Evaristo (integral). Guiones: Carlos Sampayo.
Dibujos: Francisco Solano López. Prólogo: Ricardo Ragendorfer. Portada:
ilustración de Francisco Solano López. 200 páginas. Hotel de las Ideas.
Argentina, agosto de 2021. Incluye código QR para acceder al film documental
Evaristo, de Mariano Petrecca.
Treintaicinco años después de su última aventura,
la historieta de Carlos Sampayo y Francisco Solano López se mantiene tan entera
y compacta como en aquel entonces. Evaristo,
policial negro de hondura existencial, sigue los pasos de Evaristo Meneses
(1907-1992), histórico policía duro e incorruptible, respetado tanto por sus
pares como por los malvivientes. Entre 1957 y 1962, como comisario al frente de
la División Robos y Hurtos de la Policía Federal, había resuelto algunos de los
casos más resonantes de la crónica policial argentina; y llegó a convertirse en
una figura mediática, mucho antes de que ese término fuera acuñado.
Basado tanto en la figura real como en el mito
que el propio protagonista fue construyendo con hechos, palabras y silencios
(si hasta se lo ve a Sampayo entrevistando a Evaristo), el policía de papel y
tinta china hace valer su presencia física. Se muestra justo y miserable,
condescendiente e inflexible. Su hábitat, poblado de héroes y fallutos, de
leales y traidores, de obsecuentes y rebeldes, se ordena siempre según la
perspectiva que él tenga sobre el valor de las cosas, los hombres y las mujeres.
Clásico exponente de un machismo que hoy suena anacrónico, fuera de lugar, algo
discriminatorio y bastante violento. Pero que en ese entonces marcaba, a falta
de miedo, la diferencia entre el respeto y la irreverencia, entre la vida y la
muerte. Reflejo del tácito código de convivencia que Evaristo pactó con la
ciudad y sus habitantes, con el mundo del trabajo y el reino del hampa, con las
calles, el puerto, los puteríos, los sótanos oscuros y clandestinos, las villas
miseria.
Como en todo noir urbano que no le escapa el bulto a las cuestiones sociales y
políticas en pugna, aquí el puntual caso policial es lo de menos. Robos, violaciones,
homicidios, secuestros, trata de blancas, extorsiones, asesinatos seriales, crímenes
políticos, caza de nazis. Son lienzos narrativos donde construir ese
rompecabezas sombrío, usurpado por los grises de una cotidianeidad urgida y
sufrida, ordenada por el sentido del deber de un hombre que conoce las
expresiones delictivas de la cultura marginal y de la práctica empresaria. Y sabe
que su deber es impartir Justicia, no sólo hacer cumplir la Ley.
Porque el entorno de Evaristo no es cualquier
entorno. Es el de un país todavía ahogado por los estertores de la década
infame, con las fuerzas conservadoras en el poder y un peronismo proscripto que
grita su pasión desde modestos altares hogareños y virulentas pintadas
callejeras. Un modelo que fabrica desclasados y marginales para poder
criminalizar la pobreza. Que tolera la corrupción gubernamental porque necesita
seguir reproduciendo la explotación de las masas. A lo largo de sus páginas, el
trasfondo se alimenta de huelgas y protestas populares reprimidas por la
Policía, de vicepresidentes que renuncian, de golpes de Estado que estallan, de
aparecidos y desaparecidos, de otro cadáver sin nombre que también se llama
Eva.
Lo de Solano es inabarcable. Su Buenos Aires
sigue siendo la ciudad del Eternauta, pero relatada ahora desde la perspectiva
histórica que le aportó el paso del tiempo. Síntesis de la urbe que fue y de la
que se fue sedimentando gracias a la poética melancólica del tango y el
romanticismo orillero. Una ciudad donde se fuma, se bebe, se coge, se trabaja,
se pelea y se mata con pocas palabras, con el filo estoico de las oportunidades
perdidas y las decisiones tomadas. Un lugar de destinos trágicos, de amistades
forjadas en un apretón de manos con la Parca, de rencores cocinados a fuego
lento, de deudas saldadas con dinero, con sangre o con algo más. Un espacio
mitológico cruzado de referencias comerciales (Laponia, Alpargatas, Entel,
Ferroquina, Fontanares), un ring de boxeo donde las pasiones se resuelven a los
golpes físicos y emocionales.
Aparecida por primera vez en abril de 1983, con
publicación simultánea en la revista argentina Superhumor y la italiana L’Eternauta,
el cómic de Sampayo y Solano conquistó el mundo. Se publicó también en los
EE.UU., en Francia, en España (primero en Thriller,
después en Ilustración + Comix
Internacional y, por último, en Cimoc)
y formó parte del índice de la Fierro
original, estandarte de la historieta de autor en la Argentina de la democracia
restaurada. ¿La razón de su éxito sostenido en el tiempo? Me animaría a decir
que, por sobre la efectividad de sus tramas, de esas historias circulares que
se muerden la cola para resolverse, está el retrato minucioso de un hombre
cansado por la tensión entre el escritorio y la vereda, que ve venir en soledad
el inevitable fin de su mundo, la reconversión de su profesión en burocráticos
hábitos de tortura, como si estuviera al tanto de la carnicería que le espera a
la Argentina a la vuelta de la esquina.
Una historieta así no sólo debe ser celebrada,
merece ser leída y releída con los ojos hambrientos y las neuronas atentas. Por
suerte, tenemos ahora esta edición integral y definitiva de Hotel de las Ideas,
con todos sus episodios remasterizados. Para que asomarse al pozo del infierno
sea una experiencia sanadora, de belleza artística y espiritual.
Fernando Ariel García
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