viernes, 30 de marzo de 2018

OMETEPE: GIRA MÁGICA Y MISTERIOSA

Ometepe. Guión: Luciano Saracino. Arte: Javier de Isusi. 64 páginas a color. Comic.Ar Ediciones. ISBN: 978-987-46189-9-3. Argentina, diciembre de 2017. 

Si hay algo que me gusta de las artes es su capacidad de hacerme viajar por el tiempo y el espacio. Los libros, las historietas, las canciones, las películas, las pinturas, las series, en mayor o menor medida, me han hecho descubrir y conocer lugares que, en algunos casos, he podido reconocer al caminarlos. Y en otros espero poder reconocer cuando me toque caminarlos. Tal vez por eso sea fanático de las guías de turismo y los relatos de viaje. Porque me hacen sentir viajero, uno más en la mochila de la historia que me cuentan. Con pequeños detalles, que son los que cuentan de verdad. 

Antes (mucho antes) de ser un beatífico libro de Luciano Saracino y Javier de Isusi, Ometepe fue (y seguirá siendo) una isla en el Gran Lago de Nicaragua. Un territorio selvático, virginal y frondoso, donde las historias caen del cielo, crecen de la tierra o asoman la cabeza por entre las aguas. Es el lugar, también, en donde coincidieron un argentino y un español, trabaron amistad y decidieron hacer historietas juntos. Las seis que componen esta obra (y algunas otras, por cierto), nacidas como unitarios a lo largo de ocho fructíferos años y que, al ser parcialmente reelaboradas para su edición conjunta en libro en España en 2012, acabaron cerrando como lo que son en realidad. Un ciclo, una serpiente que se muerde la cola, una puerta entreabierta a la milenaria sabiduría originaria de la América precolombina.


Recupero de leyendas, del folclore, de la cultura de los lugareños, Ometepe es el modo que los autores eligieron para acercarnos a la geografía emocional de esa isla. Una experiencia animal, en el sentido primario de la existencia, porque la existencia es aquello que se siente al caminar, al comer, al bailar, al amar, al vivir y al morir como se camina, se come, se baila, se ama, se vive y se muere en ese terruño nicaragüense. Un terruño donde la realidad y la fantasía no van de la mano porque son lo mismo, una entidad que trasciende a sus partes fundantes a golpes de belleza, misterio, seducción, poesía, relación con la naturaleza. 


Sumatoria de lagos encantados, duendes saltarines, fantasmas apasionados, hombres y mujeres enamorados, dragones verdes que son rojos, relaciones improbables que se encadenan (y desatan) con la naturalidad de la guerra o la paz, celebraciones que celebran la celebración, finales que se vuelven felices por sus desenlaces trágicos. O al revés. Una isla con dos volcanes, que pueden simbolizar la piel siempre dispuesta a estallar, el cuerpo a punto de entrar en ebullición, el alma lista para dejarse conquistar por lo imprevisto, lo impensado. Una isla con la silueta de los pechos de una mujer, imagen de la naturaleza femenina de la tierra, razón por la cual, tal vez, la mujer sea mejor que el hombre. 


La visión subjetiva de los autores construye Realismo Mágico. Saracino y de Isusi recuperan la tradición oral al contarnos historias que oyeron de primera mano en la isla, porque entienden que las historias son las memorias del mundo. Y como saben ver donde los demás sólo miran, nos ayudan a ver, a escuchar, a aprehender el universo simbólico de una tierra signada por la revolución social, el linaje indígena y la fusión euroamericana. De afuera hacia adentro, del turista al habitante, hacen del viaje un cuento y del cuento un viaje. Como si el Macondo de García Márquez hubiera sido escrito por Galeano, Ometepe exhibe la capacidad de decir mucho con poco, lo justo y necesario. Supo sacarse los ruidos de encima, al escribir, al dibujar y al leer, pero sobre todo al pasar por este mundo en estado de bienestar. 


Si hay algo que me gusta de las artes es su capacidad de hacerme viajar por el tiempo y el espacio. Los libros, las historietas, las canciones, las películas, las pinturas, las series, en mayor o menor medida, me han hecho descubrir y conocer lugares que, en algunos casos, he podido reconocer al caminarlos. Y en otros espero poder reconocer cuando me toque caminarlos. Pero no sé si quiera ir a Ometepe. Tengo miedo de que la isla no esté a la altura de esta historieta. 
Fernando Ariel García

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