jueves, 22 de abril de 2021

KONG – LA ISLA CALAVERA: GIGANTE CHIQUITO

Kong: La Isla Calavera. Director: Jordan Vogt-Roberts. Protagonistas: Tom Hiddleston, Samuel L. Jackson, John Goodman, Brie Larson, Jing Tian, Toby Kebbell, John Ortiz, Corey Hawkins, Jason Mitchell, Shea Whigham, Thomas Mann y John C. Reilly, entre otros. Guionistas: Dan Gilroy, Max Borenstein y Derek Connolly, sobre una historia original de John Gatins basada en personajes y situaciones creados por Edgar Wallace y Merian C. Cooper para la película King Kong (1933). Legendary Pictures / Tencent Pictures. EE.UU., 2017. Estreno en la Argentina: 9 de marzo de 2017.


Entiendo que no hayan querido hacer otra remake de la clásica King Kong. Ya la había hecho Peter Jackson en 2005 y, a pesar de toda la parafernalia y el indiscutido amor por la criatura que destilaba el film, la moderna reinvención seguía sin tocarle los talones al viejo metraje de 1933, inmortalizado por la magia que supo insuflarle Willis O’Brien, pionero de los efectos especiales. Entiendo también que hayan querido despegarse de la trágica historia de amor que yace en el material original, resignando la explosiva tensión sexual que late en la herida de esa consumación imposible. Lo que no entiendo es por qué decidieron jibarizar la icónica y monumental estatura de Kong, reduciéndolo a un héroe de acción capaz de competir con Bruce Willis a ver quién es más duro de matar.


Porque el Kong de esta Kong: La Isla Calavera (Kong: Skull Island) no pasa de eso: Un paladín incomprendido, resabio de una época de Titanes que se niegan a desaparecer y, por lo que parece, están a punto de recuperar su antiguo liderazgo mientras garantizan el balance necesario para que la Tierra no desaparezca a causa del accionar del Hombre. Mientras tanto, munido de su destino pre-histórico, este simio guardián del equilibrio perdido avanzará a trompazo limpio contra todo monstruo y contra todo ser humano que pretenda doblegar su figura y su reinado.


Ambientada principalmente en 1973, sobre el fin de la guerra de Vietnam y la debacle de la administración Nixon, la película desdibuja su identidad (y la de Kong) al intentar generarse (y generarle) una nueva, diametralmente opuesta a la anterior. En la mescolanza se ven las hilachas de Moby Dick y Apocalypse Now!, de Jurassic Park y Pelotón. Marcas de agua que no llegan a permear la superficie sonora y visual, por lo cual quedan reconvertidas en muecas estériles de las cargas filosóficas, políticas y éticas que uno puede encontrar en esas obras si se anima a rascar la cáscara y asomarse al abismo de la existencia. La prueba más cabal está en las morisquetas caricaturescas que da Samuel L. Jackson, intentando vestir la piel de un militarizado capitán Ahab en busca de su venganza monomaníaca.


Lo único que la película hace bien (en mi opinión) es sentar las bases para la construcción del Universo de Monstruos que desea patentar Legendary Pictures, en obvia comparación con el Universo Cinematográfico de Marvel. Una idea cohesionada alrededor de la organización secreta Monarch, aparecida en la Godzilla de 2014 y encargada de tender los puentes argumentales entre el kaiju japonés y los monstruos occidentales, brindando sustento teórico al combate de fondo que anticipa la escena post-créditos: Godzilla versus Kong. El resto es ruido.
Fernando Ariel García 

1 comentario:

  1. El problema de evitar el romance imposible, que Kong se obsesione por una mujer, que ese ha sido el tema central de la historia. Por lo que lo único efectivo ha sido contarla una y otra vez. Toda variación, todo intento de secuela es poco interesante.
    Yo sospechaba de esta película. Lo que me confirma esta reseña.
    Saludos.

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