lunes, 12 de diciembre de 2011

MEMORIE DELL’ETERNAUTA TOUR – TERCERA ESTACION: ROMA

Una fusión de estilos. Con mirada preponderantemente futurista, pero sin resignar las estéticas (y éticas) de los años ’30, ’40 y ’50. Fascismo incluido, aunque las capas civilizatorias se le hayan ido sedimentando encima hasta enmascararlo. Así definen, los que saben, a la populosa y monumental Stazione Termini, la terminal de ferrocarril más importante de Roma y una de las primeras a escala italiana y europea. Entablada en la Piazza del Cinquecento, en pleno corazón de la ciudad, la terminal fue edificada en 1867 sobre una colina cercana a las Termas de Diocleciano (de ahí su nombre), modificada y reestructurada infinidad de veces, hasta la última ocasión (por ahora) con motivos del Jubileo del 2000.


La postal más típica de Roma: El Coliseo

Como la urbe que se derrama radialmente desde su centro, Termini sigue siendo aquello que siempre fue, pero al mismo tiempo ha ido dejando de serlo, asimilando las modificaciones que el Tiempo, la Historia y los Hombres le legaron a su paso. El continente puede verse distinto (y hasta muy distinto) de aquel que retratara Vittorio De Sica en Stazione Termini (1953), la película escrita a cuatro manos por Cesare Zavattini y Truman Capote; pero entre los largos pasillos habitados por negocios de todo tipo y color, uno todavía puede imaginar que siguen cocinándose historias de vida como la que protagonizaron Jennifer Jones y Montogomery Cliff en ese filme que los EE.UU. decidieron rebautizar (y exportar) como Indiscretion of an American Wife. Es que Termini sintetiza alguna de las mil caras que la Ciudad Eterna va a mostrarnos durante los cuatro apretados y apurados días que vendrán. La Roma clásica y la moderna. La bufa y la dramática. La bohemia y la burguesa. La sacra y la profana. La que me animo a definir con una palabra que, de antemano, sé que va a quedarle chica, muy chica: Multicultural.


A Federico Fellini, que hizo de Via Veneto el teatro de La Dolce Vita

Entre las 480 mil personas que arriban por día a sus andenes, llegamos mi esposa, mi hija y yo, desde Nápoles, con deseos de recorrer calles y bares, librerías y monumentos icónicos. Tuvimos el privilegio de alojarnos en un coqueto hotel ubicado a pasos de la esquina en donde Via Liguria desemboca en Via Veneto, la calle más famosa de Roma, inmortalizada por Federico Fellini en La Dolce Vita. Exactamente a la vuelta del Café de Paris, en donde vamos a cenar acompañados por la suave música de un piano y los fantasmas siempre a mano de Fellini, Mastroianni y las vertiginosas curvas de Anita Ekberg, símbolos de un lugar y un momento que se convirtió en espejo de las costumbres sociales y la intelectualidad de la época. Pero ahora es mediodía; y hasta que nos sentemos a la mesa invertiremos el tiempo buscando la perdida sonrisa de nuestra hija en los jardines (secretos y no tanto) de Villa Borghese; llenándonos de Coliseo, de Fontana di Trevi, de Piazza Spagna, de las vias laberínticas a orillas del sol taciturno que se desmaya sobre el Tíber, que avanza cortando la ciudad como el cuchillo de un amor despechado, mitad placer mitad dolor.


Fontana di Trevi

La ausencia de Carlos Trillo va a hacerse presente en estas jornadas, cubriéndolo todo ante la desazón de su partida tan inesperada. Vamos a enterarnos de su muerte en el lobby del hotel, el mismo hotel que él nos recomendara un par de años atrás. Por estar cerca (o relativamente cerca) de todo; y pegadito al Cica Cica Boom, oscuro bar de copas y mujeres que le inspirara el nombre de Cicca Dum Dum, protagonista de la aventura humorística y sexualmente explícita que su pluma escribiera para los dibujos de Jordi Bernet. Nos vamos a encontrar con la noticia a punto de irnos a dormir, casi de madrugada, con el sueño pospuesto ante la posibilidad online de ver cómo iban las cosas por la Argentina. El mail de una amiga, conciso y brutal, no dejó margen para la duda. Pero todas las malas noticias deberían venir así, de la mano de un amigo, trayendo algo de contenida contención para tanta emoción desnuda.



De Cica Cica Boom a Cicca Dum Dum

Esa mañana, entre discusiones familiares sin sentido y malhumores transitorios que se quedaron más tiempo del que debían, había ido hasta Radio Vaticana, emisora internacional de la Santa Sede, cuyas oficinas y estudios se encuentran, obviamente, en la Ciudad del Vaticano, la ciudad Estado de 44 hectáreas enclavada en perímetro romano. Autodefinida como “La Voz del Papa y de la Iglesia”, Radio Vaticana cumple su rol de herramienta preponderante y fundamental a la hora de difundir el (¿santo?) pensamiento católico apostólico romano oficial, que para eso el Papa Pio XI le encargó su creación a Guillermo Marconi (popularmente conocido como el inventor de la radio, aunque el mérito le corresponda a Nikola Tesla) en 1931, sólo dos años después de la fundación de la Ciudad del Vaticano.



Entablada en un despojado edificio a metros de la Plaza San Pedro, me esperaban las oficinas y el estudio de grabación del programa Pagine e Fogli, conducido por Laura de Luca. Armado temáticamente, el eje del programa gira sobre una idea fuerza y sus distintas acepciones de acuerdo al enfoque que se le otorgue desde el campo creativo y espiritual. Si bien fui entrevistado el 9 de mayo, la charla fue emitida recién el 5 de septiembre, en un envío enfocado a desentrañar los sentidos de la Responsabilidad. El audio, incluido algunos errores de traducción al italiano (ya lo dice el adagio: Traduttore, tradittore), puede escucharse y/o descargarse en http://www.radiovaticana.org/pef/Articolo.asp?c=517977. En una dinámica media hora, podrán seguir parte del Angelus del Papa Benedicto XVI, un par de reflexiones sobre la responsabilidad de la clase política y la comunidad internacional frente a las áreas caldeadas del globo; la canción Eroe (storia di Luigi delle Bicocche) del rapero italiano Caparezza, potentísimo retrato del trabajador precarizado y padre de familia. Después, antes del cierre, los casi diez minutos de entrevista.



Escudo y foto del Trastevere

Del Vaticano, enfocando al sur, salimos presurosos por perdernos entre las irregulares callejuelas medievales del Trastevere (literalmente, Más allá del Tíber), barrio de calles adoquinadas por donde corretearan Sergio Leone y Ennio Morricone hasta la edad escolar. Reducto de artistas trashumantes y bares aterrazados desde donde espiar la trasnochada bohemia juvenil con un rosso copetín en la mano, es más que recomendable dejarse llevar por los nobles aromas de sus comidas caseras, los monumentos históricos que forman parte del patrimonio cultural italiano, esos inabarcables mercados callejeros y su feria de antigüedades al aire libre. La vida a pleno, justo antes del mail nefasto.


Supersantos, segundo cd de Alessandro Manarino

Poesía típicamente italiana, acompañada por los compases del resto del mundo, especialmente los del tercer mundo. Así suena la búsqueda musical de Alessandro Manarino, el mejor exponente de la multiculturalidad romana a la que hacía referencia al principio. No casualmente, Manarino es hijo dilecto de San Lorenzo, histórico barrio de las afueras de Roma, rico en historias de luchas populares. Fundado por los trabajadores comunistas ferroviarios, San Lorenzo fue centro de la dignidad exhibida por la clase obrera como valor inquebrantable y no negociable. Sus habitantes fueron quienes hicieron frente a los miles de Camisas Negras que respondían a Benito Mussolini, frenando (momentáneamente) la triunfal Marcha sobre Roma de fines de octubre de 1922, que terminó poniendo al Partido Nacional Fascista en el Gobierno. Los mismos habitantes que fueron bombardeados por el ejército aliado el 19 de julio de 1943, tras un espurio acuerdo entre los EE.UU. y el Vaticano (aseveran los parroquianos) para acabar con el peligro rojo después de haber terminado con el régimen fascista.



Bombas sobre San Lorenzo

La devastación bélica sirvió de prólogo a la pobreza, que terminó mutando en marginalidad y criminalidad. El abandono planificado del barrio culminó un par de años atrás, cuando los adalides del diseño cool empezaron a apropiárselo hasta transformarlo en un lugar habitable y familiar, digno de ser vivido y disfrutado, paseando por los lugares en donde Roberto Rossellini dio a luz al neorrealismo italiano con Roma, ciudad abierta; o donde Pier Paolo Pasolini entonó la prédica marxista con su voz de poética sórdida y marginal. En ese luminoso enclave se encuentra la librería L’Eternauta (http://www.librerialeternauta.it/), bautizada así en honor a la resistencia que el barrio enarbola como símbolo. Y ahí llegué el 10 de mayo para presentar Memorie dell’Eternauta, absorto ante la pasión puesta por Massimo, uno de los dueños del lugar, al contarme estas (y otras) historias mientras viajábamos en auto arropados por la voz y el piano, jadeante y asordinado, de la Alta Sacerdotisa del Soul, Nina Simone.



Esta presentación fue, sin dudas, la más emotiva de toda la gira. Por la impronta del lugar, la permanentes referencias a Trillo; y la posibilidad de conocer a Carmelo Calderone, historietista y colaborador de 001 Edizioni; y a Valerio Bindi, arquitecto, ilustrador, animador e historietista pero, sobre todo, buena gente. Junto con Valerio; y ante la respetuosa y cómplice participación de los presentes, pudimos desandar los caminos (físicos y metafísicos) del Eternauta, oír las lecturas que este barrio en particular había hecho de la resistencia al invasor, entendiendo al invasor como metáfora de las huestes mussolinianas y berlusconianas que tuvieron enfrente, durante demasiados años.


“Me gusta ir a las presentaciones para volver a casa con un nuevo amigo para leer”. El regalo de Valerio Bindi para mí

La tristeza y la alegría se hicieron amigas, se dieron la mano y brindaron por la memoria de amigos nuevos y viejos, eternos todos. Hubo silencio, hubo risas y alguna que otra lágrima, hubo apretones de manos, hubo libros que se abrieron para no cerrarse nunca más, hubo duendes que saltaron de los estantes a las sillas y de las sillas a la noche. Se alzó la Luna y llegó la hora de volver al hotel, no sin antes brindar por el cumpleaños de un habitante de la librería, ese espacio de expresión donde el único límite viene puesto por el ejercicio de la libertad. Me esperaban las valijas y un futuro inmediato en Florencia. Pero prefiero estirar un poco más la partida. Quedarme dando vueltas por esta Roma íntima y crepuscular, iluminada por el fuego fatuo de la pasión, con un Standard de jazz en el oído, una copa en la mano y el tiempo bajo mis pies.

Próxima parada: Por las tierras del Dante (y Maquiavelo)
Entradas anteriores:
http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/09/memorie-delleternauta-tour-intermezzo.html
http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/07/memorie-delleternauta-tour-segunda.html
http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/06/memorie-delleternauta-tour-primera.html
http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/06/partir-de-manana-memorie-delleternauta.html

1 comentario:

  1. Hola Fernando! Muy buena entrada, mis felicitaciones! Parece ser una ciudad icreible, llena de historia. Tienes informacion sobre los hoteles en roma?? Porque la verdad que me gustaria ir las proximas vacaciones y no se si me alcanzaran mis ahorros. Gracias!

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