Corto Maltés: Bajo el sol de medianoche. Guión: Juan Díaz Canales. Dibujo y color: Rubén Pellejero. Portada: Rubén Pellejero. 96 páginas a color. Norma Editorial. ISBN: 978-84-679-2054-3. España, octubre de 2015.
Una duda compuesta por partes iguales de miedo y expectativa. Tal mi situación frente a Bajo el sol de medianoche, relanzamiento internacional (y a todo trapo) del Corto Maltés, a 27 años de su última aventura publicada y a 2 décadas del fallecimiento de su creador, Hugo Pratt. Y terminada la experiencia de este verdadero tour de force firmado por los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, la sensación que me queda es la del mismo placer y asombro que me supieron imprimir las aventuras originales del Corto en aquellas fundacionales lecturas de Skorpio, a mediados de los ’70.
Con un título tomado del poema The Cremation of Sam McGee de Robert W. Service, cuyo texto abre la aventura, aterrizamos en 1915, poco después de los hechos narrados en La balada del mar salado, de la mano de un Corto Maltés en formación que, en realidad, guarda dentro suyo a todos los Cortos que Pratt iría perfilando con el tiempo. De hecho, se me hace que uno de los mayores logros de esta potente dupla autoral a cargo, es la de haber sabido destilar una síntesis compleja y complementaria de las diferentes facetas que hacen de este marinero inclasificable un icono de la Aventura.
Crítico idealista, carismático héroe romántico, cínico de corazón comprometido con las causas nobles y justas, irónico ciudadano del mundo que se mueve cómodamente entre los pliegues de la Historia y el realismo mágico, este Corto es protagonista y testigo; actor y cita metalingüística de su propia mitología. Como si se tratara de un estándar de jazz, Díaz Canales y Pellejero interpretan e improvisan sobre el camino caniffiano que Pratt pavimentó como nadie. Continuidad y prolongación formal de lo ya hecho, armonía entre la reconocible tradición del imaginario clásico y la necesaria modernidad que aporta la bienvenida identidad bicéfala de los autores. Lo mejor de dos mundos, o la justa representación de lo que debe seguir siendo para evitar la traición y sortear el calco.
De ahí, naturalmente, se desprende el resto, orgánicamente cohesionado, abriendo la mirada sobre un mundo pre-global que ya no existe, con lugar y tiempo para desarrollar la extrañeza ante lo inhóspito y el descubrimiento de lo desconocido, tanto en la naturaleza de los territorios salvajes como en la naturaleza de los hombres hostiles. Manteniendo su condición de historieta popular y de obra intelectual, Bajo el sol de medianoche combina memoria autobiográfica y relato periodístico en una trama atrapante y envolvente, que capitaliza las capacidades narrativas que ofrecen lo real y lo verosímil.
Atravesando las extensiones heladas que borran las fronteras entre Alaska y Canadá, a caballo del siglo XX marcado por la Primera Guerra mundial y las expediciones árticas, Corto llevará a destino un mensaje privado de su amigo Jack London. Entre medio, la promesa de tesoros escondidos, la magia y la pasión, un engañoso juego de apariencias entre las distintas manifestaciones (y demostraciones) del amor y el espanto, las únicas fuerzas capaces de vencer a la muerte.
Son buenas nuevas. Volveremos a hablar de aquellos aventureros.
Fernando Ariel García
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