Al final de cuentas, por detrás de tanta destrucción y tanta esperanza, de los programas militares secretos y los robots gigantes que definirán el destino de la humanidad, en el corazón de Neon Genesis Evangelion late una conmovedora historia de amor. De amor filial entre Gendo Ikari y su hijo adolescente Shinji, pilares argumentales en donde descansa esta primera entrega del manga; y de Amor con mayúsculas, único sentimiento capaz de impulsar los niveles de fuerza necesarios para movilizarlo todo, incluso la devastación de lo conocido.
Sería injusto decir que el manga de Evangelion es la adaptación del animé de Evangelion. Los datos duros dicen que la historieta apareció en 1994, poco antes del estreno del dibujo animado. Pero lo cierto es que el proyecto primario fue el de la animación; y después alumbró la idea (¿la necesidad?) de trasladar ese universo a la página impresa. Porque el manga realizado por Yoshiyuki Sadamoto (encargado del diseño de los personajes para el animé) es, en realidad, otra interpretación de la misma historia. Son los mismos personajes enfrentando los mismos desafíos en el mismo orden (o casi), pero el manga se permite incorporar instancias de planteos y replanteos, de profundidad psicológica que el animé no tuvo el necesario tiempo físico para explorar.
El tono de la obra es bastante pesismista, aunque se permita ciertos coqueteos con el humor. Razones para estar serios y preocupados sobran. Estamos en el 2015 y todo parece indicar que Dios se cansó de los hombres. Y por eso los Angeles están atacando la Tierra, buscando destruirla. Como buena relectura de La Biblia, en Evangelion abundan las referencias religiosas judeocristinas, pero olvídense de la iconografía clásica. Los Angeles que caminan entre nosotros no tienen alitas, son gigantes monstruosos con la forma y la autonomía bélica típica del género de robots gigantes. En este escenario, la única esperanza humana parece radicar en las tres Unidades Evangelion, otros robots gigantes que, como los Angeles, son mucho más que simples robots gigantes, son humanoides artificiales, formas de vida inteligentes.
La explicación de todo lo que pasa habría que buscarla en el Segundo Impacto, el nombre con que se conoce a la caída de un meteorito en la Antártida en el año 2000 (futuro cercano para el 1994 en que empezó a publicarse el manga). Un choque que terminó por destartalar al mundo entero. No sólo por el caos financiero que le siguió, sino (y principalmente) por causar la muerte de más de la mitad de la población en el planeta. Y para peor, una alta tasa de bajas correspondió a víctimas adolescentes. O sea que, para este 2015 en que nos toca enfrentar el Juicio Final, la Tierra tiene más pasado que futuro. Así no vale.
Pero ahí se planta NERV, una agencia de operaciones especiales dependiente de la ONU, cuya misión final es la de guiar a la humanidad a un plano superior de la evolución existencial. Siempre y cuando las Unidades Evangelion sobrevivan a los choques con los Angeles, obvio. ¿Ayudará que sólo los adolescentes nacidos en el momento de la catástrofe sean los únicos capacitados para manejar los Evas? En este primer volumen, Rei Ayanami casi no sobrevive a la paliza de un Angel; y Shinji debe aprender sobre la marcha cómo es esto de manipular una de las armas más poderosas de la historia.
Libre albedrío. Los distintos niveles de la conciencia. La duda. La responsabilidad. La introversión como contracara de la ansiedad. Todo ello está presente en Neon Genesis Evangelion (Shin Seiki Evangelion en su japonés original, lo que daría como traducción al castellano el nombre de Evangelio del Nuevo Siglo), sofisticado combo psicológico, psicoanalítico, místico y religioso pero, sobre todo, filosófico, capaz de desarrollar la teoría freudiana del trauma y contrastarla con las miradas existencialistas de Schopenhauer y Sartre. Obra compleja si las hay, Evangelion despliega tras su vistoso envoltorio de ciencia-ficción un profundo estudio sobre la condición humana, particularmente sobre la relación padre-hijo en una sociedad (la japonesa) muy marcada por el honor, el peso del deber, la culpa y el convencimiento de que el crecimiento y/o la maduración es un camino atravesado por el dolor. Gendo Ikari es (o aparece como) un verdadero desalmado. Abandonó a su hijo Shinji cuando era niño; y lo manda llamar ahora que lo necesita para continuar adelante con el proyecto Evangelion. Continuamente le hará sentir su condición de inútil necesario; y la obligación de convertirse en un maestro del combate. No por nada los Evas también son una metáfora ultratecnificada del útero materno, aquel que Shinji parece no haber abandonado nunca, ni siquiera tras la muerte de su madre.
Cuando Ivrea publicó por primera vez el manga de Evangelion en la Argentina, corría la década del ’90 y estaba dando sus primeros pasos firmes en el mercado. Hoy, ya transformada en una de las principales editoriales locales (con filial española y todo), representa la obra cumbre de Sadamoto en una Edición Deluxe, mejorada, idéntica a la japonesa, con páginas a color, traducción revisada y una sección dedicada específicamente a aclarar los puntos que puedan generar algún tipo de confusión o pierdan capas de lectura en la traducción. Algo que todos estábamos esperando.
Dios existe.
Lo cual, visto lo que nos espera de aquí a cinco años, no sé si es tan bueno.
Fernando Ariel García
Dios existe.
Lo cual, visto lo que nos espera de aquí a cinco años, no sé si es tan bueno.
Fernando Ariel García
Neon Genesis Evangelion Edición Deluxe
Vol. 1: El ataque del Angel
Autor: Yoshiyuki Sadamoto
Idea Original: Gainax y khara
Traductor: Agustín Gómez Sanz
Retoques: Tomás De Veril
200 páginas a color y en blanco y negro
Ivrea
Vol. 1: El ataque del Angel
Autor: Yoshiyuki Sadamoto
Idea Original: Gainax y khara
Traductor: Agustín Gómez Sanz
Retoques: Tomás De Veril
200 páginas a color y en blanco y negro
Ivrea
ISBN: 978-987-31-0078-9
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