas, muchos diálogos, mucha primera persona. Y así desfilan por estas páginas los testimonios del mismo Fontanarrosa (obviamente), pero también los de su familia, sus amigos famosos (Serrat, Crist, Rabinovich, Valdano, Divinsky, la Mesa de los Galanes) y los de sus amigos anónimos (un pueblo entero, capaz de confabularse con la esposa del dibujante y el intendente de Rosario para darle una sorpresa en un día muy especial).
El último dibujo
Este libro, para mí, honra la memoria, el legado, la estatura artística y la vida de Roberto Fontanarrosa como nunca nadie lo había hecho antes. Más que una biografía, un cacho de cultura.
(Información de prensa)Placer y martirio, película de José Celestino Campusano, se estrena comercialmente en la Argentina el próximo julio. Pero antes, participará de la Competencia Argentina del 17º BAFICI, con exhibiciones en la sala 4 del Village Recoleta (martes 21 y miércoles 22 de abril, a las 22:20 y a las 18:15 horas, respectivamente) y en la sala 1 del Artemultiplex Belgrano (viernes 24 de abril a las 22:15 horas).
El filme está protagonizado por Natacha Mendez, Rodolfo Ávalos, Paula Napolitano, Aldana Carretino, Myrian Agüero, Juan Bautista Carreras, María Laura Sobrino y Juan Ignacio Frías.
Delfina (Natacha Mendez) es una bella mujer de 45 años, que goza de un buen pasar económico y comparte su vida junto a su fiel marido y a su hija adolescente. A través de una amiga íntima, Delfina conoce a Kamil (Rodolfo Ávalos), un supuesto empresario de alto rango abocado a operaciones financieras inciertas, quien manifiesta ser de origen árabe. Ambos establecen una idílica relación de amantes. Kamil es un manipulador tan hábil como cruel que, a través de intervenciones cada vez más ínfimas y siempre en nombre del amor, logra conducir a Delfina a un inexplicable nivel de degradación y deterioro físico.
Para José celestino Campusano, "Placer y Martirio se relaciona con plasmar una tragedia donde en nombre del amor se desarrolla la mayor obsesión partiendo de un mínimo de elementos y obteniendo los peores resultados. Está inspirada en anécdotas verídicas aportadas por varias personas".
Daredevil. Directores:Phil Abraham, Steven S. De Knight, Ken Girotti, Adam Kane, Stephen Surjik, Brad Turner. Protagonistas: Charlie Cox (Matt Murdock / Daredevil), Deborah Ann Woll (Karen Page), Elden Henson (Foggy Nelson), Rosario Dawson (Claire Temple), Vincent D'Onofrio (Wilson Fisk / Kingpin), Vondie Curtis-Hall (Ben Urich), Bob Gunton (Leland Owlsley / The Owl), Ayelet Zurer (Vanessa Fisk), Scott Glenn (Stick), Toby Leonard Moore (Wesley Owen Welch), John Patrick Hayden (Jack Murdock, padre de Matt), Skylar Gaertner (joven Matt Murdock), entre otros. Guionistas: Drew Goddard y Steven S. De Knight, basado en los cómics Marvel de Daredevil, especialmente aquellos realizados por Stan Lee, Bill Everett, John Romita, Gene Colan, Frank Miller, John Romita Jr. y Brian Michael Bendis. Productores ejecutivos: Drew Goddard, Steven S. De Knight, Stan Lee, Jeph Loeb y Joe Quesada, entre otros. ABC Television / Marvel Entertainment / Walt Disney Company / Netflix. EE.UU., 2015.
Olvídense de la película de Ben Affleck, este Daredevil concebido entre Marvel y Netflix da justo en el blanco. Sublimación de lo mejor de las mejores etapas por las que supo atravesar el cómic en su larga andadura, los 13 episodios que desde hoy pueden verse por streaming constituyen un gran drama policial, con elementos superheroicos y mirada existencialista. Duro, oscuro y violento, Daredevil aborda historias de potencia emocional en pequeña escala territorial, si es que vamos a compararlo con la épica aplicada al universo superheroico explotado por el cine, la TV y los DVD’s.
Aquí nunca parece estar en juego el destino del mundo, sino el futuro inmediato de la calle del barrio. De ahí que las consecuencias de las acciones sean más hondas en el aspecto humano, el enfoque sobre la sangre derramada sea realista y seco; y la atmósfera escogida gane en densidad y capas de sentido y, por ende, haya menos lugar para el humor. Las temáticas, enfoques y atmósferas escogidas (trata de personas, secuestro de chicos) apuntan este Daredevil a un público no sé si más adulto, pero sí más maduro en lo intelectual y en lo emocional.
En esta esplendorosa Tragedia Noir hay un par de historias que corren paralelas y desembocan con furia en un final que pide a gritos la segunda temporada. De entrada queda claro que los superhombres, los alienígenas, las deidades están bastante lejos de esta cotidianeidad. En el cielo, podríamos decir para entablar un juego de palabras con el infierno que se vive sobre y bajo las aceras de este vecindario conocido como Hell’s Kitchen, en estado de reconstrucción tras la invasión alienígena que se mostrara en Los Vengadores.
La historia principal sigue los pasos de Matt Murdock (Charlie Cox), joven al que la ceguera le abrió los ojos de los sentidos, permitiéndole entrar a un mundo imposible de alcanzar mediante la vista. Matt es hoy un hombre habitado por cierta memoria culposa, un abogado impotente ante ciertos atropellos del Poder sobre la gente; y un católico carcomido por la duda. Atrapado en la tensión (real y simbólica) que lo hace pendular entre el heroísmo y la criminalidad, entre la Ley y la Justicia, entre la fe y la tentación. El ascenso de Kingpin (Vincent D'Onofrio) como amo del crimen organizado, obligará a Daredevil a intentar reconciliar los extremos en pugna en su interior.
Daredevil está en continuidad con el cinematográfico Universo Marvel, pero de una manera menos explícita que Agents of S.H.I.E.L.D. Y presenta infinidad de referencias (inocuas para el desarrollo de la trama) que volverán locos a los fanáticos: La recreación de The Owl (Bob Gunton); la mención al Hombre Absorbente; la presencia en pantalla de Stick (mentor ciego de Daredevil, en la piel de Scott Glenn); la incorporación de Wesley Owen Welch (Toby Leonard Moore), mano derecha de Kingpin que es un personaje inventado para la película de Ben Affleck, entre muchas otras. Y, por supuesto, la afiatada utilización del reparto fijo del cómic: Karen Page (Deborah Ann Woll), Foggy Nelson (Elden Henson) y Claire Temple (Rosario Dawson), enfermera creada en los ’70 para el cómic de Luke Cage y luego trasladada al rincón del Hombre sin Miedo.
Primera temporada del primero de los cinco proyectos generados por el acuerdo entre Marvel y Netflix, Daredevil sienta las bases para las series AKA Jessica Jones (protagonizada por Krysten Ritten), Luke Cage (personificado por Mike Colter) y Iron Fist, antes de que todas ellas deriven en la miniserie The Defenders en el último tramo del año. Así que a respirar hondo, limpiarse la baba y empezar a soñar con la aparición de Elektra, Bullseye y (posiblemente) el Punisher, todo ello en la segunda temporada de Daredevil, si es que vamos a creer en lo que dice uno de sus productores ejecutivos, Steven S. De Knight. Parece que se nos vienen tiempos interesantes. Fernando Ariel García