Astérix: Le papyrus de César. Guión: Jean-Yves Ferri. Dibujos: Didier Conrad. Color: Thierry Mébarki.Portada: Didier Conrad. 48 páaginas a todo color. Les Éditions Albert René. ISBN: 978-2-86497-316-4. Francia, octubre de 2015.
Siempre creí que después de la agonía llegaba la muerte. Más tarde o más temprano, la parca pasará a recoger lo suyo para ponerlo a dormir el sueño de los justos. Y después de haber leído Astérix y los Pictos, estaba convencido de que el destino final de los irreductibles galos ya estaba sellado. Más allá de la cantidad de álbumes que pudieran sobrevivir a la despedida de Albert Uderzo (creador de la saga junto con René Goscinny en 1959), la gracia, la inventiva, la frescura del Astérix original ya era cosa del pasado. Sin importar las ganas que le pusieran el guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad, la magia se había acabado. Hacía rato. Con la muerte de Goscinny, para ser francos.
Y ahora me han tapado la boca. Y cómo. Por suerte para todos, Le papyrus de César, 36º entrega de la longeva saga, se anima a sacar la cabeza fuera del estandarizado universo anquilosado desde La gran zanja; y se mete de lleno en el fenómeno de la actual política internacional atravesada por las nuevas tecnologías de la comunicación. Las redes sociales, para ser más exactos. Porque la trama de esta nueva (buena) aventura bien podría resumirse como “La guerra de la Galia en la era de Wikileaks”.
César compra la idea de Promoplus
Digamos que, en su obsesión conquistadora, Julio César descubre el poder de la comunicación y se decide a reescribir la Historia. Asesorado por el malvado Promoplus (personaje inspirado en el publicista Jacques Séguéla, estratega a cargo de la campaña que ungió presidente a François Mitterrand), César falsea parte de sus famosos Comentarios sobre la guerra de las Galias (siete volúmenes publicados a partir del 51 A.C.) quitando todo registro de la heroica resistencia mantenida por nuestra querida pequeña aldea. De no ser por la figura del periodista Doublepolémix (obvio alter ego de Julian Assange), la verdadera historia no hubiera llegado a oídos de Goscinny y Uderzo; y Astérix nunca hubiera existido.
Obélix se topa con el Julian Assange de su época
En esta fusión de realidad, ficción y metaficción radica lo mejor de Le papyrus de César, prometedor álbum de transición hacia la (esperable y esperada) plena asunción autoral de Ferri y Conrad, respetuosa de la tradición historietística y, al mismo tiempo, superadora del corsé conservador abrochado por Uderzo. La última página del álbum lo deja más que claro.
Pasada la agonía, el próximo Astérix bien podría marcar el milagro del renacimiento pleno. Ferri, Conrad y Uderzo parecen haber descubierto que no hace falta reescribir la Historia para ser grandes.
Alcanza con escribirla.
Fernando Ariel García
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