jueves, 25 de julio de 2019

INFIERNO EN LA TORMENTA: COCODRILO QUE (NO) SE DUERME…

Infierno en la tormenta. Director: Alexandre Aja. Protagonistas: Kaya Scodelario, Barry Pepper, Ross Anderson, Anson Boon, Jose Palma, George Somner y Ami Metcalf, entre otros. Guión: Michael Rasmussen y Shawn Rasmussen. Productores: Sam Raimi, Craig J. Flores, Alexandre Aja. Ghost House Pictures / Raimi Productions. EE.UU., 2019. Estreno en la Argentina: 25 de julio de 2019. 

Si decimos que Infierno en la tormenta (Crawl) es como Tiburón, pero en espacios cerrados, no estamos ni faltando a la verdad ni desmereciendo el film de Alexandre Aja. El problema es que Infierno en la tormenta es sólo eso: Tiburón, pero en espacios cerrados. Aquí, en vez de un escualo mortífero, tenemos una manada de cocodrilos tan grandes como hambrientos y, en lugar de las aguas abiertas, una antigua casa inundada por el huracán de categoría 5 que la aísla del resto del mundo. 


Adentro y afuera, luchando por no ser comidos, una hija nadadora de élite y un padre entrenador híperexigente, que mientras evaden a los parientes lejanos de Margarito Tereré, irán saldando las cuentas personales que los enfrentan pero no tanto. El resto, todo lo esperado y sabido de antemano. Quién se salva y quién no. A quienes, cómo y cuándo se los van a almorzar. En qué momento toca susto y dónde va a pintar un poquito de gore. El catálogo completito del cine de terror actual, bien maridado con las bases del siempre eficaz cine catástrofe. 


Aun así, en contra de todo lo pronosticable, Aja demuestra que es un director con un talento enorme para manejar las emociones del espectador. No hay nada original en la película, nada que no hayamos visto antes y nada que no fuera transitado hasta el cansancio por films clase A, B y Z. Sin embargo, Infierno en la tormenta no da respiro ni tregua. El clima es agobiante, el ritmo es acelerado y siempre in crescendo. La desmesura es increíble, pero funciona dentro del marco conceptual que se nos plantea. El montaje es efectivo y fulminante, tanto que te obliga a moverte en la butaca como si realmente te importara aquello que (sabemos que no) puede pasarle a los protagonistas. 


Una película menor e intrascendente para un director mayor y trascendente. Que hagan carteras con todos esos cocodrilos. Y que le den ideas y argumentos a Aja, para que siga haciendo cine. 
Fernando Ariel García

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