lunes, 12 de junio de 2023

EL TRIUNFO: COMEDIA SIN RISAS, DRAMA SIN CONFLICTOS

El triunfo. Director: Emmanuel Courcol. Protagonistas: Kad Merad, Marina Hands, Laurent Stocker, Pierre Lottin, Wabinlé Nabié, Aleksandr Medvedev, Saïd Benchnafa, David Ayala, Mathilde Courcol-Rozès y Sofian Khammes, entre otros. Guionistas: Emmanuel Courcol y Thierry de Carbonnières. Basado en la historia real vivida por el director de teatro sueco Jan Jönson. Agat Films & Cie. Francia, 2020. Estreno en la Argentina: 11 de mayo de 2023.


Para ser la mejor comedia francesa del 2020, El triunfo (Un triomphe) se mostró bastante incapaz de sacarme una carcajada, alguna risa, el mínimo esbozo de sonrisa. Se nota que el director y los actores apuntaron sus cañones a la morisqueta física, comprometidos con alcanzar el trazo grueso sin caer en ningún tipo de excesos, pero no hubo caso. De todas formas, no hay que cargarle el sayo a la película, ya que a mí me cuesta (y cada vez más) poder traducir el sentido del humor fílmico galo en cualquier tipo de reacción espontánea e involuntaria, que involucre sonidos y gestos saliendo de mi boca y mi rostro.


Dicho esto, la película sí me sorprendió con la inteligencia para plantear una muy interesante relectura de Esperando a Godot, icónica tragicomedia que ayudó a fundar y consolidar el llamado Teatro del Absurdo, en base a los elementos oníricos de su trama, su cuestionamiento a la naturaleza humana y la constitución de cualquier tipo de sociedad. Es que en una cárcel, como en el vacío camino donde transcurre la clásica obra de Samuel Beckett, el tedio de los tiempos muertos funciona como metáfora del carente significado de la existencia.


De allí que la premisa de El triunfo, basada en una historia real, busque construir sentido apoyándose en ese profesor de teatro insatisfecho con el rumbo que está tomando su vida personal y profesional. Y en su obsesión por montar una rigurosa y creativa puesta de Godot con un grupo de presidiarios del que vamos a desconocerlo (casi) todo durante lo que dure el metraje. No importa mucho lo que hayan hecho, porque lo que va a importarle al film es lo que Beckett y el teatro vayan a hacer con esta variopinta troupe de caracteres disímiles y compatibles, una vez que bajen del escenario.


Hay un par de puntas que se perciben de entrada. Y tal vez la más importante sea la búsqueda de la superación personal, medida por el impacto de la cultura en la población carcelaria. El problema es que todo aparece esbozado, simplificado por una pátina superficial que pocas veces deja expresar la procesión interna que los personajes se encargan de verbalizar en más de una ocasión. El director, Emmanuel Courcol, parece quedar preso de la mirada edulcorada e idealizada que eligió para narrar esta metáfora y, en su pretensión de alcanzar el pináculo de la comedia, se olvidó de transitar el fértil terreno dramático que le abría el universo de conflictos que él mismo se encargó de enunciar.
Fernando Ariel García

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