miércoles, 9 de febrero de 2022

BODA NEGRA: TRADICIÓN ANTIGUA, HORROR CONTEMPORÁNEO

Boda negra. Director: Svyatoslav Podgaevskiy. Protagonistas: Yana Yenzhayeva, Konstantin Beloshapka, Ilya Yermolov, Varvara Borodina, Igor Khripunov y Sabina Akhmedova. Guionistas: Natalya Dubovaya, Ivan Kapitonov, Svyatoslav Podgaevskiy. Central Partnership / QS Films / Inej Productions. Rusia, 2020. Estreno en la Argentina: 20 de enero de 2022.


Si están pensando seriamente en ver esta película, háganse un favor. No vean el tráiler. Lo repito: No vean el tráiler. Va de nuevo: No vean el tráiler. Quien haya montado el avance se olvidó de algo esencial. Una cosa es intentar convencer a los espectadores para que elijan este film; y otra muy distinta es revelar el giro más importante, crucial y definitorio que, se supone, la obra guarda en su interior. Y si ese es un error garrafal, no sé cómo calificar el hecho de que también hayan incluido el final del film. Sí, el final. Por eso, por última vez, si están pensando seriamente en ver esta película, no vean el tráiler. El que está acá abajo.


Sigamos. No tengo idea de quién es Svyatoslav Podgaevskiy. Si vamos a hacerle caso a las gacetillas de prensa, entonces se trata del director más importante que tiene para ofrecer el actual cine de terror ruso. Hay, al menos, dos películas anteriores que confirmarían la aseveración de la oración anterior. Aunque habiendo visto sólo esta Boda negra (Privorot. Chernoe venchanie), me animaría a decir que Podgaevskiy sería, en todo caso, el mejor director yanqui que tiene para ofrecer el actual cine de terror ruso. No porque haya nacido en los EE.UU. (que lo hizo en Moscú), sino porque filma siguiendo al pie de la letra el canon norteamericano para las expresiones contemporáneas del género.


Lo cual, por cierto, no es ni bueno ni malo. Sólo define la narrativa elegida, justifica el hecho de que la película se haya estrenado internacionalmente con título en inglés (Dark Spell) y en copia hablada en inglés con subtítulos en el idioma que corresponda; y justifica que la espectacular fotografía panorámica de Moscú y San Petersburgo haya eliminado cualquier rasgo característico de estas dos ciudades, homologándolas con cualquier otra gran capital del globo.


Pero vayamos a lo importante, que es la película en sí. Aparentemente, el cine de Podgaevskiy se caracteriza por fusionar las viejas tradiciones del oscuro folklore eslavo con alguna problemática social de relevancia actual. En este caso, el hechizo (supuestamente real) de la boda negra (que obligaría a una persona a querer a otra, aunque no quiera quererla) y la violencia intrafamiliar nacida de un amor tóxico y obsesivo.


La mezcla funciona, narrativa y emocionalmente. Principalmente, porque no naturaliza el negativo comportamiento al que dota de bases sobrenaturales. De hecho, lo denuncia e insta a tomar consciencia de lo dañino que es y de lo peligroso que puede llegar a ser. Lo viste con todas las mañas que ya explotó Hollywood, sin agregarle nada nuevo a la fórmula. Pero sólo para desnudar las consecuencias de una manera brutal, concisa y final. Justamente, en ese final que está en el tráiler que no tienen que ver si van a ver la película.
Fernando Ariel García

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