miércoles, 16 de marzo de 2011

CAPSULAS MEXICO

Editorial Resistencia divulgó su cronograma editorial para marzo. Y estas son nuestras recomendaciones:
Monociclo. “En Mundo Adriano existen bicicletas sin ruedas -en las que se puede salir de excursión, por supuesto- y hasta un bosque encantado. Porque a sus habitantes nada les gusta más que dar ‘un pequeño paseo por un adorable bosque embrujado’. Y nadie se aburre: La gente baila, hay robots de diseños insospechados y misteriosos personajes de aspecto insectoide en los rincones de los cafés. Pero, sobre todo, sus criaturas tienen estilo. Lo mismo para llevar tirantes, que para portar un sombrero, lucir un bigote o fumar puros o cigarros que nunca están pegados a sus bocas, por cierto, sino que flotan en el aire a unos centímetros de sus labios: Así se fuma en Mundo Adriano… En Mundo Adriano no importa qué edad se tenga porque es una máquina del tiempo que nos regresa a la infancia. A ese tiempo en el que el movimiento es la más importante de todas las cosas, y donde se contempla y se goza desde la altura de un transporte. Si es a bordo de un Monociclo, pues qué mejor”, escribió Bernardo Esquina sobre la nueva obra de Adrián Pérez, más conocido como Adriano.

Moquito. El secreto del convento mutante. “Debajo del aspecto inocente, deliberadamente infantiloide de Moquito y sus chistes, autocalificados de babosos, se esconde el ingenio mordaz y afilado de un hombre de refinada malicia -asegura Bef-. Moquito, a diferencia de otros niños de los cómics como Mafalda o Charlie Brown, no es un adulto en un cuerpo infantil, no emite sentencias profundas, no es un filósofo existencialista como los personajes de Peanuts. Más cercano a Calvin, el de Hobbes, a Moquito le gusta el desmadre, el relajo, el vacilón”. Por Juan Manuel Ramírez, Juanele.

Visiones y evasiones. “Cecilia Pego nos ha mostrado a lo largo de su carrera una sensibilidad muy especial para la búsqueda de caminos nada trillados dentro de la escena historietística mexicana… Vistámonos con nuestros más oscuros y aterciopelados ropajes, tomemos una copa de cristal muy fino con esgrafiados inquietantes, vertamos en ella líquidos carmesíes de consistencia extraña, y procedamos a sentarnos en un singular sofá que hubiera hecho feliz a Edward Gorey. Abramos a continuación el libro de Cecilia Pego, y aventurémonos sin prisas por esas veredas exóticas de tinta china, con cielos infinitos negros y árboles milenarios blancos… Adelante, pues… y esperen cualquier cosa dentro de su mundo”, sostuvo Luis Fernando.

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