miércoles, 5 de enero de 2022

KING’S MAN - EL ORIGEN: ANTIBELICISTA Y ANTIPACIFISTA

King’s Man - El origen. Director: Matthew Vaughn. Protagonistas: Ralph Fiennes (Orlando, Duque de Oxford), Gemma Arterton (Pollyanna "Polly" Wilkins), Rhys Ifans (Grigori Rasputin), Matthew Goode (capitán Morton), Tom Hollander (Rey Jorge, Kaiser Guillermo II, Zar Nicolás II), Harris Dickinson (Conrad Oxford), Daniel Brühl (Erik Jan Hanussen), Djimon Hounsou (Shola), Aaron Taylor-Johnson (Archie Reid), Valerie Pachner (Mata Hari), Todd Boyce (Alfred DuPont), Aaron Vodovoz (Príncipe Felix Yusupov), Ron Cook (Archiduque Franz Ferdinand), Branka Katic (Emperatriz Alexandra Feodorovna), August Diehl (Vladimir Lenin), Ian Kelly (Woodrow Wilson) y Stanley Tucci (Chester King, embajador de los EE.UU.), entre otros. Participación especial de David Kross (el hombre del bigote). Guionistas: Matthew Vaughn y Karl Gajdusek, basado en el cómic The Secret Service de Mark Millar y Dave Gibbons. Productores: Matthew Vaughn, Mark Millar y Dave Gibbons, entre otros. Marv Studios / Cloudy Productions. Reino Unido / EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 6 de enero de 2022.


Es la tercera película de la saga de Kingsman, pero funciona como precuela de las dos anteriores. Porque King’s Man - El origen (The King’s Man, a secas, en el original inglés), como su obvio título traducido lo adelanta, narra los acontecimientos que llevaron a la formación de la organización secreta de espionaje que vimos (veremos, en realidad) en acción durante las dos entregas anteriores / posteriores. Y, en ese sentido, explicita las razones por detrás de algunas recurrencias icónicas de la licencia: Los nombres ligados a la leyenda artúrica, el cuartel secreto camuflado de sastrería, un par de armas específicas, tradiciones varias, su contraparte yanqui.


Repitiendo el octanaje de violencia extrema y humor negro, la trama se afianza en los tiempos de la primera Guerra Mundial, interviniendo los hechos reales y las personalidades históricas para extraer el jugo dramático, tétrico y caricaturesco de, sobre todos, Rasputín y Mata Hari. El contrapunto entre buenos y malos, además de generar las peleas de coreografías más salvajes, exigidas y dinámicas, funciona también (y principalmente) como constatación de todas las teorías conspirativas con que el film justifica la existencia de la organización secreta protagónica.


Visualmente espectacular, el argumento transita territorios conocidos y ya explorados hasta el hartazgo. Pero juega muy bien la carta de la tragedia personal como evento divisor de aguas, capitalizando el nivel actoral de Ralph Fiennes para comunicar el efecto de las maquiavélicas partidas políticas de los Gobiernos sobre su población más vulnerable, aquella capaz de comprar los espejitos de colores detrás de los pomposos discursos patrióticos.


Es cierto que, a la postre, la película termina siendo un estilizado panfleto en favor de la monarquía, representada aquí como parte del problema y único garante de la solución. Pero en el trayecto construye un lienzo nada romántico de la Primera Guerra, mostrando las razones político-económicas y la sinrazón existencial que condujo a esa carnicería humana, con un nivel de crudeza que (por momentos) recuerda a la
1917 de Sam Mendes. Una épica sucia y angustiante, que (no vamos a spoilear nada) se anima a definir y analizar su propia filosofía, un cóctel simultáneo de antibelicismo y antipacifismo como tercera vía alternativa a la resolución de conflictos. En ese instante de tránsito, la película trasciende los excesos pasados y por venir. Y aunque sea sólo por compartir ese momento de estupor, de hondo horror, de inaprensible vacío, vale la pena acercarse a esta King’s Man - El origen.
Fernando Ariel García

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