Justicia.
Terror.
Son las dos palabras más importantes que se emplean en los siete números de esta miniserie. La primera, Justicia, aparece muchas veces en boca de los buenos. La segunda, Terror, una sola, en labios del malo de turno.
No es un dato menor, porque de la dialéctica entre los dos vocablos surge el centro neurálgico de esta aventura. Y el corazón de la política exterior norteamericana, la misma que causa innumerables muertes (perdón, daños colaterales) en el extranjero; y limita seriamente el ejercicio de las libertades individuales en la gran democracia del norte.
Terror.
Son las dos palabras más importantes que se emplean en los siete números de esta miniserie. La primera, Justicia, aparece muchas veces en boca de los buenos. La segunda, Terror, una sola, en labios del malo de turno.
No es un dato menor, porque de la dialéctica entre los dos vocablos surge el centro neurálgico de esta aventura. Y el corazón de la política exterior norteamericana, la misma que causa innumerables muertes (perdón, daños colaterales) en el extranjero; y limita seriamente el ejercicio de las libertades individuales en la gran democracia del norte.
En escenas de acción y de reflexión, Mauro Cascioli demuestra por qué es el mejor dibujante de superhéroes hiperrealistas post Alex Ross
Terror, dentro y fuera de las viñetas, es el resultado de los actos terroristas en el mundo post 11 de septiembre de 2001. Y si bien aquí el enemigo no es de origen islámico y el peligro no es ni nuclear ni bacteriológico, el plan del supervillano busca hacer desaparecer, literalmente, cualquier ciudad estadounidense, teleportándola en el tiempo, el espacio o entredimensiones. Una manera elegante de poner en escena la pesadilla más grande que enfrentan las agencias de seguridad, que no es otra cosa que un devastador ataque en gran escala en cualquier centro urbano densamente poblado. Sobre todo, si seguimos abonando la teoría del enemigo interno, latente, disfrazado de uno de nosotros. Pudiendo subir a un avión de línea o tener acceso al satélite de la Liga de la Justicia.
Linterna Verde: Yo soy la Ley
De ahí que, al principio, la idea fuerza de Justice League: Cry for Justice parezca ser la utilización de la tortura como herramienta válida, aunque carezca de sostén legal y moral. Es una temática candente, cuyo debate remite directamente a las acciones de la administración Obama, capaz de condenar de palabra la “tortura legal” implementada por George W. Bush en su Guerra contra el Terrorismo, pero incapaz (por negligencia, complicidad o, mucho más simple, por acordar con esta postura) de modificar mínimamente las políticas de interrogatorios para con los sospechosos de actividades terroristas.
La tortura como rutina del proceso de interrogatorio
La historieta brinda un justificativo para lo injustificable. Un grupo de la Liga de la Justicia, conformado por Linterna Verde, Flecha Verde, Atom, Shazam, Superchica, Starman y Congorilla, movilizados por el asesinato brutal de sus amigos y seres queridos, tortura a sus enemigos para averiguar el nombre de la mente criminal tras las sombras, un supervillano poco conocido que responde al nombre de Prometeo. Lo hacen por un bien mayor, buscando evitar que se produzcan más muertes. Y ante su consciencia, ese fin parece justificar los medios, ya que la reflexión posterior condena el ejercicio de la tortura pero los libera de responsabilidades por haberla implementado. Como si el dolor de la pérdida les permitiera confundir, aunque sólo sea momentáneamente, el ideal de Justicia con la prédica de la venganza. Lo más complicado de todo es que, en el lenguaje metafórico que esgrime el género superheroico, la Liga de la Justicia cubre aquí el rol del Estado. Y si el Estado se permite el libre ejercicio de la tortura, realmente estamos en problemas.
La Liga ¿de la Justicia?
Estamos en problemas porque el verdadero tema de Justice League: Cry for Justice, va más allá de la controversia alrededor de la tortura. El eje está puesto sobre la administración de Justicia, una de las responsabilidades ineludibles del Estado. Y uno de los miembros de la Liga de la Justicia llega aquí al extremo de aplicar la pena de muerte sin juicio previo. Lo siento, voy a tener que arruinarles el final a aquellos que no lo conozcan (dejen de leer aquí si no quieren enterarse de hechos pivotales en el cómic), pero el hecho de que sea justamente Flecha Verde quien asesine a Prometeo al final de la miniserie, es una toma de posisión funcional a los poderes de turno.
Flecha Verde: La cordura antes de perder la cabeza
¿Por qué? Porque la lógica que rige la relación entre los dos personajes de mayor peso específico en la trama, Linterna Verde y Flecha Verde, es aquella que Dennis O’Neil y Neal Adams definieran en el revolucionario arco argumental que desarrollaran en la década del ’70 en las páginas hoy míticas de Green Lantern & Green Arrow. En esos números que se animaron a incorporar problemáticas sociales inéditas en los EE.UU. hasta ese momento, Linterna Verde representaba al establishment conservador; y Flecha Verde al progresismo reaccionario de izquierdas. Que treinta años después le toque al heraldo del cambio llevar adelante la implementación de las políticas contra las que luchó (aunque aquí lo haga movilizado por el ataque casi mortal a su hijo, el asesinato de su nieto, la destrucción de su ciudad y la imposibilidad de evitar un acuerdo político con el enemigo), equivale a vaciar de contenido las ideas superadoras de igualdad y justicia para todos. Traicionar un ideal, aceptar que la razón la lleva el discurso único. Naturalizar la hipocresía de un tipo como Obama, por ejemplo, capaz de celebrar su Premio Nobel de la Paz defendiendo encendidamente la necesidad de la guerra y enviando más tropas a Afganistán.
Si este es el mundo que se viene (que se vino), estamos jodidos.
Fernando Ariel García
Si este es el mundo que se viene (que se vino), estamos jodidos.
Fernando Ariel García
Justice League: Cry for Justice Nº 1 a 7
Guión: James Robinson
Dibujos: Mauro Cascioli, Scott Clark e Ibraim Roberson
Tintas: Mauro Cascioli, Scott Clark, David Beaty e Ibraim Roberson
Color: Mauro Cascioli, Siya Oum y Giovani Kososki
Editor: Eddie Berganza
40 páginas a todo color
DC Comics
Guión: James Robinson
Dibujos: Mauro Cascioli, Scott Clark e Ibraim Roberson
Tintas: Mauro Cascioli, Scott Clark, David Beaty e Ibraim Roberson
Color: Mauro Cascioli, Siya Oum y Giovani Kososki
Editor: Eddie Berganza
40 páginas a todo color
DC Comics
ISSN: 7-61941-27197-2
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