La historia de Blancanieves es por todos harto conocida. El Rey bueno y la Reina noble, que muere al dar a luz a una hermosa niña con la piel blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como el ébano. La madrastra hechicera, tan bonita como mala. El espejo mágico. La pregunta fatal: ¿Quién es la más bonita del Reino? El príncipe, esbelto y aguerrido. Los siete enanos. La manzana traicionera. El beso redentor. El amor eterno. La vida feliz. Con más o menos variaciones, dependiendo de la fuente consultada, todas las versiones del cuento de hadas siguen los pasos establecidos en 1812 por los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, que a su vez habían puesto sobre papel la vieja tradición oral europea. El dibujo animado de Walt Disney, en 1937, terminó definiendo y unificando trama, características e identidades visuales de los personajes, grabándolos a fuego en el inconsciente colectivo del mundo todo.
Trabajar sobre el imaginario disneyano, torciéndolo cuánto sea posible, desdibujándolo hasta el límite tecnológico actual, para que el espectador lo tenga siempre en la cabeza mientras va reconociendo las diferencias, parece haber sido una de las metas propuestas (y alcanzadas) por el director indio Tarsem Singh en esta Espejito Espejito (Mirror Mirror, 2012), que tiene en Julia Roberts, Lily Collins (hija del rockstar Phil Collins, dicho sea de paso) y Arnie Hammer, a un afiatado trío protagónico que le pone el cuerpo a la madrastra malvada, Blancanieves y el príncipe, respectivamente.
Interesante relectura de los modelos estereotipados y unidimensionales, las modificaciones conceptuales efectuadas son efectivas, sobre todo porque logran mantener la atención durante el desarrollo de una trama recitada de memoria por chicos y grandes. A la usanza de la Rapunzel disneyana de Enredados, esta Blancanieves ya no es ni tan sumisa ni tan ingenua ni tan bonachona; tiene carácter y toma decisiones, mostrando una personalidad más acorde con las mujeres del siglo XXI. Por su parte, el príncipe gana en humanidad al mostrarse como un ser más vulnerable y manipulable, algo simplón y tonto, siempre valiente y de buen corazón. La madrastra, desalmada y obsesionada por controlar el paso del tiempo y sus efectos sobre la belleza física, se impone como una figura atemorizante y querible por partes iguales. Ni hablar de los enanitos, reconvertidos aquí en salteadores de caminos a lo Robin Hood. O de la vuelta de tuerca efectuada sobre la manzana, el tramo más sencillo, despojado y definitorio de todo el metraje.
Cine de entretenimiento familiar, Espejito Espejito puede resultar un poco larga para los más chicos, pero la monumental belleza de sus imágenes seguramente terminará por metérselos a todos en el bolsillo. Aquí, al igual que en Inmortales (ver http://labitacorademaneco.blogspot.com.ar/2012/01/peplum-recargado.html), Tarsem Singh privilegia el impacto visual por sobre la fluidez narrativa, logrando componer un icónico cuento de hadas del Medioevo centroeuropeo, asentado en los patrones ornamentales del barroco y la Commedia dell’Arte, con momentos que aprovechan al máximo las capacidades expresivas del dibujo animado tradicional y el mundo fantasmagórico de las marionetas. Gran parte del mérito recae en la labor de Eiko Ishioka, diseñadora del apabullante y ensoñado vestuario del filme, fallecida a principios de este año, que fusiona fastuosidad, color, humor y una mirada crítica sobre la naturaleza humana, tal como había hecho en sus trabajos anteriores para el Cirque du Soleil o el Drácula de Coppola, por nombrar un par de ejemplos. Lo suyo es, de lejos, la marca que define y despega al filme de lo ya visto.
Otra Blancanieves es posible. Por más que le pese a Disney.
Fernando Ariel García
Otra Blancanieves es posible. Por más que le pese a Disney.
Fernando Ariel García
Espejito Espejito. Director: Tarsem Singh. Protagonistas: Julia Roberts, Lily Collins, Arnie Hammer y Nathan Lane, entre otros. Guionistas: Jason Keller y Melisa Wallack, según el cuento original de los hermanos Grimm. Relativity Media. EE.UU., 2012.
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