lunes, 23 de agosto de 2021

EL REINO: CRÍMENES Y PECADOS

El reino. Directores: Marcelo Piñeyro, Miguel Cohan. Protagonistas: Diego Peretti, Chino Darín, Nancy Dupláa, Joaquín Furriel, Peter Lanzani, Mercedes Morán, Vera Spinetta, Nico García, Sofía Gala y Alejandro Awada, entre otros. Participación especial de Daniel Fanego, Diego Gentile, Daniel Kuzniecka y Hernán Chiozza. Guionistas / Creadores: Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro. Tema de apertura: Sobre mi tumba, interpretado por Cazzu. K&S Films. Argentina, 2021. Estreno en la Argentina: Disponible en Netflix desde el 13 de agosto de 2021.


Desde que entró en la escena política en 1973, la Iglesia Católica Evangélica de los EE.UU. ha ido ocupando mayores espacios de poder en el Partido Republicano. De hecho, en las elecciones de 2016, uno de cada cuatro votantes se identificó como cristiano evangélico blanco; y el 81 por ciento de ellos votó por Donald Trump. En el Brasil, el empresario evangélico José Alencar llegó a la vicepresidencia en 2003, como compañero de fórmula de Lula Da Silva, cargo que mantuvo hasta 2010. Y en 2017, dos años antes de alcanzar la primera magistratura carioca, Jair Bolsonaro formalizó su vínculo con los evangélicos al bautizarse en las aguas del río Jordán.


Como puede verse, la relación entre política y evangelismo no es nueva ni ficticia. Y sobre esa base real y concreta, Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro imaginaron El reino, ocho episodios que cuentan el desembarco de un carismático líder evangélico a la competencia electoral que decidirá al futuro presidente de la Argentina. Bajo las coordenadas del thriller político-religioso; y linkeando las actividades pastorales de esa iglesia en particular con los imaginarios de la meritocracia macrista y la marroquinería kirchnerista, la serie postula el avance local de una nueva derecha cuya agenda principal es la de una apabullante restauración conservadora.


Apoyado en actuaciones deslumbrantes de Peretti, Furriel, Morán y Lanzani, el mundo que presenta El reino tiene muy pocos grises. Hay algunas luces intermitentes pero, sobre todo y sobre todos, predomina la corrupción más abyecta e inhumana. Como en la mejor novela negra, el ramillete de sospechas iniciales terminará derivando en un puñado de certezas diametralmente opuestas a las que proyectaba la primera imagen. Principalmente, porque cada personaje carga, al menos, un crimen que ocultar y un pecado por expiar. Bajo el imperio de la posverdad y el canto de sirenas de las fake news, la serie se preocupa por dejar en claro que sus dardos críticos van dirigidos a las estructuras institucionales que manipulan a las personas que (por fe, convicción, ignorancia, necesidad o cualquier otro motivo), adscriben honestamente a los postulados que emanan de esas estructuras.


Casi llegando al final, entre las consabidas subtramas surge una de contenido más religioso que político. A mí me hizo algo de ruido, no porque carezca de interés (todo lo contrario), sino porque parece pertenecer a un registro diferente del que El reino había venido articulando. Más cerca de El código Da Vinci que de Todos los hombres del Presidente. Habrá que ver como coinciden o colisionan (en una segunda temporada) esos senderos que hoy sólo se bifurcan.
Fernando Ariel García

domingo, 8 de agosto de 2021

EL ESCUADRÓN SUICIDA: ODA CRÍTICA AL INTERVENCIONISMO YANQUI

El Escuadrón Suicida. Director: James Gunn. Protagonistas: Margot Robbie (Harley Quinn), Idris Elba (Bloodsport), John Cena (Peacemaker), Joel Kinnaman (coronel Rick Flag), Sylvester Stallone (voz de King Shark), Viola Davis (Amanda Waller), David Dastalmachian (Polka-Dot Man), Daniela Melchior (Ratcatcher II), Michael Rooker (Savant), Jai Courtney (Capitán Boomerang), Peter Capaldi (Thinker), Pete Davidson (Blackguard), Nathan Fillion (T.D.K.), Taika Waititi (Ratcatcher I), Steve Agee (John Economos, King Shark), Sean Gunn (Weasel, Calendar Man), Flula Borg (Javelin), Mayling NG (Mongal), Alice Braga (Sol Soria), Joaquín Cosío (Mayor General Mateo Suárez), Juan Diago Botto (Presidente General Silvio Luna) y Storm Reid (Tyla), entre otros. Participación especial de John Ostrander (Dr. Fitzgibbons), Natalia Safran (Kaleidoscope), Jared Leland Gore (Double Down) y Pom Klementieff (bailarina en La Gatita). Guion: James Gunn, basado en personajes y situaciones de los cómics de DC, especialmente los de Suicide Squad a cargo de John Ostrander (guion) y Luke McDonnell (dibujos). Productores: Zack Snyder, Deborah Snyder. Warner Bros. Entertainment / Atlas Entertainment / Peter Safrant. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 5 de agosto de 2021.


¿Qué puede salir de la fusión entre los Doce del patíbulo y la Bananas de Woody Allen? Si el encargado de resolver semejante alquimia es James Gunn, pues el resultado es esta gloriosa El Escuadrón Suicida (The Suicide Squad), que recupera la sensibilidad estética e intelectual del camp patentado por el Batman de Adam West, ostentando los valores de la ironía, el humor negro y la sobreactuación como contrapeso al brutal baño de sangre que maquilla una fuerte crítica al intervencionismo yanqui. Y si al combo le sumamos algunos argentinismos irresistibles (empanadas, fernet, un par de “boludos” oídos al pasar y hasta un guiño a la Mafalda de Quino), yo compro el paquete entero, sin dudar.


Todo lo que no anduvo en Escuadrón Suicida modelo 2016, aquí funciona como un relojito. La película es ligera pero no superficial, visualmente atractiva y sabe jugar el tempo de la comedia superheroica con precisión milimétrica. Cuando tiene que serlo, es vulgar sin ofender, hiperviolenta sin escandalizar, tonta sin menospreciar; y sensible sin empalagar. Gunn parte del mismo presupuesto que utilizó David Ayer: un grupo de villanos descartables, rejuntados por una organización secreta gubernamental estadounidense para realizar misiones ilegales de altísimo riesgo. Pero en vez de enfrentar a sus personajes contra fenómenos sobrenaturales, elige ceñirse al discurso político patentado por John Ostrander y Luke McDonnell en los fundamentales cómics ochentosos del Suicide Squad. Por esa razón, los deposita en medio de la bananera isla sudamericana de Corto Maltese (homenaje al gran Hugo), para poner fin a la dictadura del Presidente General Silvio Luna, interpretado por el argentino Juan Diego Botto, el mismo que antes de romperla en el Martín (Hache) de Aristarain había personificado al sordomudo Felipe en la nefasta Zorro de Duncan Regher.


Recreada en locaciones reales de Panamá y Puerto Rico, Corto Maltese resulta ser la sumatoria del vasto imaginario colonialista que los EE.UU. suelen esgrimir para justificar su accionar sobre América Latina. Una síntesis de lo peor de la Cuba castrista y lo más malo de la Venezuela chavista. Un estereotipo caricaturesco que le calza justo a la artificialidad burlona que el film propone y dispone. Esa construcción narrativa que hace de la exageración su principal virtud, equilibrando la cancha poniendo del lado gringo al gran hallazgo del film: el Peacemaker de John Cena, especie de Schwarzenegger descerebrado y extremista que, autojustificando su conducta criminal, defiende (y sostiene) la injerencia imperialista en América Latina.


El resto es la eficiente receta que Gunn ya probó (y aprobó) en las dos Guardianes de la Galaxia de Marvel: Aventura a gran escala, criaturas tan nefastas como queribles; y un sustrato emocional que la da sustento dramático al periplo interno de algunos personajes principales. En este caso específico, el impacto de los compartamientos paternos en el proceso de construcción de la personalidad de los hijos. Además de una banda sonora impecable, que incluye canciones de y por Johnny Cash, The Jim Carroll Band, Céu, Kansas, David Lee Roth y Pixies, entre otros.
Es cine de superhéroes, así que conviene quedarse hasta el final.
Fernando Ariel García

sábado, 7 de agosto de 2021

VIEJOS: PLANTAR RESPUESTAS EN LUGAR DE SEMBRAR PREGUNTAS

Viejos. Director: M. Night Shyamalan. Protagonistas: Gael García Bernal, Vicky Krieps, Rufus Sewell, Alex Wolff, Emun Elliott, Thomasin McKenzie, Embeth Davidtz, Abbey Lee, Nikki Amuka-Bird, Ken Leung, Eliza Scanlen, Aaron Pierre, Kathleen Chalfant, Gustaf Hammarsten, Francesca Eastwood y Matthew Shear, entre otros. Participación especial de M. Night Shyamalan. Guion: M. Night Shyamalan, basado en la novela gráfica Château de sable (2010), de Pierre Oscar Lévy (guion) y Frederik Peeters (dibujos). Perfect World Pictures / Blinding Edge Pictures. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 29 de julio de 2021.


Una oferta tentadora para un resort exclusivo. La oportunidad justa para relajarse en familia, mientras intentan resolver los problemas que afectan a la pareja y que, por razones obvias, ocultan a los ojos y oídos de sus pequeños hijos. Un lugar realmente paradisíaco, con una playa secreta, rodeada de peñascos, vista privilegiada y aguas cristalinas y tentadoras. Una jornada de ensueño que terminará convertida en un descenso a los infiernos. El propio, los ajenos y los inesperados.


A partir de la novela gráfica suiza Château de sable (de Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters), M. Night Shyamalan retoma algunas de sus obsesiones recurrentes, en particular la intromisión de lo extraordinario sobre lo cotidiano, prestando atención a las consecuencias que lo desconocido acarrea para la gente común. El entorno reconvertido en prisión inexpugnable, además, termina generando la aparición de grandezas y miserias en las personas menos esperadas, así como el enfrentamiento con el dolor, la pérdida y los efectos del paso del tiempo sobre los cuerpos y las mentes. Sobre todo porque, por razones que no sabemos si se van a conocer, esa playa hace que las personas envejezcan años en horas.

Portada de la edición anglosajona de la novela gráfica que inspiró al film

Lo mejor de Viejos (Old) está en la narración cinematográfica. Shyamalan sabe cómo instalar la incomodidad en el espectador, con escenas de una trivialidad pasmosa en dónde no pasa nada y la procesión va por dentro. Hay una cierta poesía en el tratamiento de las imágenes, en la escalada de los tiempos. La película entra por los ojos pero, cuando tiene que convencer al intelecto, el peso de las acumulaciones hace que la credibilidad arduamente conseguida se desplome a pedazos.


El problema del film está en la banalización brutal de las cuestiones que decididamente aborda. La aceptación de la vejez en una era que impone el valor hegemónico de la juventud, la comprensión de la finitud de la vida, la angustia que provoca la incerteza sobre el porvenir, le inevitable tensión entre lo importante y lo urgente, la relación humana con la enfermedad, el despertar sexual adolescente, el tránsito de cualquier crisis existencial.


Como en la historieta original, Viejos se preocupa (y ocupa) del desarrollo psicológico de los personajes abrumados, por la naturaleza de la situación y la seguidilla de preguntas trascendentales que se ven obligados a realizarse. Pero existe una gran, enorme diferencia entre la novela gráfica y la película, que dispara el dominó de yerros que marca la obra de Shyamalan. Allí donde Château de sable abría el juego metafísico a la libre interpretación del lector, Viejos pretende exponer las coordenadas científicas que expliquen los acontecimientos. Donde Lévy y Peeters sembraron preguntas filosóficas, Shyamalan plantó respuestas de índole fantástico y conspirativo. ¿El resultado? Una seguidilla de golpes de efecto, de vueltas de tuerca que traicionan la intención de la materia prima. No será esta una película que envejezca dignamente.
Fernando Ariel García