(Información de prensa) Basada en una historia real, la autora checa Lucie Lomová ha publicado la obra Salvajes, que narra la saga del nativo chamacoco Cherwuish, enfrentado a un mundo diferente, la Europa del naciente siglo XX, tal como lo anotara en su libro de viajes el botánico Alberto Vojtěch Frič, su compañero de aventuras.
“La historia de Cherwuish realmente sucedió -relata Yvonna Fričová, descendiente del estudioso checo-. Fue increíble, graciosa y tiernamente triste, como la cuenta Lucie Lomová. La aventura fue narrada por primera vez en 1943 para la revista popular checa Pestrý týden (Semana variopinta), un episodio tras otro, por Alberto Vojtěch Frič, ya envejecido. El legendario viajero y aficionado a los cactos, en protesta contra la ocupación alemana de Checoslovaquia, no salía de su casa. El escribir se convirtió para él en una de las pocas posibilidades de cómo ganarse algo durante la Segunda Guerra Mundial. Contadas con humor, perspectiva y comprensión, las anécdotas sobre las experiencias de un ‘salvaje’ acabaron por pasar a ser una gran historia existencial. La historia de un cazador valiente, libre de espíritu, soñador, así como peleón, de un conquistador de un lugar en el mapa del mundo”.
En el invierno de 1908, Cherwuish y Alberto viajaron de Paraguay a Europa, para vivir una experiencia única, y unos cien años después, Lucie Lomová, escritora y dibujante, rescató la aventura, plasmada en una novela gráfica de 150 páginas. La historieta se ha publicado en la República Checa y en Francia, y la autora ha expresado su deseo de hacerla conocer en Paraguay. En sus páginas se refleja el depurado y atractivo estilo de la autora, y su mirada acerca del paisaje, los rostros y las ciudades del chaco paraguayo de entonces.
Más allá de la historieta, una historia familiar
Alberto, el botánico checo, dejó sin saberlo una descendiente en Paraguay. A través de varios antropólogos, que la descubrieron cuando ya era anciana, mandó un mensaje a sus parientes checos: que seguía esperando su visita. El nieto de Alberto, Pavel, y su esposa Yvonna, volvieron a tomar contacto con sus parientes chamacocos. “En los últimos cien años la tierra de los Chamacocos ha cambiado mucho -relata Yvonna-. Les talaron los montes, los cazadores acabaron con sus garzas, las tradiciones y las supersticiones les sacaron de la cabeza. Ya no pueden andar libremente por la naturaleza, cazar animales salvajes y yacarés, recolectar frutos, pescar, hacer fuego y acampar donde quieran. Hoy en día, su paraíso perdido está dividido en parcelas y está cerrado con alambrados de grandes ganaderos. Pero sigue siendo su Gran Chaco amado, que los blancos llaman ‘el infierno verde’, uno de los rincones más inhospitalarios del mundo, y los indígenas siguen reconociendo sus orígenes”.
Más allá de la historieta, una historia familiar
Alberto, el botánico checo, dejó sin saberlo una descendiente en Paraguay. A través de varios antropólogos, que la descubrieron cuando ya era anciana, mandó un mensaje a sus parientes checos: que seguía esperando su visita. El nieto de Alberto, Pavel, y su esposa Yvonna, volvieron a tomar contacto con sus parientes chamacocos. “En los últimos cien años la tierra de los Chamacocos ha cambiado mucho -relata Yvonna-. Les talaron los montes, los cazadores acabaron con sus garzas, las tradiciones y las supersticiones les sacaron de la cabeza. Ya no pueden andar libremente por la naturaleza, cazar animales salvajes y yacarés, recolectar frutos, pescar, hacer fuego y acampar donde quieran. Hoy en día, su paraíso perdido está dividido en parcelas y está cerrado con alambrados de grandes ganaderos. Pero sigue siendo su Gran Chaco amado, que los blancos llaman ‘el infierno verde’, uno de los rincones más inhospitalarios del mundo, y los indígenas siguen reconociendo sus orígenes”.
Algunos añaden, no obstante, que también son un poco “checos”. La palabra Checomacoco se convirtió en el nombre de una asociación cívica en la República Checa y de una asociación en Paraguay, ambas constituidas por descendientes de Frič que se encontraron mutuamente medio siglo después de su muerte.
Con ayuda de la familia checa llegan colectas públicas para los proyectos “Agricultura”, “Educación”, “Salud” y “Agua”. En el “corral checo” detrás de la aldea pastan unas 400 vacas, las chacras son regadas con un sistema simple de riego, la escuela local tiene un nuevo tejado, el puesto de salud más medicamentos, los pescadores recibieron dos congeladores para conservar su pescado y las mujeres dos máquinas de coser, y varios jóvenes consiguieron ir a estudiar.
La aventura de Cherwuish continúa en la actualidad.
Con ayuda de la familia checa llegan colectas públicas para los proyectos “Agricultura”, “Educación”, “Salud” y “Agua”. En el “corral checo” detrás de la aldea pastan unas 400 vacas, las chacras son regadas con un sistema simple de riego, la escuela local tiene un nuevo tejado, el puesto de salud más medicamentos, los pescadores recibieron dos congeladores para conservar su pescado y las mujeres dos máquinas de coser, y varios jóvenes consiguieron ir a estudiar.
La aventura de Cherwuish continúa en la actualidad.
(Gracias a Roberto Goiriz, que nos envió la información)
No hay comentarios:
Publicar un comentario