(Aprovechamos la salida de la edición local a cargo de Doedytores para repostear la crítica -mínimamente retocada- que hicimos a la versión estadounidense) Fines de los ’80. Imposible saber si el dibujante argentino Jorge Zaffino intuía que estaba trabajando en la historieta que sería vista y referida como su obra maestra, especie de opus último y postrero ante una muerte joven que vendría a buscarlo apresuradamente, el 12 de julio de 2002, a los 43 años y con tantas cosas todavía por hacer.
Voy a permitirme pensar que sí, que Zaffino sabía que le tocaba irse demasiado temprano. Y que eso lo apuraba a dejar testimonio y tomar riesgos creativos de manera apresurada, pero nunca inconsciente o inconsistente. Quiero creer que en esas páginas ambientadas en un mundo postapocalíptico y desencantado, con esa tensión extrema entre las masas blancas y negras que paría con frenético ardor, con un apasionamiento brutal y despiadado, estaba legándonos su más auténtico testamento artístico. Violento, salvaje, hambriento de vida. Desesperado por continuar respirando todo el tiempo que le fuera posible.
Porque eso es lo que transpira Winterworld, la miniserie que el guionista norteamericano Chuck Dixon le escribiera especialmente para Eclipse Comics, tres números aparecidos y desaparecidos entre 1987 y 1989, generando la leyenda que acaba de recuperar Doedytores (en base al trabajo realizado el año pasado por IDW) en un nuevo tomo de la Biblioteca MP de Novela Gráfica, en el blanco y negro que le es naturalmente orgánico. Y seguida de Wintersea, la secuela pergreñada por ambos autores para el sello Epic de Marvel que, por esas cosas inentendibles de la lógica editorial, había quedado inédita hasta que IDW se cruzó en su camino.
Un hombre ataca, otro también. Los dos sangran pero sólo uno muere. En Winterworld la muerte aparece como un hecho absoluto y casi intrascendente. Lo realmente importante es la lucha por la supervivencia. Una situación extrema que, ante la opción final, se bate y debate con crueldad y sin amargos remordimientos. De repente, estamos en medio de un planeta congelado, comido por el hielo y carcomido por el hambre, donde una especie de comerciante viajero llamado Scully y su tejón Rahrah cruzan su camino con el de la jovencita Wynn.
Un hombre ataca, otro también. Los dos sangran pero sólo uno muere. En Winterworld la muerte aparece como un hecho absoluto y casi intrascendente. Lo realmente importante es la lucha por la supervivencia. Una situación extrema que, ante la opción final, se bate y debate con crueldad y sin amargos remordimientos. De repente, estamos en medio de un planeta congelado, comido por el hielo y carcomido por el hambre, donde una especie de comerciante viajero llamado Scully y su tejón Rahrah cruzan su camino con el de la jovencita Wynn.
¿Hay amor entre los protagonistas? Todo deja entrever que sí, que aún entre ese panorama descorazonador puede surgir un destello de humanidad. Pero la sensación de peligro inminente, de amenaza constante, no para. La explotación del hombre por el hombre, la captura y la tortura, hacen del daño al congénere la primera actitud en aparecer. La necesidad tiene cara de hereje, dicen; y en Winterworld sólo los herejes duran en pie más de dos viñetas. El ejercicio sistemático de la fuerza es la única forma de entablar cualquier tipo de relación. Pensar y actuar viene a ser lo mismo; y quizá por ello el cerebro se ha convertido en el músculo más fuerte y resistente del sobreviviente.
¿Winterworld es una historia de acción? Sí, por supuesto. Pero no sólo una historia de acción. Podrán decirme que le busco la quinta pata al gato; y tal vez sea cierto. Pero al leer de corrido Winterworld y Wintersea me pareció encontrar cierta postura crítica frente al mundo bipolar de esos años, el mismo que caería con el Muro de Berlín en 1989, poco después de que los autores terminaran la historieta. Vistas en conjunto, puede entenderse a Winterworld (ambientada en lo que supo ser EE.UU. y la frontera con México) como un alegato contra la masificación glorificada del consumismo occidental; y a Wintersea (ambientada en lo que fuera Cuba) como una crítica a la revolución ahogada bajo el unicato del principal líder. Porque ni las teorías capitalista y socialista, al menos en la historieta, aparecen representadas como herramientas viables de cambio para la mejora sostenida de las condiciones de vida. El congelamiento de la Tierra, cuyas razones nos son desconocidas, podría haber sido generado por este enfrentamiento entre los bloques, por esa eterna disputa que mantenía todo en frágil equilibrio.
Hasta que el futuro les pasó por encima.
Fernando Ariel García
Hasta que el futuro les pasó por encima.
Fernando Ariel García
Winter World
(Biblioteca MP de Novela Gráfica Nº 7)
Guión: Chuck Dixon
Dibujos: Jorge Zaffino
Traducción: Fernando Ariel García
Portada: Jorge Zaffino
144 páginas en blanco y negro
Doedytores
ISBN: 978-987-9085-48-6
(Biblioteca MP de Novela Gráfica Nº 7)
Guión: Chuck Dixon
Dibujos: Jorge Zaffino
Traducción: Fernando Ariel García
Portada: Jorge Zaffino
144 páginas en blanco y negro
Doedytores
ISBN: 978-987-9085-48-6
Argentina, septiembre de 2010
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