El Hombre Cucaracha. Autor: Nahuel Amaya. Portada: Nahuel Amaya. 48 páginas a color. Agua Negra Ediciones. ISBN: 978-987-45018-1-3. Argentina, noviembre de 2014.
Videojuegos. Muchos fines del mundo. Invasores del espacio. Nazis. Zombis. El Diablo. Yanquis imperialistas con voraz apetito colonizador. El superhéroe protagonista, bastante pánfilo, frente a villanos de culebrón de cuarta. Y un amor capaz de vencerlo todo. Con estos ingredientes, batidos al ritmo de un humor escatológico y sexual básico, de cancha, Nahuel Amaya armó una historieta gore y bizarra, a caballo del arte pop y la psicodelia, que de internet saltó al soporte gráfico: El Hombre Cucaracha.
Recordando la impronta del mejor Cazador, dominando el inestable cóctel de violencia gratuita, tiros, rayos, pedos y sangre desparramada, Amaya también dio forma a una máquina metaficcional que funciona como homenaje y sarcástica relectura del universo adultoscente y sus consumos culturales, desde The Big Bang Theory a los Angry Birds, pasando por Mario Bros., Los piratas del Caribe, El Eternauta, La naranja mecánica, Star Wars, The Walking Dead, Toy Story y ¿Dónde está Wally?, por nombrar a los más visibles.
La historieta, que a vuelo de pájaro parece abrazar lo intrascendente y la búsqueda efímera del placer, estructura narrativamente las principales características que han hecho de la adolescencia un periodo emocionalmente definitivo, bastante alejado de su originaria identidad transicional: La postergación de los compromisos, el zapping como actitud ante la vida, la idea de que todo debe ser (o parecer) esparcimiento. Y eso transforma a la desbordada carga hormonal que formalmente exhibe El Hombre Cucaracha, en un sutil envoltorio desde donde representar al fenómeno retratado. O eso me pareció.
Y dejé (adrede) para el final uno de los logros más notables de la historieta, que tiene que ver con la estructura utilizada por el autor. Una larga aventura, serializada mediante el formato de tira diaria autoconclusiva, cada una de ellas con remate humorístico incorporado. Una decisión consciente, de muy difícil resolución técnica, que Amaya sortea con creces, demostrando un dominio del medio y el lenguaje ideal para un desafío creativo de (chiste rápido y fácil) mayor envergadura.
Fernando Ariel García
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