Lupin (primera parte). Directores: Louis
Leterrier, Marcela Said. Protagonistas: Omar Sy, Vincent Londez, Ludivine
Sagnier, Clotilde Hesme, Nicole Garcia, Hervé Pierre, Soufiane Guerrab, Antoine
Gouy, Fargass Assandé, Shirine Boutella, Etan Simon. Guionistas: George Kay, François
Uzan, Eliane Montane, basados en personajes y situaciones creados por Maurice
Leblanc para la serie literaria de Arsène Lupin. Desarrollado para TV por: George
Kay, François Uzan. Gaumont Television. Francia, 2021. Estreno en la Argentina:
Disponible en Netflix desde el 8 de enero de 2021.
Si están esperando ver en pantalla al sofisticado
ladrón de guante blanco creado en 1905 por Maurice Leblanc, lamento confirmarles
que aquí no van a encontrar a ningún caucásico elegante, vestido con galera,
frac y monóculo. Pero si están buscando una puesta al día audaz, diferente y
fiel de ese folletín original, permítanme decirles que Lupin está hecha para
ustedes.
Porque el mayor mérito de la serie desarrollada
por George Kay y François Uzan reside, justamente, en haber abandonado la
fachada de Arsène Lupin para aferrarse al espíritu del personaje (y la saga),
aggiornándola de manera asombrosa, entretenida y contemporánea. Encontrando
(dicho sea de paso) una justificación inesperada (y sumamente funcional) para
emparentar el mito literario con el modus operandi y el código ético de Assane
Diop (interpretado por un magnético e irresistible Omar Sy), inmigrante
senegalés que aprendió cómo, cuándo y dónde ser Arsène Lupin sin necesidad de
copiarle los manierismos.
En los cinco episodios de Lupin, todo se articula
a través de la idea del legado. Para el contenido que atraviesa a los
personajes, se trata del legado familiar, ese bien inmaterial que pasa de
padres a hijos y que termina formando parte de la identidad de cada cual.
Simbolizado metaficcionalmente con la novela de Arséne Lupin que Assane recibe
como herencia vital de su padre, pero puesto a rodar también como karma que
marcará los pasos de su propia paternidad y la de las otras familias
involucradas en la trama. Para el continente narrativo, en cambio, el peso del
legado pasa por la recuperación y puesta al día de las tradiciones culturales
francesas, incluyendo una mirada crítica a sus prácticas imperialistas y a la
discriminación racial parisina, que logró ahogar el grito de Égalité que hinchó
las gargantas de aquellos viejos revolucionarios.
En resumen, Lupin triunfa trayendo al presente
el rocambolesco accionar del lobo solitario que hace el mal por las razones
correctas, sumándole aquí el debate moral que plantea la tensión entre el
hambre de Justicia y la sed de Venganza que conviven en Assane. Por desgracia,
la serie elige seguir la puta costumbre actual de terminar sin terminar, dejando
todo colgado con un continuará que se las trae. Por suerte, Netflix ya confirmó
la segunda parte para el segundo semestre de este año. Habrá que esperar.
Fernando Ariel García
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