jueves, 15 de diciembre de 2022

AVATAR - EL CAMINO DEL AGUA: BIENVENIDOS A CAMERONLANDIA

Avatar: El camino del agua. Director: James Cameron. Protagonistas: Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Kate Winslet, Cliff Curtis, CCH Pounder, Jamie Flatters, Britain Dalton, Trinity Jo-Li Bliss, Bailey Bass, Filip Geljo, Matt Gerald, Alicia Vela-Bailey, C.J. Jones, Jack Champion, Joel David Moore y Brendan Cowell, entre otros. Guionistas: James Cameron, Rick Jaffa y Amanda Silver, sobre una historia de James Cameron, Rick Jaffa, Amanda Silver, Josh Friedman y Shane Salerno. Basada en personajes y situaciones creadas por James Cameron para el film Avatar (2009). Productores: James Cameron, Jon Landau. Lightstorm Entertainment / TSG Entertainment. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 15 de diciembre de 2022.


Tres horas y media es mucho. Muchísimo. Un exceso, hasta para una película tan monumental, pretensiosa y hueca como esta Avatar: El camino del agua (Avatar: The Way of Water), secuela del éxito absoluto de 2009. Que el film busque ser un conglomerado de excelsas intensiones no es ningún problema (al menos, para mí), pero que no tenga contenidos dramáticos suficientes para sostener y justificar semejante estructura, sí. Que los diálogos sean pueriles y que el recorrido se vuelva tan obvio como previsible, también.


El nudo central retoma la historia de Jake Sully y Neytiri (Sam Worthington y Zoe Saldaña), el humano que se volvió Na’vi como parte del programa Avatar de la primera parte; y la hija del anterior jefe del clan devenida ahora compañera de Sully y madre de sus hijos. El tiempo que pasó entre película y película parece ser el mismo que transcurrió en la ficción, que arranca cuando los humanos vuelven a invadir Pandora, al mando del coronel Miles Quaritch (Stephen Lang), muerto al final de Avatar y ahora resucitado como Na’vi recombinado con humano. Venganza y supervivencia parecieran ser las dos fuerzas que empujan el argumento, que alcanza su clímax realmente dramático demasiado tarde, cuando ya pasaron casi tres horas de naderías hermosamente filmadas.


En el medio, El camino del agua se vuelve un par de películas distintas. Documental sobre una cultura alienígena con bastantes puntos emocionales de contacto con la nuestra. Tratado ecológico sobre el daño que le estamos haciendo al medio ambiente, con un apartado especial para con la matanza indiscriminada de ballenas, lo que le permite a Cameron tener su propio momento Moby Dick. Discurso new age con aires teológicos, filosóficos y existencialistas sobre el sentido de la vida, montado sobre el camino del título. Partes de un todo que aparece unido sólo por decisiones estéticas, pero que narrativamente nunca logran fusionarse de manera orgánica.


Es que, vista como un todo, esta segunda Avatar me resultó un abusivo comercial sobre Cameronlandia, universo cinematográfico o parque temático que resume y condensa, en las locaciones de Pandora, los logros creativos de Cameron. De Terminator a El abismo y de Aliens a Titanic, preparando el camino para lo que serán las próximas tres secuelas de Avatar. Logro visual de arrobadora belleza, prodigio tecnológico que alcanza su único punto de empatía en la escena clave de Zoe Saldaña, solitaria gota de sentimiento en un océano interminable de imaginería mágica. Los fanáticos, de fiesta.
Fernando Ariel García