(Publicado en Sonaste Maneco Nº 10, octubre
a diciembre de 2006) Cuando en 1987 Horacio Altuna abandonó a su andar
a El Loco Chávez, el mundo pareció detenerse a la expectativa de
ver qué iba a pasar. Vana espera. El Loco no volvería.
¿Qué hacer? Pues bien, reemplazar un clásico por
otro con probabilidad de serlo. ¡Muy fácil!
¿Fácil? Aún para Carlos Trillo, creador
literario del Loco, debe haber resultado un desafío amurallado de
interrogantes. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo conseguir un sustituto que dibujara
las mujeres bellísimas del anterior artista y que les diera, en
el más lato sentido de la palabra, carnadura? ¿Cómo debía ser el guión?
Trillo encontró la solución: Una transición dentro del ámbito de la antigua redacción del diario donde trabajaba el Loco, con los personajes habituales y una espera ¿angustiosa? hacia el nuevo protagonista.
Varias tiras, que no han sido reeditadas en este
primer volumen, sirvieron al propósito de introducir al nuevo
personaje que se hizo esperar e irrumpió con todo el glamour visual que
sólo Ernesto García Seijas sabe dar a las imágenes.
Estas, detalladas hasta la obsesión, muestran al
Maestro con toda la técnica acumulada en años de fecunda actividad
profesional, a través de una carrera siempre ascendente, trabajando los
claroscuros magistralmente, los gestos, posturas y movimientos,
impecables y exactos; y sobre todo (alivio para nostálgicos) la belleza
de las mujeres, un despliegue impresionante.
La lectura tranquila de las tiras en un álbum hace descubrir varios homenajes a dibujantes, entre ellos Walt Disney, Caloi y Milton Caniff, sabiamente ensamblados, con naturalidad.
Trillo, finalmente, realiza uno de los mejores
guiones de su carrera, creo que no bastante valorado. Utiliza un
esquema ya usado por Nené Cascallar en la exitosísima telenovela Cuatro
hombres para Eva, el “turno” de los personajes secundarios de
primer orden junto al principal, imbricándolos con anécdotas secundarias
a ellos y formando un entramado que se resuelve netamente hasta
el próximo encuentro. A través del transcurso de edición de la tira
nunca quedaron cabos sueltos.
Los caracteres están limpiamente trazados y sobresale entre ellos Flopi (ausente en esta primera entrega), reportera arribista y a la vez candorosa, que con el tiempo obtuvo sus aventuras en solitario y la portada de la edición argentina de Playboy. Muchas cosas más podrían destacarse de cada uno de los personajes y las historias. De estas últimas, el ritmo trepidante.
Esta muy digna edición de Ivrea, de precio accesible,
trae también un humorístico prólogo de Carlos Marcucci, personaje a su
vez de la tira y un muy buen color de cubiertas por Leonardo
Gutiérrez.
Rodríguez Van Rousselt
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