viernes, 30 de marzo de 2018

MAZINGER Z - INFINITY: SIN NOSTALGIA NO HAY PARAÍSO

Mazinger Z: Infinity. Director: Junji Shimizu. Voces (version original): Shôtarô Morikubo (Koji Kabuto), Ai Kayano (Sayaka Yumi), Sumire Uesaka (LiSA), Natsuki Hanae (Shiro Kabuto), Unshô Ishizuka (Dr. Hell), Wataru Takagi (Boss), Kappei Yamaguchi (Mucha), Masami Kikuchi (Nuke), Toshihiko Seki (Tetsuya Tsurugi), Hiroyuki Miyasako (voz masculina del Barón Ashler), Romi Park (voz femenina del Barón Ashler), Keiji Fujiwara (Conde Decapitado), Junpei Morita (Primer Ministro Gennosuke Yumi), Bin Shimada (Dr. Nossori), Kozo Shioya (Dr. Sewashi) y Ben Shimada (Dr. Nossori), entre otros. Voces (versión doblada): Pascual Meza (Koji Kabuto), Dulce Chino (Sayaka Yumi), Alberto Bernal (Shiro Kabuto), Alejandro Villeli (Dr. Hell), Fidel Garriga Jr. (Boss), Miguel Ángel Leal (Mucha), Alan Fernando Velázquez (Nuke), Jorge García (Tetsuya Tsurugi), Santos Alberto (voz masculina del Barón Ashler), Adriana Casas (voz femenina del Barón Ashler), Hannibal Brown (Conde Decapitado), Óscar Gómez (Primer Ministro Gennosuke Yumi), Jaime Vega (Dr. Sewashi) y Pedro D’Aguillón Jr. (Dr. Nossori), entre otros. Guión: Takahiro Ozawa, basado en personajes y situaciones de la serie de mangas creada por Go Nagai. Toei Animation. Japón, 2018. Estreno en la Argentina: 5 de abril de 2018. 


Si alguna vez fueron a una reunión de ex-alumnos de la primaria, me van a entender. Uno llega con miedos y expectativas por partes iguales. Va a reencontrarse con gente que ha sido muy importante en su vida, con la que ha compartido los mejores años de la infancia, risas, juegos y las iniciaciones más variadas, pero que ha dejado de ver hace mucho. Mucho. Y el tiempo ha pasado para todos. Y ha hecho su trabajo sobre cada uno de nosotros. Aun siendo quienes fuimos, ya nadie es aquel que supo ser. Con todo lo bueno y con todo lo malo que ello implica. 


Mazinger Z: Infinity (Gekijōban Mazinger Z) es, básicamente, eso. Una reunión de ex justo cuando se cumplen 45 años del estreno de la primera serie de TV del robot gigante; y 5 décadas del inicio profesional del creador de ese colorido universo: Go Nagai, uno de los más importantes e influyentes historietistas del Japón, indiscutido responsable de la primera invasión catódica nipona a Occidente. 


Pensada como secuela de los animés Mazinger Z y Gran Mazinger, la trama del filme arranca diez años después de la derrota final del ultravillano Dr. Hell a manos de los heroicos terrestres. En esta nueva era de paz, los protagonistas se han ido dedicando a otras cosas. Uno es científico, otro puso un restaurante, ella llegó a ser la jefa de una planta eléctrica, algunos formaron pareja y esperan un hijo; y el más veterano se convirtió en Primer Ministro del Japón. Todo bien hasta que aparece en escena un nuevo Mazinger (el Infinity del título), con los poderes necesarios para salvar el mundo. O destruirlo. 


Lo mejor de esta película dirigida por Junji Shimizu es que elige quedarse en los territorios ya colonizados por el icono televisivo: Misma estética y dinámica visual. Mismo entorno de política internacional, problemática medioambiental y tensión sentimental entre los personajes. Los mismos malos de siempre, pero todos juntos. La misma comicidad tonta en medio de las demoledoras batallas. Las mismas voces latinas que se utilizaron para la última remasterización de la serie de TV. Y el agregado de un debate seudofilosófico que aborda desde el cliché más transitado el dilema ético de la vida artificial y los avances tecnológicos. 


Lo peor del combo es que, como en toda reunión de ex-alumnos, nada funciona sin la indispensable cuota de nostalgia que debe aportar el espectador. Por eso, cuando todo está por venirse en banda, alguien saca de la galera la vieja anécdota compartida, el recuerdo de aquel profesor que nos las hizo ver negras, las rateadas colectivas, los chistes estúpidos que nos hicieron reír como locos, los pechos misilísticos de Afrodita, las trompadas entre los robots y los monstruos mecánicos, el ¡Puños fuera! que nos acompañó en tantas meriendas. Y ahí sí, todo cobra sentido, las cosas se ubican en la justa perspectiva y uno se banca como un duque las inconsistencias del guión, alguna paparruchada grandilocuente y las publicidades nada encubiertas de Nissan y Vaio. Porque a esa altura, Mazinger Z: Infinity ha logrado filtrar su esencia natural: El amor de un niño por su juguete preferido. 


Que quede claro, si no sos de la camada que vio a Mazinger Z en la tele, tu película de robots gigantes no es esta. 
Fernando Ariel García

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