(Información de prensa) La potencia de lo impronunciable. Palabras pendientes (Argentina, 2017), documental de Andrea Schellemberg, se estrena comercialmente el 5 de octubre.
En 2008, como parte de la nueva política de derechos, el Ministerio de Defensa de la Argentina firmó una resolución para cambiar los programas de estudio en los Institutos Militares. El fin fue transformar la construcción cultural e ideológica de una institución signada por los golpes de Estado y los delitos de lesa humanidad. El documental realiza un seguimiento del dictado de las clases de Derechos Humanos en el Colegio Militar de la Nación.
Palabras de la directora:
En 2009, me enteré a través de Jorge Bernetti, por entonces Director de Comunicación del Ministerio de Defensa, que se estaba llevando a cabo un cambio importante en los planes de estudio en los Institutos de las Fuerzas Armadas.
En septiembre del 2010 terminé de rodar un cortometraje que fue incluido en el largo D-Humanos. Aquí cada realizador se encargó de un artículo de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Me ocupé del derecho a la educación; en uno de sus párrafos decía: “Todo ser humano tiene derecho a recibir educación en derechos humanos”. Registré con la cámara algunas situaciones del dictado de la materia Derechos Humanos en el Colegio Militar de la Nación, y las intenciones de los funcionarios que entonces estaban a cargo de dos de los contenidos programáticos. En el proceso de posproducción del corto se me hizo evidente que 10 minutos no alcanzarían para reflejar el proceso de cambio que vive la educación militar.
Cuando empecé a grabar Palabras pendientes comprendí que estaba frente a un hecho determinante de la historia del país; la reforma de los programas de estudio respondían a la función de las FF.AA. en un sistema democrático. Eran parte de otros cambios; el colegio militar se transformó en un espacio universitario, la incorporación de la mujer a la carrera de oficiales, el proceso de secularización, el quite de armas de guerra menores, los talleres de derechos humanos destinados a todos los oficiales que transforma al CMN en un escenario de tensiones entre los nuevo y lo viejo, entre las necesidades políticas e institucionales y los intentos de mantener o recomponer ideas, prácticas y valores tradicionales.
Cuando Jorge Bernetti me comentó sobre los cambios de los planes de estudios me pareció imposible; realmente creía que la ideología y la cultura de las FF.AA. era irreversible, y que esas clases, donde se dicta que el cuerpo humano no se debe torturar, no se debe desaparecer, no se deben robar niños, me parecía efímero y que pronto se terminaría porque no había garantías de que se sostuviese en el tiempo.
Durante el registro advertí que existe un velo puesto sobre la historia argentina reciente -y no tan reciente- en los espacios de las fuerzas de seguridad, tal vez nunca transitados hasta el momento. Esa forma de no decir, tiene la potencia de lo impronunciable y me recuerda una oración de un libro de los psicoanalistas Francois Davoine y Jean Gaudilliere, autores de Historia y trauma: “Lo que no se puede decir, no se puede callar”. Esa imposibilidad manifiesta cómo el cambio programático pone en crisis el sentido de los contenidos. La pregunta es cómo se atraviesa esa crisis.
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