Merlín, el druida vol. 1: El porquerizo y el ladrón (Colección Factor Fantasía). Guión: Rodolfo Santullo. Dibujos: Jok. Portada: Jok. 72 páginas en blanco y negro. Pictus. ISBN: 978-987-3684-27-2. Argentina, julio de 2015.
Pocas historias tan transitadas como las que componen el ciclo artúrico y, en particular, la que habla de Merlín, el hechicero más importante que haya conocido la humanidad, mentor y guía del propio Rey Arturo. Volver a estas fuentes implica asumir el riesgo de caer en las redes de la repetición, que sabemos sólo saben pescar en mares aburridos y faltos de sorpresa. No es el caso, vale aclarar. Como ya nos tienen acostumbrados, a dúo o por separado, Rodolfo Santullo y Jok le imponen nuevas perspectivas a cada relato, manteniendo el interés, dosificando la exposición de los datos conocidos con detalles que no habíamos tenido en cuenta, vueltas de tuerca inesperadas y la exploración de relaciones interpersonales que van llenando las lagunas (documentales o ficticias) que los personajes cargan en sus espaldas.
En esta aventura jugada con pasos de comedia y un pequeño enigma emparentado con el policial, asistimos a los presagios del drama inconmensurable que (espero) nos tocará ir transitando en futuros volúmenes. De esta sopa primordial cocida con estiércol, sangre y deseo, deberá surgir el hálito de Justicia que moldeará un bosque (y un mundo, claro está) a imagen y semejanza de esa figura arquetípica de la cultura celta: Druida, chamán, profeta, consejero, detentor del máximo poder conocido (y desconocido): Merlín.
Pero el Merlín de Santullo y Jok poco intuye del destino que le aguarda. Herramienta de los dioses en una (a)típica historia de iniciación, aparece aquí como un preadolescente incómodo consigo mismo, temeroso de las potencialidades que empieza a mostrar, decidido a escapar de la chatura pueblerina del porquerizo que lo limita y coarta. Niño que irá aprendiendo a hacerse hombre al tiempo que se hace mito, descubrirá también el valor de una amistad forjada en tiempos de necesidad con Héctor, futuro padre adoptivo de Arturo. Todo ello, claro está, mientras emprenden una misión para salvar al universo que cabe en una aldea.
Quiero detenerme puntualmente en el trabajo de Jok, uno de los dibujantes más dúctiles y completos a la hora de mostrar las sutilezas del imaginario medieval, con su crudeza nunca exenta de poesía y su ornamentación nunca falta de funcionalidad. Todo en su trazo exuda el costado fantástico de lo cotidiano, el folklore espiritual de una cosmogonía marcada por el peso constitutivo de las leyendas, la identidad de un tiempo que asume su mística pagana para superar el canon artístico tradicional.
¿Falta mucho para el tomo 2?
Fernando Ariel García
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