miércoles, 30 de diciembre de 2020

WONDER WOMAN 1984: ALTA TAPA

Wonder Woman 1984. Guionistas: Anna Obropta y Louise Simonson, Steve Pugh. Dibujantes: Bret Blevins, Marguerite Sauvage. Letrista: Travis Lanham. Coloristas: Steve Buccellato, Marguerite Sauvage. Portadistas: Nicola Scott y Annette Kwok (regular), Robin Eisenberg (variante). Editor: Michael McCallister. 32 páginas en color. DC Comics. EE.UU., noviembre de 2020.

Portada de Nicola Scott y Annette Kwok

Cuando era pibe, bastante antes del streaming, los DVD’s y los VHS, las películas se veían en el cine y se leían, después, adaptadas en historietas. En la Argentina, las revistas de Editorial Columba (El Tony, Fantasía, D’artagnan e Intervalo) transformaron esta propuesta en una marca indeleble de sus publicaciones, algo parecido a lo que había hecho en los EE.UU. la Gold Key. Hoy, con el acceso instantáneo al material fílmico en distintos soportes, la industria norteamericana del cómic ha reemplazado las adaptaciones por las precuelas, una forma “creativa” de capitalizar comercialmente la altísima visibilidad que ofrecen los grandes tanques fílmicos.

En este museo se cruzan (sin cruzarse todavía) los caminos de la Mujer Maravilla, 
Barbara Minerva y Maxwell Lord

Marvel tiene super aceitado este mecanismo. Mucho más que DC, que sólo lo ha utilizado en un par de ocasiones, como Man of Steel, precuela oficial de El Hombre de Acero, la película de Zack Snyder que dio origen al actual Universo Cinematográfico DC, expandido ahora gracias al aporte de Wonder Woman 1984. Las dos aventuras que componen este número son lo suficientemente laxas, como para referir sin spoilear ni contradecir nada de lo que vaya a pasar en el cine. Dos anécdotas mínimas e infantiloides, a caballo entre la acción física y el humor zonzo, que ni le suman ni le restan a la licencia.

Steve Trevor y la Mujer Maravilla, como si el primero no se hubiera muerto en la peli anterior

Por estar incluidas en la cronología cinematográfica de la Wonder Woman de Gal Gadot, los cómics mudaron las locaciones a los EE.UU., particularmente a Washington, donde Diana Prince trabaja como guía en un museo. El mismo museo que exhibe piezas de la colección personal de Maxwell Lord, el mismo museo al que entra a trabajar la doctora Barbara Minerva (futura Cheetah). En la segunda historia, sin explicar cómo, cuándo y por qué ha vuelto de la muerte, Steve Trevor comparte hazañas con la superheroina, lo cual hace sospechar que esta pieza en particular transcurre en simultáneo con la peli y no antes. Y paremos de contar, porque acá (aparentemente) se acaba todo lazo que una la revista con el film. El resto podría funcionar como intrascendente relleno de cualquier revista de la Mujer Maravilla.

Portada de Robin Eisenberg

Lo más potable de este combo está en la portada variante de Robin Eisenberg, ilustradora y diseñadora industrial de Los Angeles, militante del arte pop como vehículo de concientización social sobre el género no binario, desde una mirada que privilegia la introspección sexual. La suya es una heoína completamente alejada del canon hegemónico de belleza que ha venido definiendo, desde el origen, la forma física del personaje. Más que la Mujer Maravilla, una maravilla de mujer.
Fernando Ariel García

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