Me encanta Hellboy. No lo puedo evitar, soy presa fácil para esta especie de Bogart paranormal, romántico incurable disfrazado de duro, metido a hurgar en las cloacas lovecraftianas de nuestros miedos más íntimos e irracionales. La creación de Mike Mignola me parece uno de los personajes más interesantes que haya dado el cómic norteamericano contemporáneo. Y el mundo de ficción en el que se mueve, uno de los más ricos, complejos e irresistibles. Por nutrirse de las raíces folklóricas más disímiles, por traducirlas al lenguaje actual del miedo en clave gráfica; y por trabajar dedicadamente ese cono de sombra que la Historia va dejando de lado en distintas locaciones aptas para las rupturas espacio-temporales.
A caballo de la novela gótica y la novela negra, la saga de Hellboy viene desgranándose entre largas sagas de alto impacto en el discurso de la obra; y en pequeñas piezas autoconclusivas que explotan las características más icónicas e identitarias de la serie. The Bride of Hell se inscibe de lleno en esta segunda vertiente. Estamos en Francia, donde la hija de un poderoso empresario estadounidense ha desaparecido en circunstancias poco claras. Razón de más para que la Agencia de Investigación y Defensa de lo Paranormal encargue el caso a su agente estrella. Siguiendo las huellas, Hellboy llega a un profundo y olvidado bosque de la campiña gala, en donde la mujer está siendo ofrendada a Asmodeo, un demonio de origen persa que aparece nombrado en el Antiguo Testamento.
Como en toda aventura de acción (Hellboy es, después de todo, un héroe de acción, no?), las trompadas y las persecuciones están a la orden del día. Jugando con imágenes que remiten al cuento de la Caperucita Roja, Mignola y Richard Corben se meten en terreno santo; y aprovechan la volada para recrear (o inventar, poco importa) la leyenda de San Hagan, un cruzado decapitado que, como El Cid, volvió de la muerte para liderar a los suyos en la batalla contra los musulmanes. Una leyenda que se ramifica con la impronta papal, la participación del Rey Salomón y el final de todos (o casi todos) como actores activos de la Inquisición.
Como suele suceder en la saga de Hellboy, el éxito del relato no se basa tanto en la complejidad de la trama, sino en el más que buen uso del clima y la dosificación acertada de la información disponible para el lector. Dos puntos en los que Richard Corben sabe afilar el lápiz. La sensación de peligro, de putrefacta finitud, está latente en cada una de las viñetas de The Bride of Hell; y la capacidad para retratar la humanidad de aquello que es naturalmente inhumano, retrotrae directamente a los mejores trabajos de Corben para Creepy y Eerie, donde el terror (el verdadero terror) esperaba agazapado tras la inocente fachada de la “normalidad”.
Porque al momento de cerrar la revista, después de asistir al amargo trago del final, uno vuelve a entender por qué las apariencias engañan, porque no hay culpables absolutos sino responsables en mayor o menor grado. Y que la Bestia es, siempre, un lobo con piel de cordero.
Fernando Ariel García
Fernando Ariel García
Hellboy: The Bride of Hell
Guión: Mike Mignola
Dibujos: Richard Corben
Color: Dave Stewart
Editor: Scott Allie
32 páginas a todo color
Dark Horse
Guión: Mike Mignola
Dibujos: Richard Corben
Color: Dave Stewart
Editor: Scott Allie
32 páginas a todo color
Dark Horse
ISSN: 7-61568-16522-7
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