La reina del miedo. Directoras: Valeria Bertuccelli y Fabiana Tiscornia. Protagonistas: Valeria Bertuccelli, Diego Velázquez, Sary López, Mercedes Scapola y Gabriel Goity. Participación especial de Darío Grandinetti. Guión: Valeria Bertuccelli. Textos teatrales: Alejandro Urdapilleta. Música original: Gabriel Fernández Capello (Vicentico) y Héctor Castillo. Tema de cierre: Un mundo fugaz, interpretado por Vicentico. Rei Cine / Patagonik / Marcelo Tinelli / Snowglobe / Vaino Rigozzi / Popartsmusic / Cacodelphia Casa de Cine / Prosegur. Argentina, 2018. Estreno en la Argentina: 22 de marzo de 2018.
Mujer al borde un ataque de nervios. Esa es Robertina, primera actriz de la escena nacional que se dispone a estrenar un unipersonal en teatro. Recién casada y recién separada, tiene una seguridad interna a prueba de balas, se sabe excelente en lo suyo y confía en sus ideas, sus intuiciones, sus ganas. Pero atraviesa una crisis existencial; y lo único que expresa es miedo, una enfermiza imposibilidad de plantarse sobre sus pies. Y eso hace que todos (desde el jardinero hasta el equipo técnico de la puesta) descrean de lo que dice y de lo que piensa. No importa si el tema es trascendental o una vanalidad cotidiana, el resultado es el mismo. Robertina termina desdibujada, puesta en segundo plano, sin ser tenida en cuenta a la hora de llevar a la práctica aquello que ella ya había decidido antes.
Manojo de ansiedades, fobias, tocs, angustias, culpas, ahogos, temores, paranoias y contradicciones, Robertina abandona, de pronto, los ensayos. Y parte para acompañar a un amigo, un gran amigo, en un momento complicado que está atravesando. En Dinamarca, claro. Algo que habrá que ver cómo cae a este lado del Atlántico, en esta ciudad de la furia que es Buenos Aires.
Un mundo fugaz, tema de y por Vicentico que cierra el filme
No sé cuánto de autobiográfica tiene la Robertina de Valeria Bertuccelli, humana criatura que ella escribió, encarnó y co-dirigió como nadie en su opera prima. Una película tragicómica y despareja, algo repetitiva, con un desarrollo psicológico confuso, que a veces se saltea algunos pasos, tal vez por cargar el mismo acelere emocional que la protagonista no sabe cómo manejar.
Yendo (y vieniendo) de las relaciones afectivas a los compromisos profesionales, La reina del miedo tiene algo (mucho) a su favor. Sabe que lo importante no es tener miedo, sino enfrentarlo, poder mirarlo a la cara y darle pelea. Hay que tener valor para comerse un par de manos y seguir paradita, dignamente, frente a la platea.
Fernando Ariel García
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