RED 2. Director: Dean Parisot. Protagonistas: Bruce Willis (Frank Moses), John Malkovich (Marvin Boggs), Helen Mirren (Victoria Winslow), Mary-Louise Parker (Sarah Ross), Catherine Zeta-Jones (Katya), Anthony Hopkins (Dr. Edward Bailey), Lee Byung-hun (Han Jo-Bae) y Brian Cox (Ivan Simanov), entre otros. Guionistas: Jon Hoeber y Erich Hoeber, en base a los personajes y situaciones del cómic Red de Warren Ellis y Cully Hamner. DC Entertainment / di Bonaventura Pictures. EE.UU., 2013.
Cuando el quién resulta más importante que el qué, hay problemas a nivel narrativo. Y si, como en el caso de RED 2 (2013), los quienes son Bruce Willis, John Malkovich, Helen Mirren, Anthony Hopkins, Mary-Louise Parker y Catherine Zeta-Jones, las falencias se multiplican peligrosamente hasta ahogarlo todo. Es cierto que la química entre actores/personajes está y se nota (¡lo que se deben haber divertido al filmarla!), pero la historia no pasa de una anécdota tan colorida como forzada, llevada adelante a fuerza de carisma, presencia, un par de secuencias graciosas, algunos parlamentos inteligentes y mucho, mucho, mucho oficio.
Innecesaria secuela al primer filme de 2010, la película que hoy se estrenó en la Argentina retoma las andanzas de los agentes de la CIA, jubilados y extremadamente peligrosos (Retired Extremely Dangerous en su inglés original. De ahí la sigla RED del título), creados por Warren Ellis y Cully Hamner para una miniserie de la DC Comics destinada a los segundos y terceros planos de no haber mediado la anterior superproducción cinematográfica. Con más chistes, más escenas de acción, más pasos de comedia romántica por fotograma, RED 2 claramente apunta a lograr algún efecto multiplicador a través de la saturación por amontonamiento, resignando la seducción atrapante de una vuelta de tuerca original.
Movilizados por un latente dispositivo nuclear que pone al mundo al borde del acabose, dispuestos a salvar el pellejo y pasar un buen rato, los protagonistas se pasean por París, Londres y Moscú, demostrando que la tercera edad está muy lejos de la quietud asociada con los cementerios. Lástima que la mirada paródica sobre los clásicos tópicos jamesbondianos no llegue nunca a instalarse cómodamente, porque el aprovechamiento de las diferencias geopolíticas existentes entre la Guerra Fría y el presente hubiera ayudado, y mucho, a definir una identidad que la aventura busca pero no encuentra.
Fernando Ariel García
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