Duro de cuidar. Director: Patrick Hughes. Protagonistas: Ryan Reynolds, Samuel L. Jackson, Gary Oldman, Salma Hayek y Elodie Yung, entre otros. Guionista: Tom O'Connor. Bodyguard Productions / Campbell Grobman Films / Cristal Pictures / East Light Media / Millennium Films / Nu Boyana Film Studios / Skydance Media / Tom de Mol Productions. EE.UU. /China /Bulgaria / Holanda., 2017. Estreno en la Argentina: 14 de septiembre de 2017.
Si uno se alimenta sólo con comida chatarra, pasa lo que le pasó al director y protagonista de Super Size Me: la aparición de problemas físicos y psicológicos derivados de la malnutrición. Pero, de vez en cuando, uno puede clavarse una buena hamburguesa y hasta disfrutar de ese momento. Siempre y cuando le guste el menú, por supuesto. Obviamente, no hay que elegir la SuperMegaExtraBaconator de 8 pisos, porque con una hamburguesa con queso y papas fritas también podemos quedar pipones y satisfechos.
Duro de cuidar (The Hitman’s Bodyguard) es esa comida chatarra en su justa y deliciosa medida. No le pidamos sabores exóticos a la receta del chef Patrick Hughes, porque la película renuncia explícitamente a esa búsqueda, optando por la calidad de la manufactura y el blend perfecto de las materias primas. Especie de policial tarantinesco, con mucho cuidado puesto en el límite a cruzar durante los momentos de exceso, el tono de ligera comedia negra hilvana escenarios, argumentos, lenguajes y dinámicas del movimiento de personajes y vehículos, haciendo que el agua y el aceite se emulsionen y no se repelan.
En un filme de estas características, la química entre los protagonistas es decisiva. Y la relación que entablan Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson (o sea, el guardaespaldas y el asesino a sueldo) resuelve el 99% de los aciertos de la película, dejando el porcentaje restante al pulso impuesto por el director: Veloz pero no alocado, hiperviolento pero no revulsivo, nervioso sin caer en el tembleque.
Asumirse como cine chatarra no implica transformarse en cine basura. Duro de cuidar hace gala de ese delicado equilibrio alcanzado y sostenido durante todo el metraje. Sabe convertir las formas del género en identidad visual y narrativa, aprovechando la masividad de esas apariencias para colar un par de mensajes poco habituales en las producciones de este tipo: El amor lo justifica todo, siempre, dándole sentido a esta existencia. Pero tengamos cuidado con las manos que ejecutan la Ley y la Justicia, pueden llegar a creer que son la Ley y la Justicia.
Fernando Ariel García
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