viernes, 15 de julio de 2022

STRANGER THINGS 4: EL FIN DEL PRINCIPIO

Stranger Things - Temporada 4 (vol. 2). Directores: Los hermanos Duffer. Protagonistas: Winona Ryder, David Harbour, Finn Wolfhard, Millie Bobby Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Noah Schnapp, Sadie Sink, Natalia Dyer, Charlie Heaton, Joe Keery, Maya Hawke, Priah Ferguson, Cara Buono, Brett Gelman, Paul Reiser, Eduardo Franco, Joseph Quinn, Jamie Campbell Bower, Joe Chrest, Matthew Modine, Tom Wlaschiha y Sherman Augustus, entre otros. Guionistas: Los hermanos Duffer. 21 Laps Entertainment / Monkey Massacre. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: Disponible en Netflix desde el 1º de julio de 2022.


Cuatro horas para dos episodios. Mucha acción, adrenalina a tope. Idas y vueltas argumentales, encuentros y reencuentros, confesiones que sabíamos todos menos los personajes. Gritos, llantos, explosiones, sangre, muertes (no sé si tan) sorpresivas. Nivel de producción hollywoodense, ritmo algo frenético y un montaje que te dejaba pegado al sillón. Y, como si todo esto fuera poco, la misma espada que Schwarzenegger levantó en Conan el bárbaro.


Aun así, creo que estos dos últimos episodios de la cuarta temporada de Stranger Things hubieran funcionado (mucho) mejor como los dos primeros de la quinta. ¿Por qué? Principalmente, porque no hay ninguna revelación que sacuda las perspectivas de lo que estamos viendo, como sí ocurrió en el volumen 1. Aquí, a pesar de los altos momentos emotivos que alcanzan los hermanos Duffer, todo me sonó a ratificación de lo ya contado, a mera reafirmación de lo ya explorado. Bonito, interesante e intenso, pero redundante. El anticlímax perfecto.


Lo de Once y Vecna funciona (y cómo), pero no suma ni profundiza la trama. La esperada reunión de los protagonistas cumple con todos los protocolos, pero no dignifica algunas de las historias paralelas que les tocaron en el reparto. La carta musical de Metallica está muy bien jugada, pero queda deslucida tras el pico narrativo que se había alcanzado con Kate Bush. Tal vez, las expectativas generadas por el final del volumen 1 dejaron la vara demasiado alta, sobre todo para un cierre estructurado como transición hacia el desenlace definitivo.


Habrá que confiar en los hermanos Duffer; y ver qué hacen con el abultado crédito que lograron amarrocar. Dicen que saben hacia dónde van; y que sólo nos resta presenciar el efecto dominó de las fichas que empezaron a caer y levantar velocidad. Terminado el principio, e incapaces de volver atrás, sólo les queda avanzar hacia el final. Esperemos que, en la última vuelta, no se pongan la Ferrari de sombrero.
Fernando Ariel García

martes, 5 de julio de 2022

THOR – AMOR Y TRUENO: OCHENTOSA COMEDIA ROMÁNTICA (SUPERHEROICA Y ROCANROLERA)

Thor: Amor y Trueno. Director: Taika Waititi. Protagonistas: Chris Hemsworth (Thor Odinson), Natalie Portman (Jane Foster / Poderosa Thor), Christian Bale (Gorr), Tessa Thompson (Rey Valkiria), Jaimie Alexander (Sif), Taika Waititi (Korg), Chris Pratt (Star-Lord), Dave Bautista (Drax), Bradley Cooper (voz de Rocket), Vin Diesel (voz de Groot), Karen Gillan (Nebula), Pom Klementieff (Mantis), Sean Gunn (Kraglin Obfontieri) y Russell Crowe (Zeus). Participación especial de Matt Damon, Sam Neill, Luke Hemsworth y Melissa McCarthy (actores asgardianos que interpretan a Loki, Odín, Thor y Hela), además de los hijos de Hemsworth, Portman, Bale y Waititi, que andan dando vueltas por ahí. Guionistas: Taika Waititi y Jennifer Kaytin Robinson, basado en personajes y situaciones creados para los cómics Marvel por Stan Lee, Larry Lieber, Jack Kirby y Jason Aaron, entre otros. Marvel Studios. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 7 de julio de 2022.


En la privada de prensa, por primera vez, oí hablar de la grieta asgardiana que divide a los fanáticos de Thor. Están los que bancan a muerte las dos primeras películas de la saga, Thor y Un mundo oscuro, por esa pátina teatral, ominosa y shakespereana que remite a la etapa clásica de Stan Lee y Jack Kirby. Y están los que defienden, a capa y espada, el abordaje lúdico y descontracturado que Taika Waititi le imprimió a la franquicia con Thor: Ragnarok. Al final de la proyección, todos se fueron más que contentos, hecho que parecería haber zanjado cualquier diferencia nimia entre las partes.


De todas formas, teniendo en cuenta que Waititi está detrás de las cámaras en Thor: Amor y Trueno (Thor: Love and Thunder), no está de más aclarar que esta aventura abraza y potencia el espíritu adolescente rocanrolero (Guns N’ Roses a tope), más especialmente el de la comedia romántica ochentosa, llena de desbordes hormonales, celos estúpidos, chistes descerebrados y aptos para toda la familia, sensiblería explícita y una carga dramática muy pesada, que necesita de toda la ligereza anteriormente mencionada para no volverse intragable.


Porque detrás de toda la parafernalia visual y desmedida con que aparece vestida esta épica superheroica, la película busca demostrar que el Amor es la fuerza que da definitivo sentido a la existencia. No a la vida como absoluto valor abstracto, sino a la vida mundana y cotidiana. A la mía, a la tuya, a la de esa banda conocida como los Guardianes de la Galaxia; a la de Thor, a la de Jane Foster, enferma de cáncer y transformada en la Poderosa Thor, e incluso a la de Gorr, el asesino intergaláctico de dioses que quiere cargarse a todos los panteones místicos del Universo Cinematográfico de Marvel, por una razón más que valedera.


Y donde reina el Amor, ya se sabe, en algún momento también aparece el dolor de su pérdida. Y en la conformación identitaria de nuestro ser, llegará el tiempo en que tengamos que decidir qué hacemos con ese vacío. Los protagonistas de la película nos muestran un par de opciones: Abrazar la venganza, hundirnos en la pena, levantar una barrera entre nuestros sentimientos y el mundo. Y reconvertir esa ausencia en otra forma de presencia del Amor como motor de la vida. Una tarea ciclópea que, pareciera, rinde los frutos menos amargos.


Es una película de Marvel, así que hay que quedarse hasta el final. Y me pareció a mí, que veo cosas donde no están, ¿o en el último tramo hay un fuerte guiño a la Turma da Mônica de Mauricio de Sousa?
Fernando Ariel García