martes, 19 de septiembre de 2017

BIENVENIDO A LA CASA DE LOS HARTMANN: CIUDADANOS DEL MUNDO

Bienvenido a la casa de los Hartmann. Director: Simon Verhoeven. Protagonistas: Senta Berger, Heiner Lauterbach, Florian David Fitz, Palina Rojinski, Eric Kabongo, Elyas M’Barek, Uwe Ochsenknecht, Ulrike Kriener, Eisi Gulp, Marinus Hohmann, Thilo Prothmann, Esther Kuhn y Ulla Geiger, entre otros. Guionista: Simon Verhoeven. Música: Gary Go. Wiedemann & Berg Film / Sentana Filmproduktion / SevenPictures Film. Alemania, 2016. Sin estreno comercial en la Argentina, exhibido como título principal del 17º Festival de Cine Alemán

El mundo está en crisis. Y si cada persona es un mundo, entonces cada persona está en crisis. Una crisis completamente palpable en el sur de Múnich, conglomerado burgués y católico que, visto desde aquí, es lo más parecido al Paraíso. Pero visto desde allá, según la perspectiva del guionista y director Simon Verhoeven, nativo del lugar, no deja de ser un cielo habitado por un montoncito de infiernos, algunos de bajo alcance y otros de altísimo impacto. 


Al principio, la familia Hartmann pareciera estar atravesando su momento de mayor incertidumbre emocional. Los padres, jóvenes adultos mayores, se encuentran lidiando con el fantasma de la jubilación, no por los problemas económicos que esto pudiera causarles (inexistentes, por lo que deja ver la película), sino por la presión psicológica que implica el asumir la edad que se tiene para abrazar una nueva vida, con mucho tiempo por delante y pocos proyectos en común para el matrimonio. Los hijos, jóvenes adultos perdidos en el camino del dinero y el amor, no encuentran lo que buscan y no valoran lo que tienen. Y el nieto, adolescente en estado de construcción, es llevado de acá para allá aunque tiene bastante claro en dónde quiere quedarse. 


Sobre esta radiografía de la familia típica alemana (entendiendo a la familia como síntesis y metáfora de la Alemania toda), un día cae la bomba atómica. La madre decide acoger a un refugiado nigeriano en la casa; y el mundo real e ilusorio que mantenían los Hartmann queda a merced del tsunami emocional que los envuelve. Y al enfrentar sus propios miedos, sus propias inseguridades, sus propios anhelos, realmente afrontan la posibilidad de volver a ser aquello que supieron ser y, sobre todas las cosas, la de llegar a ser aquello que quieren ser. 


Lo mejor de Bienvenido a la casa de los Hartmann (Willkommen bei den Hartmanns), la película más exitosa del cine germano del año pasado, es su abordaje de la crisis migratoria como posible y probable instancia superadora de los nacionalismos y su relación con la mejora en la calidad de vida de los habitantes de un país. Es cierto que el tono de sitcom ayuda a la equilibrada interacción de problemáticas tan duras como irresueltas, pobladas de discriminación, racismo, buena voluntad y actos terroristas. Lejos de los fanatismos propios y los fanatismos ajenos, los procesos migratorios hace rato que llegaron para quedarse. Y por suerte, la fusión nos ha hecho mejores a todos. 


El final, como corresponde a una condescendiente comedia globalizada, tranquiliza las consciencias. Y con las luces prendidas, sigue sacudiendo las mentes y los corazones. Sobre todo por haber podido definir (y defender) el valor de un par de grises en este tiempo incapaz de distinguir entre una luz y una sombra. 
Fernando Ariel García

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