lunes, 3 de junio de 2013

(IN)CERTE STANZE: ELOGIO DE LA DUDA

(In)certe stanze (colección Prospero’s Books Nº 4). Guión: Cristiano Silvi, sobre una idea de Pasquale M. Napolitano. Arte: Luca Russo. Portada: Luca Russo. 80 páginas a todo color. Tunué. ISBN: 978-88-89613-23-8. Italia, abril de 2007.

Hagamos de cuenta que no es la curiosidad, sino la duda existencial la que mueve al mundo. Más específicamente, al mundo de Francisco Martínez, experto y veterano investigador cinematográfico con su vida consagrada al estudio del actor argentino Paco de Jorge, ícono del cine negro misteriosamente desaparecido en 1965. Que quede claro que, desde su primera aparición, Martínez se nos muestra vencido por su obsesión. Una obsesión que, dicho sea de paso, le viene desde el orillo, le carcome los días y le condiciona su real naturaleza. Desde que tiene memoria, Martínez sólo se ha topado con ocasionales datos relativos ante los cuáles sólo le estuvo permitido dudar.


Por lo menos hasta que, cuarenta años después de su evaporación, De Jorge reaparezca y ponga en funcionamiento la maquinaria del deseo, el apetito de la búsqueda. Y la polilla que es Martínez se encuentre ante la llama que lo convoca a abrazar su destino trágico e ineludible. Injustamente desconocida en la Argentina, (In)certe stanze, de los italianos Cristiano Silvi (guión) y Luca Russo (arte), es una de esas historietas que se lee de un tirón, con el corazón en la boca y las tripas revueltas. Como toda novela negra que se precie de tal, es un thriller filosófico deudor de Poe y del tango. Borgeano hasta la médula, hace de la imaginación y la conjetura algo más importante que la certeza, algo más auténtico que la realidad.


Ambientada a caballo entre Italia y la Argentina (en particular, los barrios porteños de Liniers y Belgrano) sabe mantener la tensión de una magistral jugada de ajedrez entre el pasado y el futuro, el orgullo y el honor, el engaño y la apariencia; entre el amor y los celos, el exilio externo y el interno, la vida y la muerte, el testigo y el voyeur que todos llevamos dentro. Contundente como una trompada a la mandíbula, (In)certe stanze (juego de palabras que significa tanto En ciertas habitaciones como Inciertas habitaciones) construye la identidad posesiva de la verdad como llave maestra capaz de abrir los hermetismos que sostiene su acelerada progresión dramática, sin importar que se trate del cuerpo de una mujer, del plano de una ciudad, del cuarto en donde todo puede (y debe) resolverse. Para bien y para mal.


Dentro del laberinto que forjaron en la mente de los protagonistas, Silvi y Russo van tirando del hilo del tiempo hasta llegar al veredicto irrefutable de la conciencia. La vigencia del pasado hecho presente, a través de la culpa, que no es otra cosa que el catalizador del remordimiento humano por lo hecho y por lo no hecho. La creación de una identidad mayor cuya memoria será la mediadora entre la presencia y la ausencia, entre el recuerdo y el olvido. Un fantasma. Un misterio cuya resolución dejará flotando la pregunta más honesta y brutal: ¿Se puede seguir adelante teniendo conciencia de la verdad?
Fernando Ariel García

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