Szerghio Llanghér. ¿Lo conoces? El es el mejor de todos nosotros. En un castellano esforzado, cooptado por el inglés que le es natural al hablar, Jerry Robinson (sí, el creador del Guasón) me estaba preguntando por Sergio Langer, el historietista argentino al que admiraba. Estábamos en el Museo Judío de Nueva York, ya entrada la tarde de un día de septiembre de 2006. Afuera, la ciudad empezaba a desembarazarse de la espesa sensación de vigilia (bastante parecida al miedo) que la había dominado durante la semana en que se conmemoraron los primeros cinco años del atentado contra las Torres Gemelas. Adentro, arropados por originales de Will Eisner, Jack Kirby y hasta la mítica portada del Action Comics en la cual Superman dobla con sus manos una batería antiaérea nazi, Robinson (curador de esa muestra dedicada a los superhéroes en tiempo de guerra) se nos había acercado al oírnos hablar en español. Por eso, o por el deseo de saber quiénes eran los únicos visitantes que la sala del Museo tenía a esa hora meridiana. Después de intercambiar unas pocas palabras, al decirle que habíamos venido desde la Argentina, una de las pocas glorias vivas de la Edad Dorada del cómic estadounidense preguntó por Szerghio Llanghér.
La siguiente media hora la pasamos hablando (Jerry, su hijo Jens, mi esposa y yo) sobre el talento poco común de Langer a la hora de plasmar en chistes gráficos la íntima y patética naturaleza del ser humano. A Robinson le conmovía la prístina pureza del estilo sucio de Langer, la aparente rapidez de un trazo que sabe detenerse sólo en lo esencial y trascendente, en aquellos rasgos constitutivos que ponen en el exterior lo que pretendemos ocultar en nuestro interior más recóndito. Langer es un autor que hace fácil lo difícil, sentenció el artista que empezó ayudando a Bob Kane en Batman, porque maneja como nadie el registro de la sátira; y logra transmutar en risas y sonrisas la más abyecta materia que conforma al Hombre. Conjuga la grosería y la revulsión desde lo políticamente incorrecto porque, sobre todas las cosas, su mirada es política y lapidaria. La viste con una risa redentora y catártica, purificante y liberadora, para inocularnos la dosis necesaria de esperanza que necesitamos al levantarnos cada mañana en un mundo que no vale la pena.
Mamá Pierri (http://www.mamapierri.blogdspot.com/), para quienes no la conocen, es la representación más cabal de ese Sergio Langer, mucho (muchísimo) más radicalizado que el Langer de La Nelly que, injustamente, corrieron de la contratapa de Clarín. Esta Mamá Pierri es todo lo que no se debería ser, potenciado a la enésima potencia. Y recargada. Ultracatólica, golpista, nazi, falangista, homofóbica, xenófoba, antisemita, antiabortista, despótica, desamorada, inclemente, hiperviolenta, intolerante. El corazón de las tinieblas que llenó de horror a Kurtz. Un ser de puro odio hacia lo diferente, incapaz de ponerse en lugar del otro porque, para ella, el otro es menos que una cosa. De no ser por la presencia de su hijo Nahuel (gay, judío y progre), conciencia social recurrente y salvajemente violada por su propia madre, contraste dialéctico de donde surge el doloroso humor que puebla la historieta, este ejercicio despótico del poder absoluto sería intolerable, imposible de digerir. Irrefutable prueba de que Robinson tenía razón: Langer es un autor que hace fácil lo difícil.
En estas páginas publicadas por la revista de humor periodístico (y periodismo humorístico) Barcelona entre 2003 y 2010 puede verse, con claridad, la evolución de Mamá Pierri y su universo simbólico demasiado parecido al nuestro. El reflejo deformado de la realidad reconvertido en la misma deformidad que nos toca transitar como realidad. La consustanciación de un ideario político, social, ideológico que nos atraviesa como cuerpo social. Nadie (¿nadie?) es tan recalcitrante como Mamá Pierri, pero todos podemos reconocernos parcialmente en alguna faceta de sus posturas absolutas e intransigentes. Eso la hace humana (más que humana) y temible.
Por suerte, Mamá Pierri hay una sola. Que no falte en tu biblioteca.
Fernando Ariel García
Por suerte, Mamá Pierri hay una sola. Que no falte en tu biblioteca.
Fernando Ariel García
Mamá Pierri. Autor: Sergio Langer. Portada: Sergio Langer. 112 páginas en blanco y negro y a duotono. Gente Grossa. ISBN: 978-987-26491-2-8. Argentina, abril de 2011.
genioooooooo!!!
ResponderEliminarque grande que sos sergioooo
abrazo grande amigo, que buena nota che
nos vemos
polaco
GROSO SERGIO!!!!!!!!!!
ResponderEliminarSALUDOS!!!
GORY.