Boda negra. Director: Svyatoslav Podgaevskiy.
Protagonistas: Yana Yenzhayeva, Konstantin Beloshapka, Ilya Yermolov, Varvara
Borodina, Igor Khripunov y Sabina Akhmedova. Guionistas: Natalya Dubovaya, Ivan
Kapitonov, Svyatoslav Podgaevskiy. Central Partnership / QS Films / Inej
Productions. Rusia, 2020. Estreno en la Argentina: 20 de enero de 2022.
Si están pensando seriamente en ver esta
película, háganse un favor. No vean el tráiler. Lo repito: No vean el tráiler.
Va de nuevo: No vean el tráiler. Quien haya montado el avance se olvidó de algo
esencial. Una cosa es intentar convencer a los espectadores para que elijan
este film; y otra muy distinta es revelar el giro más importante, crucial y
definitorio que, se supone, la obra guarda en su interior. Y si ese es un error
garrafal, no sé cómo calificar el hecho de que también hayan incluido el final
del film. Sí, el final. Por eso, por última vez, si están pensando seriamente
en ver esta película, no vean el tráiler. El que está acá abajo.
Sigamos. No tengo idea de quién es Svyatoslav
Podgaevskiy. Si vamos a hacerle caso a las gacetillas de prensa, entonces se
trata del director más importante que tiene para ofrecer el actual cine de
terror ruso. Hay, al menos, dos películas anteriores que confirmarían la
aseveración de la oración anterior. Aunque habiendo visto sólo esta Boda negra
(Privorot. Chernoe venchanie), me animaría a decir que Podgaevskiy sería, en todo
caso, el mejor director yanqui que tiene para ofrecer el actual cine de terror
ruso. No porque haya nacido en los EE.UU. (que lo hizo en Moscú), sino porque
filma siguiendo al pie de la letra el canon norteamericano para las expresiones
contemporáneas del género.
Lo cual, por cierto, no es ni bueno ni malo.
Sólo define la narrativa elegida, justifica el hecho de que la película se haya
estrenado internacionalmente con título en inglés (Dark Spell) y en copia
hablada en inglés con subtítulos en el idioma que corresponda; y justifica que
la espectacular fotografía panorámica de Moscú y San Petersburgo haya eliminado
cualquier rasgo característico de estas dos ciudades, homologándolas con
cualquier otra gran capital del globo.
Pero vayamos a lo importante, que es la
película en sí. Aparentemente, el cine de Podgaevskiy se caracteriza por
fusionar las viejas tradiciones del oscuro folklore eslavo con alguna
problemática social de relevancia actual. En este caso, el hechizo (supuestamente
real) de la boda negra (que obligaría a una persona a querer a otra, aunque no
quiera quererla) y la violencia intrafamiliar nacida de un amor tóxico y
obsesivo.
La mezcla funciona, narrativa y emocionalmente.
Principalmente, porque no naturaliza el negativo comportamiento al que dota de
bases sobrenaturales. De hecho, lo denuncia e insta a tomar consciencia de lo
dañino que es y de lo peligroso que puede llegar a ser. Lo viste con todas las
mañas que ya explotó Hollywood, sin agregarle nada nuevo a la fórmula. Pero
sólo para desnudar las consecuencias de una manera brutal, concisa y final.
Justamente, en ese final que está en el tráiler que no tienen que ver si van a
ver la película.
Fernando Ariel García
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