lunes, 19 de julio de 2010

MARVELMAN FAMILY'S FINEST Nº 1: ENTRADA CON SABOR CLASICO

Sinceremos las posisiones. De no ser por el trabajo que Alan Moore hizo con el personaje durante los ’80, no estarían leyendo esta reseña, ni yo la habría escrito, ni Marvel habría reimpreso estas historietas. Y Marvelman no sería otra cosa que un par de líneas en la historia del cómic británico. Un párrafo, a lo sumo, dedicado a explicar los méritos del superhéroe más popular de la Inglaterra de posguerra, su relación directa con un ancestro norteamericano y su origen derivado directamente de la necesidad.
Ampliemos un poco, pensando en aquellos que puedan no estar al tanto. Con fecha de junio de 1938, DC Comics (por ese entonces, National Periodical Publications) editó el primer número de Action Comics, revista que introdujo a Superman y revolucionó la industria de la historieta norteamericana y mundial. Disparando el fenómeno del género superheroico, el Hombre de Acero abrió las puertas del noveno arte a una verdadera legión de superpoderosos paladines contra el mal. Entre todos aquellos surgidos a la sombra del Ultimo Hijo de Kryptón, hubo uno que descolló de manera singular. El Capitán Marvel, de la editorial Fawcett, no sólo tuvo el tupé de protagonizar aventuras más divertidas y alocadas que las de Superman y Batman, sino que llegó a derrotar al Hombre de Acero en la arena más importante de todas, la cantidad de ejemplares vendidos. La afrenta no fue soportada por DC, que llevó a Fawcett a los tribunales y ganó el juicio por plagio que culminó con el cierre de las revistas del Capitán Marvel.
La noticia cayó como una bomba al otro lado del Atlántico, donde la editora británica L. Miller & Son publicaba tres muy exitosos semanarios dedicados al universo superheroico del Capitán Marvel. Sin que les temblara el pulso, le encomendaron a Mick Anglo y su estudio la creación de un héroe sustituto, lo suficientemente parecido como para seguir manteniendo el nivel de ventas; y lo necesariamente diferente como para evitarse acciones legales. La respuesta, Marvelman, apareció en 1954. Y hasta 1963 se mantuvo en el corazón hambriento de fantasías de los chicos británicos. Después, cayó en el olvido. Hasta que en 1982, Alan Moore (con el dibujante Garry Leach primero; y con Alan Davis después) lo resucitó para la vanguardista Warrior. En realidad, más que resucitarlo, Moore reinventó a Marvelman, creando la que para muchos es la primera historieta deconstructiva de superhéroes.
Hagámosla corta. Warrior, importante éxito creativo, no tuvo tanta suerte en el terreno comercial. Y encima de todo, la editorial norteamericana Marvel Comics objetó el uso de la palabra Marvel en Marvelman, por tenerla registrada como marca. Como resultado, Warrior cerró y Marvelman fue licenciado a otra editorial norteamericana, Eclipse Comics, para poder continuar con su andadura impresa. Eclipse fue a lo seguro y rebautizó a Marvelman como Miracleman, posicionó la serie como uno de los títulos más importantes del género y del mercado, le encargó a Neil Gaiman que tomara la posta tras el alejamiento de Moore y, en medio de una saga que prometía elevar aún más la apuesta, quebró. El largo entramado legal que siguió, centrado en determinar quién era el verdadero dueño de Marvelman/Miracleman, llegó a un punto de entendimiento ¿definitivo? el año pasado, cuando Marvel Comics adquirió los derechos del personaje y la serie, anunciando la recuperación histórica de las viejas aventuras en tres colecciones distintas; y la vuelta al nombre original.
Y así llegamos a este Marvelman Family’s Finest Nº 1, primero de una serie de seis ejemplares antológicos del material aparecido originariamente entre 1954 y 1957 en las páginas de Marvelman, Marvelman Family y Young Marvelman. Nada del otro mundo, hay que decirlo. A diferencia de las del Capitán Marvel original, las de Marvelman son aventuras netamente lineales, completamente predecibles y con poca gracia. Crédulas, infantiles, tontas, suelen caer en la sentencia moralista final. Con buenos muy buenos y malos muy malos, explotan la pata científica de la ciencia-ficción, haciendo hincapié en las capacidades maléficas del uso descontrolado de los adelantos científicos. Hay invasores alienígenas, vegetales antropomórficos y un dictador bananero, en historias donde el peligro, en realidad, aparece en escala pequeña aunque incumba al mundo entero. Una mirada suburbana que tiene mucho que ver con la ambientación, alejada de la gran urbe, enfocada casi prioritariamente en la necesidad humana de reacomodarse a la vida cotidiana y las carencias que el fin de la Segunda Guerra mundial había dejado en Gran Bretaña.
Dicho esto, las cinco aventuras recuperadas en esta ocasión (una de ellas en formato serializado) también tienen apuntes interesantes para rescatar, que podríamos llamar de avanzada para la época. Por un lado, la motivación capitalista del archienemigo de Marvelman, el científico Gargunza, movido sólo por la desesperada búsqueda rentística de hacer dinero y maximizar las ganancias, sin importar los medios utilizados ni las consecuencias derivadas de su accionar. Y por otro, algún alegato contra las drogas y el abuso policial nacido de los prejuicios sociales que criminalizan la pobreza.
Nada mal para una entrada ligera y respetuosa de los sabores clásicos.
Ahora quiero el plato principal.
Fernando Ariel García
Marvelman Family’s Finest Nº 1 (de 6)
Guiones:
Mick Anglo
Dibujos: Norman Light, George Parlett, Don Lawrence y Mick Anglo
Portadas: Marko Djurdjevic (regular), Mick Anglo y Doug Braithwaite (alternativas)
Editor: Jeff Youngquist
40 páginas en blanco y negro
Marvel Comics
ISSN: 7-596006-07298-9
EE.UU., agosto de 2010

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