HGO
(Nueva Era) Nº 1. Autores: Quique Alcatena,
Felipe Ricardo Ávila, Emilio Balcarce, Luis Baldino, Claudio Bressan, Chelo
Candia, Luis Alberto Del Popolo, Pablo S. Fernández, Tomás Francisco, Alejandro
Fried, Cata García, Jok, Lea Comix, Beto Lorenzo, José Massaroli, Mario
Milocco, Jorge Morhain, Héctor Germán Oesterheld, Pablo N. Pereyra, Rams (Raúl
Martínez), Ezequiel Rosingana, Carlos Scherpaz (Oenlao), César Antonio Vidal. Portadista:
Jok. Director: César Antonio Vidal. Arte: Pablo Muñoz. 94 páginas en color y en
blanco y negro. MasterComic’s Producciones. Argentina, septiembre de 2020.
Treinta
y tres años después de su aparición en soporte papel, HGO, el clásico fanzine
de los ’80, volvió en formato digital. Con materiales producidos entre el 2014
y el 2020, casi todos ellos inéditos (o eso creo), compilando historietas
cortas, artículos autorreferenciales, la recuperación de una entrevista al
Viejo Breccia publicada en la andanada original del título y la reivindicación
del legado de Héctor Germán Oesterheld (HGO, de ahí su nombre) como estandarte.
Temáticamente,
la impronta que rige la publicación es el estilo Columba, aggiornado por los aportes de Skorpio y Fierro. Historietas cortas de género, narrativa clásica
y, en la mayoría, golpes de efecto finales que buscan un cierre tan efectivo
como efectista. En estado puro o con diversos niveles de hibridación, el
deporte, la crítica política, la ciencia-ficción, los escenarios bélicos, el
humor, el terror y los superhéroes dicen presente, aunque el marco contenedor
pueda definirse claramente como el de la Aventura.
Hay
de todo, como en botica y como en una antología que se precie de tal. A nivel
contenidos y a nivel cualitativo de esos contenidos. Algunas páginas son
reivindicatorias del orgullo nacional, otras laudatorias de las gestas
argentinas (Malvinas). También aparece cierta valiosa reafirmación
latinoamericanista. Están los errores ortográficos que forman parte del
histórico folklore fanzinero, pero que hoy ya no deberían estar. Y dos choques
simbólicos bastante importantes, que licúan un poco la identidad que construye
la revista. En lo macro, el péndulo conceptual que va del cómic discursivo al
cómic narrativo. En lo micro, la contradictoria convivencia entre ochentosas
posturas machistas con las actuales luchas feministas por la legalización del
aborto y el castigo a los femicidas.
HGO
hace gala del espíritu alternativo que la vio nacer. Pero no pareciera
reconocer el cambio que el paso del tiempo operó sobre esa perspectiva. Porque
aquello que alguna vez fue nuevo hoy ya no lo es; y aquello que alguna vez fue
disruptivo hoy es sólo una postura establecida, estancada en los pozos de un
territorio demasiado transitado. Que el material más moderno que pueda ofrecer
el ejemplar sea la recreación de un viejo episodio del Ernie Pike de
Oesterheld, es más que una paradoja. Es una declaración de principios.
Dicho
todo esto, puede sonar raro que la lectura del nuevo HGO me haya resultado tan
placentera como en verdad lo fue. Supongo que por una cuestión de nostalgia
personal. O por la capacidad de la revista de transformar el pecado en virtud
ante los ojos de un cincuentón que hizo, leyó, coleccionó y admiró los fanzines
de aquella mítica movida irrepetible. Lo que sea que haya sido, funcionó. La
máquina del tiempo fue efectiva. Por un momento, volví a los ’80, a mis felices
‘80. Y aunque está bueno volver, no está bueno quedarse en el pasado.
Fernando Ariel García
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