miércoles, 20 de diciembre de 2023

AQUAMAN Y EL REINO PERDIDO: EL CAMBIO CLIMÁTICO NO ES UN MITO DE CTHULHU

Aquaman y el Reino Perdido. Director: James Wan. Protagonistas: Jason Momoa (Arthur Curry / Aquaman), Patrick Wilson (Orm Marius / Amo del Océano), Randall Park (Dr. Stephen Shin), Amber Heard (Mera), Yahya Abdul-Maleen II (David Kane / Black Manta), Temuera Morrison (Tom Curry), Nicole Kidman (Atlanna), Dolph Lundgren (Nereus), Indya Moore (Karshon) y Vincent Regan (Atlas), entre otros. Guionista: David Leslie Johnson-McGoldrick, sobre una historia de James Wan, David Leslie Johnson-McGoldrick, Jason Momoa y Thomas Pa’a Sibbett. Basado en personajes y situaciones creadas por Mort Weisinger, Paul Norris, Bob Haney, Nick Cardy, Jack Miller, Ramona Fradon, David Michelinie, Jim Aparo Peter David y Esteban Maroto, entre otros, para DC Comics. DC Studios / Atomic Monster / The Safran Company. EE.UU., 2023. Estreno en la Argentina: 20 de diciembre de 2023.


Segundo largometraje en solitario del Rey de los Siete Mares y, por esas cosas de la (re)programación permanente de las películas superheroicas, Aquaman y el Reino Perdido (Aquaman and the Lost Kingdom) tiene el raro privilegio de cerrar la saga del paladín subacuático y del Universo Extendido de DC en su conjunto. Es cierto que no hay nada particularmente relacionado con esta doble condición; y es cierto también que ello no influye en el resultado final de la aventura.


A nivel argumento, se me hizo bastante pobre. No porque le falten vueltas de tuerca a la trama (de hecho, me parece que le sobran un par), sino porque parece un compendio de situaciones y características ya vistas en otras licencias. Algunas, de hecho, más de una vez. En la Aquaman anterior (obvio), pero también en las sagas de Thor, Conan, James Bond, las pelis de James Cameron y algún que otro clásico de la ciencia-ficción exprimido hasta el cansancio en los Sábados de Súper Acción, principalmente aquellos firmados por Mario Bava y Ray Harryhausen.


Esta obsesión por las citas, principalmente las sesentistas, permiten el lucimiento más importante del apartado visual. La identidad retro de los escenarios, la tecnología, la relación entre los personajes y la narrativa en general, marcan el pico creativo más alto de la producción, esmeradísima a la hora de incorporar el imaginario comiquero del Aquamán (así, con acento en la última a) leído en las mexicanas de Novaro, principalmente el hipocampo Tormenta, el pulpo Topo y la saga del asesinato del Aquabebé a manos de Black Manta.


Manteniendo el tono de comedia de la primera entrega, la secuela cambia el registro romántico por el de la buddy movie, razón formal por la cual el Amo del Océano pasa tanto tiempo en cámara y Mera tan poco. Navegando entre Julio Verne y H.P. Lovecraft, la película incorpora el género terrorífico con pautas que apuntan a una cosmogonía ancestral prehumana, pero que termina diluida en un puñado de zombies más coléricos que otra cosa. Una Isla Misteriosa sin sorpresas, unos Swimming Dead sin personalidad.


En cambio, sí me resultó muy interesante la raíz natural que desencadena el fenómeno sobrenatural que pretende sostener el metraje un tanto estirado. El film de terror del que habló el director James Wan en los medios, se corre de los monstruos y los demonios con pose de malos muy malos, para detenerse en los efectos apocalípticos del cambio climático y las causas humanas (y atlantes) que lo vienen provocando. Si el nuevo universo cinematográfico de DC se anima a profundizar esta veta, me parece, las cosas podrían mejorar. Mucho. Así como no hace falta leer antes la precuela oficial, tampoco es necesario quedarse hasta el final. En el chiste intertítulos de cierre, se termina todo.
Fernando Ariel García

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