Córtenla. Una peli sobre call centers. Director: Ale Cohen. Protagonistas del corto de ficción: Dominica Medina, Valeria Bruschini, Sebastián Ochoa, Martín Vega, Ariel Aguirre, Lorena Yenni. Voces en la historieta animada: Pablo Niro, Iván Moschner, Ale Cohen. Guión documental: Ale Cohen, Alejandro Rath, Fabián Cristobal. Guión ficción: José Binetti, Alberto Alonso. Guión historieta animada: Ale Cohen, Ernán Cirianni. Dibujos historieta animada: Ernán Cirianni. Ojo Obrero. Argentina, 2012. Funciones: Del 11 al 17 de septiembre, a las 14:05 y a las 19:05, en el Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Superexplotación, precarización y tercerización laboral. Santísima Trinidad capitalista que rige el mercado de empleo en la actividad de los call centers, sufrida (sobremanera) por los jóvenes que lograron ingresar a su primer trabajo durante los neoliberales años ’90 y que se ha mantenido sin cambios gracias al consentimiento implícito de los gobiernos de turno. Incluida la década nacional y popular del kirchnerismo. Es la denuncia que grita el documental de Ale Cohen, Córtenla. Una peli sobre call centers, filmada y exhibida de manera limitada en el 2012; y (re)estrenada con un poco más de masividad entre el 11 y el 17 de septiembre de 2014, en el cine Gaumont.
Queda claro, de entrada, que aunque aborde la problemática específica de los teleoperadores, el filme habla de un sistema global que trascienda la actividad específica, porque se trata de un modelo internacional que ha determinado nuevas dinámicas y una mucho más desigual relación de fuerzas entre patronales y clase obrera, maximizando las ganancias empresariales mediante la imposición de condiciones abusivas de contratación, ambientes insalubres de trabajo y la sanción de normas flexibilizadoras que dieron (y siguen dando) vestimentas legales a cuerpos inmorales.
Cine político asumido en su condición de militancia partidaria (Ojo Obrero es una asociación de cineastas adherente al Partido Obrero), Córtenla aborda los conflictos laborales de los teleoperadores desde tres registros específicos, intercalados durante todo el metraje: El documental, la ficción y la historieta mínimamente animada. El peso principal del filme descansa en el apartado documental, muy efectivo en su montaje para hacer dialogar (por teléfono, gran síntesis conceptual) a un grupo de trabajadores que dan testimonio de las violencias sufridas en sus puestos de trabajo. Violencias que dejaron secuelas físicas y psíquicas difíciles de superar; y que obligaron a parir una toma de conciencia de la situación de expoliación a la que estaban siendo sometidos. Dentro del material documental que exhibe, Córtenla incluye una serie de filmaciones realizadas en una (o varias, no lo sé) conferencias empresariales del sector. Sin duda, los momentos más impactantes por el inclemente salvajismo y la naturalización de la explotación humana que muestran los gerentes del sector y los profesionales que los capacitan y lobotomizan. Y cómo logran bajar ese mecanismo hacia los supervisores y los empleados, buscando atomizar la capacidad de organización entre los trabajadores.
La multiplicidad formal de Córtenla no logra alcanzar la organicidad que, me parece, busca. El corto de ficción interfiere el discurso argumental de la obra, bajando el impacto emotivo que la parte documental va creando y dosificando con mano firme. Poco creíble en su añeja gracia border, sumamente estereotipado y más preocupado en bajar línea con trazo burdo, subraya sin brillo todo aquello que ya afirmaron los verdaderos protagonistas del relato, los trabajadores, desde una cotidianeidad empática y no forzada. Otra cosa es la historieta animada de Cohen y Ernán Cirianni. Allí sí funciona el absurdo, la desmesura, el humor grotesco y negro como portador de las sutilezas del mensaje, tal vez porque capitaliza el poder del relato para retratar la realidad, escapándole a la cárcel del registro discursivo.
Dije al principio que Córtenla denuncia una situación de superexplotación, precarización y tercerización laboral. Pero, en realidad, hace más que denunciar, efectivizando ese tan promovido paso que va de la protesta a la propuesta. El alma del filme de Cohen se corporiza en las instancias de resistencia obrera, indispensables para obtener las mejoras necesarias que hacen al respeto de la condición humana. La solución, siempre, pasa por el empoderamiento del trabajador. Y hasta que se descubran caminos y herramientas más eficaces, la obtención de mayores y mejores niveles de organización social, colectiva y sindical, parece ser el medio más efectivo, sólido y duradero para alcanzar los objetivos. Aunque la ley del teleoperador siga durmiendo el sueño de los justos en el Congreso Nacional.
La lucha continúa, qué le vamos a hacer.
Fernando Ariel García
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