(Información de prensa) Amor como en las películas. Las estrellas de cine nunca mueren (Film Stars don´t Die in Liverpool, EE.UU./Reino Unido, 2017) se estrena en la Argentina el 26 de abril. El drama romántico, dirigido por Paul McGuigan, está protagonizado por Annette Bening, Jamie Bell, Vanessa Redgrave, Julie Walters, Kenneth Cranham, Stephen Graham, Frances Barber, Leanne Best, Suzanne Bertish y Ben Cura.
A finales de septiembre de 1981, Peter Turner recibe un llamado que cambiará su vida para siempre. Su antiguo amor, la actriz de Hollywood Gloria Grahame, había colapsado en un hotel de Lancaster. Rechazó atención médica y, en cambio, buscó a Turner, quien a pedido de Grahame la llevó a su cálida pero caótica casa de familia en Liverpool.
Ambos se habían conocido unos años atrás en una casa de huéspedes en Primrose Hill donde se estaban hospedando. Turner era un aspirante a actor, Grahame era una estrella que se desvanecía.
Ella se había hecho famosa en el sistema de Hollywood; solía hacer de la compañera de gángster, la fulana, como señala Turner en su autobiografía, “la tarta con corazón”. Actuó en una serie de películas de cine negro, incluyendo La muerte en un beso (filmada por Nicholas Ray, su esposo en ese momento), una historia triste e inolvidablemente romántica con Humphrey Bogart; y Los sobornados, un clásico de Fritz Lang que protagonizó junto a Lee Marvin.
Gloria brilló en películas como Encrucijada de odios, en la cual estuvo nominada al Oscar, La última coartada y Miedo súbito, mientras que su actuación en Cautivos del mal le valió el Oscar a Mejor Actriz de Reparto. Le puso humor al papel de Ado Annie Carnes, la joven que “no puede decir no” en la adaptación cinematográfica del musical Oklahoma, de Rodgers y Hammerstein, y le aportó mucha energía a su papel de la joven aplastada por un elefante en El espectáculo más grande del mundo, de Cecil B. DeMille. Además, encarnó a Violet en la película navideña preferida: ¡Qué bello es vivir!
Sin embargo, cayó en desgracia y, a sus cincuenta y pico, terminó trabajando en producciones teatrales de menor escala en el Reino Unido. Como señala su casera en el guión de Las estrellas de cine nunca mueren, “fue un gran nombre en las películas en blanco y negro. No le fue tan bien en las de color”.
Cuando Turner la conoció (él rondaba los treinta), no sabía quién era. No obstante, estas almas con intereses afines entablaron una amistad que, luego, se transformó en un verdadero romance. Se mudó a Nueva York, pero su relación no duró: fracasó ante las inseguridades de la pareja y el segundo diagnóstico de cáncer de Grahame. Fue sólo a raíz de su desmayo en Lancaster, ese día fatídico de 1981, que Turner se enteró de la gravedad de sus problemas de salud. Aunque su relación no prosperó, su amistad sí y fue a Turner a quien recurrió en los momentos difíciles.
En 1986, Turner publicó su autobiografía, titulada Las estrellas de cine nunca mueren, que narra su historia de amor y pérdida con la ex-estrella de Hollywood. Es un relato afectuoso, conmovedor e irónico de esta historia increíble.
Y ahora, más de 30 años después, llega a la gran pantalla con Annette Bening en el papel de Gloria Grahame y Jamie Bell como Peter Turner. Los impulsores de la adaptación cinematográfica son los productores Colin Vaines y Barbara Broccoli. Durante mucho tiempo, Broccoli tuvo la ambición de llevar la historia de Turner y Grahame al cine. “He querido hacer esta película desde hace más de 20 años -dijo Broccoli-. Significa mucho para mí. Conocí a Gloria y Peter cuando estaban juntos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario