sábado, 15 de mayo de 2010

LAS GRANDES ENTREVISTAS DE SONASTE MANECO: ZIRALDO

Es una de las principales figuras de la historieta, la literatura infantil y el humor gráfico de todos los tiempos. Nacido en el Brasil, Ziraldo ha dejado su marca en la cultura popular carioca, pero su influencia se hace sentir a lo largo y ancho de todo el continente. Reciente ganador del Premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos, el creador de A turma do Pererê, O menino maluquinho, O Pasquim e infinidad de sucesos que han trascendido la página impresa, es un hombre comprometido con su tiempo, histórico luchador contra la dictadura militar y cualquier tipo de opresiones. Gracias a la gentileza de otro grande, Palomo, Fernando Ariel García pudo entrevistarlo en exclusiva y hablaron de todo. Del carnaval, de Lula, de Fidel Castro y hasta de cómo Neil Armstrong terminó por darle la razón. Un gustazo que nos damos para festejar el primer año de vida (y MIL entradas) de LA BITÁCORA DE MANECO.



“Yo soy una creación del cómic americano”.
Lo afirma así, tan categóricamente, que uno tiende a dudar. Por convicción, uno se empeña en decir que no, que está equivocado. Que Ziraldo no es lo que Ziraldo dice ser. Está bien que en la Argentina mucho de su trabajo es injustamente desconocido. Pero haber tenido acceso, aunque más no sea de manera accidental, a El pibe piola o a cualquiera de sus otros libros infantiles que son, ante todo, libros para todas las edades, deja bien en claro que Ziraldo es tan brasilero como la bossa, la saudade o el carnaval. Podrá haber alguna influencia de otras latitudes, pero el filtro por el cual han decantado las ha transformado en la lengua, el color y el ritmo del Brasil.


Pero claro, después del baldazo de agua fría, uno empieza a reflexionar. A entender lo que quieren decir esas palabras. Yo soy una creación del cómic americano. Ziraldo Alves Pinto, como tantos autores del Brasil, la Argentina y la América latina toda, fue iniciado en el lenguaje de viñetas y globitos con la lectura de las traducciones del material norteamericano. Lo leyó cómo lo leyó todo el mundo. Pero se lo apropió como pocos. Entendió la sintaxis narrativa, la composición de un relato a través de la descomposición del mismo en pequeñas dosis, en cuadros que después formaban una página. Y lo llenó de sentido local. De la gente que veía en las calles, de los sonidos que surgían de la entraña de su tierra. Generó vida propia y salió a caminar, a correr. Ese chico devino este adulto, un autor que está a la altura de Quino, de Will Eisner, de cualquiera que haya dejado una marca indeleble no ya en la historieta local o regional, sino en la Cultura de su pueblo.


“Nací a principios de los años ’30 -cuenta este nativo de Caratinga, Minas Gerais, el más grande de siete hermanos, bautizado Ziraldo para representar fonéticamente los nombres de su madre, Zizinha; y de su padre, Geraldo-. Más exactamente, nací el 24 de octubre de 1932. Pero como usted debe saber, del parto nace el infante (criança la llamamos aquí en el Brasil). El niño, en realidad, nace al mundo a la edad de los siete, ocho años. A esa edad nací yo, el autor de los libros y las historietas que hago. Los años ’40 son los años de mi niñez. Hitler fue mi primer villano. Y antes de Superman, mi gran héroe inicial fue el Capitán América con los Boy Commandos, libertando al mundo de los nazis y de los horripilantes amarillos. Mi contacto con el mundo se daba a través de las historietas. De las historietas y de la radio. Los cuadritos de las historietas eran mis ventanas al mundo; la radio, mi posibilidad de escucharlo. Mi ciudad estaba muy lejos del mar. Y mi tiempo se asemejaba al tiempo del Amarcord de Fellini. También teníamos una dictadura y las mismas canciones. El mar, sin embargo, era un sueño. O menino maluquinho, que en la Argentina conocen como El pibe piola, no está muy lejos de ser autobiográfico. Pero en realidad, todo lo que hago está conectado con el niño que fui. Como diría el poeta brasileño Alberto Costa e Silva: Fui niño por demás”.


O menino maluquinho apareció en 1980. Tercero o cuarto libro escrito e ilustrado por Ziraldo con la cabeza puesta en el mundo infantil, en sus deseos y su necesidad de imaginar, jugar y ser feliz, se convirtió en el mayor suceso editorial de la Bienal del Libro de San Pablo de ese año. Y en uno de los fenómenos editoriales más importantes del Brasil. A fuerza de carisma, se hizo acreedor del Premio Jabuti de la Cámara Brasileña del Libro. Pero lo más importante es que la gente lo adoptó como símbolo del niño prototípicamente brasileño. Del libro saltó a las historietas (en revistas y en tiras para diarios), al teatro, al cine, a la TV. “Las adaptaciones del Menino maluquinho me dejaron muy feliz -cuenta-, no porque yo haya trabajado en los guiones, sino porque los directores a cargo tenían mucho talento. Si hasta fue adaptado como ópera infantil, e inspiró una cantata con su nombre, creada por el músico brasileño Ernani Aguiar (1). Una cosa muy linda. O mejor, dos cosas conmovedoras. Pero en realidad, todos mis libros infantiles fueron adaptados por gente del teatro para ser presentados al público infantil de mi país. En el Brasil, el teatro para niños tiene un público de millones. Nunca opiné sobre estas adaptaciones, aunque hubieran sido realizadas en Rio de Janeiro, cerca de mi casa. Sería como intentar elegirle los novios a mis hijas”.


O menino maluquinho se ganó su lugar en el corazón carioca. Y después salió a conquistar otros mercados, otros corazones. Cómo no disfrutar de las andanzas de ese menino, si todos fuimos (o deberíamos haber sido) ese pibe que tiene tiempo de sobra para imaginar, para jugar, para ser feliz. ¡Qué logro inmenso éste de Ziraldo! Percibir que los chicos son chicos en todo el mundo, hermanados por esa inocencia que nunca debería perderse antes de tiempo. Hacernos dar cuenta de que en este mundo unilateralmente globalizado, se puede desarrollar una narrativa con una fuerte impronta de la identidad local que tenga, al mismo tiempo, trascendencia, alcance y comprensión internacional. ¿Cómo hizo para ser como Los Simpsons sin tener la ciudadanía internacional que da el haber nacido en los EE.UU.? “Como cualquier artista de la Argentina -dice-, los brasileños tenemos una visión total del mundo mucho más aguda que cualquier artista europeo o norteamericano. Ellos tienen delante de sus ojos sólo a su país. Nosotros miramos el mundo todo, permanentemente”.

En el Brasil a la historieta se la conoce popularmente como quadrinhos, cuadritos. Y a través de esos cuadritos, el chico de ojos hambrientos que supo ser (que sabe ser) Ziraldo, encontró una vocación, su vocación. “En su libro Literatos -cuenta-, el historietista y humorista gráfico Palomo descubrió una cita mía, de la cuál ni me acordaba. Yo soy una creación del cómic americano. Y es cierto, porque al tomar contacto por vez primera con una revista de quadrinhos, siendo niño, una nueva vida se inició para mí. Una nueva vida que conté en el libro El niño de la historieta (O menino quadradinho). Descubrí el cómic una mañana de domingo, en el jardín de mi pequeña ciudad, antes de la misa, cuando el quiosquero puso una revista en mis manos y dijo: Toma, tu papá me pagará. Mi padre la pagó sin decir nada; y yo adiviné mi futuro cuando abrí las páginas del cómic”.


Más que un apasionado por la lectura de historietas, Ziraldo fue y es un apasionado por la lectura. En esos años de formación, por lo que dicen sus biografías, devoró todo lo que cayó en sus manos: Monteiro Lobato, Viriato Correa, Clemente Luz y muchos otros escritores que hicieron grande la literatura infantojuvenil brasileña. Inició una relación con el libro, la lectura y la educación (formal y no formal) que no terminará nunca. Leer es más importante que estudiar, afirmó una vez. ¿Por qué? “La historia del Brasil no fue hecha por gente que supiera leer -sostiene-. Los estudiantes primarios de la Inglaterra del tiempo de Shakespeare no sabían cómo escribir las palabras de su propio idioma, pero la enseñanza era letrada. Los niños de la primaria ya estudiaban a los autores griegos. Y las elites leían el latín. En cambio, no se lee mucho en un país tropical. Hace mucho calor, hay mucha luz, poco recogimiento. Vivimos permanentemente haciendo campañas para incentivar el hábito de la lectura. Mi frase es extremadamente verdadera: No se puede estudiar si uno no sabe leer. Luego…”.

Estoy convencido de que la lectura debería ocupar un importante espacio en el mundo infantil, incluso desde los primeros meses de vida. La lectura es un hábito que debe ser enseñado y aprendido. Porque al leer uno se informa y se forma. Por eso, creo que es responsabilidad de los padres y la escuela el incentivar las prácticas de lectura en los niños de todas las edades. No siempre pasa esto en la Argentina. De hecho, el estado de la educación es una de las grandes deudas internas, que continúa empeorando cada día desde que retornamos a la democracia. ¿Y cómo están las cosas en el Brasil? “O me engaño, o la reforma universitaria en la Argentina fue hecha en 1914. O sea que la universidad es una obligación del Estado desde hace casi cien años. Aquí no ha pasado lo mismo. Todavía tenemos muchos problemas con la enseñanza. Pero también es cierto que tenemos una ventaja sobre los países iberoamericanos. ¡Tenemos mucha más facilidad para cambiarlo todo! Según cómo se mire, eso puede ser muy malo, pero también puede ser muy provechoso”.


Entre el niño que encontró su vocación abriendo una revista de historietas; y el adulto que haría de las viñetas su profesión, pasaron unos cuantos años. Años de escuela, de preparación. En Caratinga, en Rio de Janeiro, otra vez en Caratinga. En 1957, finalmente, se recibió de abogado en la Facultad de Derecho de Minas Gerais, en Belo Horizonte. ¿Cuánto habrá influido esa formación académica en su trabajo profesional con las viñetas y los globos? ¿Allí habrá descubierto las temáticas político-sociales que encararía después, sobre todo en O Pasquim? ¿Modificaría en algo la forma de entender la comunicación de esas ideas para burlar (y burlarse) de la censura? “No, ni pensarlo -remata-. Yo me formé en Leyes porque, como niño pobre de provincia, tenía que darle a mi padre la felicidad de tener un hijo doctor. En Brasil (igual que en la Argentina), a los abogados se los llama doctor, como a los médicos. Yo fuí el primer doctor de una familia, liderada por mi abuelo materno, que en aquel tiempo tenía más de cien miembros entre hermanos, tíos, primos, cuñados, etcétera”.


Ziraldo dibuja desde que tiene uso de razón. Tal vez, desde antes. Las paredes del aula, las calles, fueron sus primeros lienzos. Profesionalmente, está estipulado que comenzó en la revista Era uma vez..., de dónde saltó al diario A Folha de Minas, en 1954, haciéndose cargo de una página humorística. Tres años después pasó a la revista A Cigarra y después sí, se le abrieron las puertas grandes de O Cruzeiro, la publicación que revolucionó el periodismo carioca, dinamizándolo en base a los tabloides semanales de actualidad más modernos del mundo: Time, Life, Paris-Match. Periodismo de investigación con gran despliegue fotográfico. Fotoperiodístico sería la palabra correcta. Grandes tiradas agotadas y leídas por el público general y mayoritario. Público general y mayoritario del Brasil y de América Latina, porque O Cruzeiro también tenía una edición en castellano. “Trabajar en la edición latinoamericana de O Cruzeiro, la revista más grande del Brasil, fue una experiencia fundamental y transformadora en mi vida. Publiqué allí mis primeros cartoons en colores, hice una portada y descubrí una manera propia de hablar castellano”, confía.


A esta altura, Ziraldo ya era una de las figuras más importantes de la historieta y el humor gráfico brasileños. Visão y Fairplay, entre otras revistas, lo contaban entre sus plantillas, así como el diario Jornal do Brasil. Personajes como la Supermadre (Supermãe), Mineirinho y Jeremías, el Bueno (Jeremias, o Bom) se volvieron inmensamente populares. Jeremias, o Bom, en particular, nació en 1965 como tira para el Jornal do Brasil. Hombre honesto, desinteresado y justo, Jeremías parecía ser una fuerza moral decidida a tratar al prójimo tal cómo le gustaría que el mundo lo tratara a él. Una conciencia de fuertes convicciones humanistas, cultor incansable de la amistad, el respeto, la tolerancia. Leyéndolo, hasta parecía cierto que un hombre pudiera cambiar al mundo. En 1969, Jeremías se mudó a O Cruzeiro, donde Ziraldo venía desarrollando un humor más volcado a lo político que a lo costumbrista. Recordemos que, desde 1964, el Brasil estaba siendo dirigido por la dictadura militar que culminaría recién en 1984. La misma dictadura a la que Jeremías comenzó a mostrar tal como era. La misma dictadura que eyectó a Jeremias, o Bom de O Cruzeiro.


No fue la primera vez que el poder de turno censuró a Ziraldo. En 1964, apenas después de tomar el poder por la fuerza, la dictadura militar que destituyó al presidente Joao Goulart (2)ordenó el cierre de A Turma do Pererê, la primera revista de historietas brasileña realizada por un sólo autor. Tomando como base al mito más importante del folklore brasileño, el del saci-pererê, Ziraldo logró desarrollar una historieta infantil y familiar en donde las leyendas, los hombres y los animales convivían en comunidad, con una alta conciencia ecológica y apostando a valores universales como la solidaridad, la unión y el respeto a todas las formas de vida. A Turma do Pererê había debutado en 1960, junto con la inauguración de Brasilia, el cinema novo, el teatro callejero, la bossa nova, un punto de inflexión histórico que auguraba la idea de hacer de este país una gran nación, con cultura propia y pensamiento propio, dijo Ziraldo alguna vez. “La de Pererê es una historia muy larga -señala el autor-. Al lector no brasileño tendría que explicarle muchas cosas, e intentaré hacerlo brevemente. La historieta argentina es la tercera o cuarta más importante del mundo… ¡O la segunda! Cuando yo empecé a publicar, la historieta brasileña no existía. Como, en verdad, todavía no existe hoy día. Tuvimos y tenemos buenos dibujantes de historietas -actualmente, jóvenes de gran talento-, pero no tenemos una tradición, una marca, un estilo, como tiene la Argentina. Los artistas, ilustradores, pintores, maestros de España e Italia que en el siglo XIX creyeron en la hipótesis del Nuevo Mundo, pasaron de largo al Brasil y se fueron directamente a Buenos Aires, junto con los músicos que dieron dignidad y cuerpo al tango. En el Brasil estábamos más conectados con África. En 1960 no teníamos una revista de cómic como La Pequeña Lulú, por ejemplo. Todas las historietas venían de los EE.UU., con superhéroes. Sí teníamos grandes dibujantes, como José Geraldo, que hacía historias de Charlie Chan para completar una publicación de historietas americanas; o Flavio Colin, un genio del dibujo sin mucho espacio para exhibir su trabajo. Para los niños estaban los héroes Disney y todas las revistas del género de los EE.UU., inclusive los Peanuts (más conocidos por el nombre del perro protagonista, Snoopy) en colores. Fue en ese entonces cuando tuve la oportunidad de crear el primer cómic brasileño para la niñez. Era una revista de 32 páginas a todo color. Mauricio de Sousa (creador de la famosísima Turma da Monica) ya publicaba sus tiras en los diarios de San Pablo, pero A Turma do Pererê, mi revista, fue la primera. El personaje principal, Pererê, es una figura del folklore brasileño, un duende negrito del bosque, de una sola pierna; un niño mágico y bromista. En la historieta se convierte, apenas, en un chico negro y muy simpático. Como estábamos soñando en transformar nuestro país en una nación justa, las historietas tenían intenciones políticas no muy ocultas, aunque estuvieran dirigidas a los niños. En abril de 1964, mes del golpe que transformó el país en una dictadura militar, la revista fue cerrada” al ser considerada demasiado nacionalista.


Pererê, incontenible fuerza liberadora del pensamiento, resistió los embates de la dictadura; y regresó en 1975, de manos de la Editorial Abril. A partir de 2004, Editora Globo se hizo cargo de la publicación de nuevas historietas de A Turma do Pererê, O Menino Maluquinho, A Menina Maluquinha y el Almanaque de Férias. Pero el grupo de personajes que hizo frente a los militares terminó cayendo víctima de otra lógica tan sangrienta como la de la dictadura: La del mercado. Las revistas no obtuvieron el nivel de ventas esperado y fueron canceladas. Por suerte, las mejores historias están siendo reeditadas en formato álbum por la Editorial Salamandra. ¿Volveremos a verlas en formato revista? “No, nunca más -certifica Ziraldo-. Todavía sigo pagando las deudas que generé con mis intentos de editor”.



Cuando digo que Ziraldo fue una fuerza de resistencia, estoy diciendo que fue un hombre abiertamente enfrentado contra la dictadura militar del Brasil. Un ejemplo: Después de que el gobierno de facto reglamentara el represivo Acto Institucional Nº 5 (AI-5), suspendiendo diversas garantías constitucionales, Ziraldo estuvo toda la noche ayudando a esconder a sus amigos. Por ese acto, fue considerado un elemento peligroso, detenido en su domicilio y llevado al Fuerte de Copacabana. “Sí, estuve preso en el Fuerte, en la cárcel del Departamento de Orden Político y Social, en el Batallón Caetano de Faria, en el Batallón de Manutención de Armamento de la Villa Militar y hasta en mi propia casa. Pero no piensen que fueron años de tortura y sufrimiento. El tiempo total no superó los seis meses. Lo peor fue lo ridículo de tener que pagar penas por el pensamiento político. Nosotros, los presos por pensamiento y no por acción, también estuvimos muy cerca de la violencia innombrable que las autoridades ejercieron sobre los que realmente lucharon contra esa violencia, enfrentándose a la muerte. El golpe fue ridículo, pero no dispensó la violencia oficial”.



Ziraldo no lo dice ni lo va a decir. Es demasiado modesto para ello. Y por eso me voy a permitir decirlo yo. Pasar a la acción, creo, no es solamente tomar las armas contra la dictadura. O sí, en realidad se trata de tomar las armas que uno mejor maneja y ponerlas a disposición de la libertad, la igualdad y la vigencia de los plenos derechos. En ese sentido, Ziraldo tomó lápiz y papel y, junto con otros colegas, fundó O Pasquim, la revista más importante y movilizadora de la época. Verdadera usina de pensamiento contra la represión, O Pasquim puede (debe) ser entendida como el equivalente carioca de nuestra Humor, un espacio para oxigenar el cuerpo y la cabeza, el sostén en donde poder reposar antes de continuar avanzando, un honesto compañero de lucha. “Bueno, sí -acepta casi a regañadientes-. Tiempo después de que cerraran el Pererê, cuando la dictadura se agravó, con otros humoristas gráficos brasileños creamos un semanario de humor político que tuvo un éxito extraordinario, influyente y transformador: O Pasquim”.


En realidad, cuando escribí que Ziraldo fue una fuerza de resistencia contra la dictadura militar del Brasil, me quedé corto. Porque además de enfrentarse al atropello armado, en primer lugar se estaba enfrentando contra los valores sociales y el modelo de país que estaban siendo implementados mediante esa dictadura. Algo parecido a lo que sucedió en la Argentina, donde la Junta Militar hizo el trabajo sucio que el neoliberalismo necesitaba para enseñorearse sobre nuestro territorio en la década del ’90. Generando las condiciones para poder hacer estragos tanto en lo económico como (principalmente) en lo social. Promoviendo el individualismo, desintegrando el sentido de pertenencia a una sociedad, favoreciendo la ostentación obscena de las riquezas hiperconcentradas. Para Ziraldo, “el periodismo brasileño en los ‘90 se había transformado, en gran parte, en un festival patético de exhibicionismo. Allí estaba Caras, importada de la Argentina, como símbolo de un tiempo. Decidí entonces, por mi cuenta, en 1999, crear una revista llamada Bundas, que en el portugués del Brasil es un nombre redondo, dulce y sonoro (que hasta mereció un bello poema de Carlos Drummond de Andrade) para el culo. El dramaturgo brasileño Nelson Rodrigues afirmaba que lo indecente no eran las nalgas, sino las caras humanas. Por ello el slogan de Bundas era Quién exhibió su bunda en Caras no pondrá su cara en Bundas. Al principio, cuando la gente pensaba que Bundas era una revista de humor sexy, tuvo un gran éxito. Pero cuando descubrieron que era extremadamente política y en contra del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (3), la abandonaran inmediatamente. Nadie quería discutir política. No tuve como pagar sus costos, no conseguí uno sólo anuncio. Para que se den una idea, la vedette brasileña más famosa de esa época, Carla Pérez, había asegurado su culo en un gran banco brasileño. Ese banco, que publicó páginas y páginas de anuncios de este seguro en toda la prensa nacional, no quiso hacerlo en Bundas. No publicitamos en revistas con ese nombre, nos informó la agencia”.


Conocedor de la historia del Brasil. Protagonista de tiempos convulsionados y generadores de cambios, Ziraldo es una palabra acreditada para opinar sobre el Brasil actual, el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva, el Brasil que, para gran parte del continente, sigue siendo espejo y modelo. ¿Es este Brasil el Brasil por el cuál peleaban desde sus acciones creativas y militantes? ¿Cómo ve la actual gestión presidencial? ¿Cree que sigue siendo fiel a la visión transformadora y revolucionaria que (al menos desde la Argentina) se tenía y tiene del Partido de los Trabajadores (PT)? ¿O la gestión diaria del poder terminó por hacer que Lula bajase alguna de sus banderas históricas? “¡Dios mío, cuántas cuestiones serias y graves! -contesta-. El Brasil actual, políticamente, es el resultado posible de la lucha que emprendió parte del pueblo brasileño. Creo que el artista brasileño, la gente del teatro, el cine, las artes plásticas, el periodismo, el humor, la literatura, la música -con historias, inclusive, de martirio-, fue fundamental para las pocas y fundamentales conquistas que hoy tenemos. En mi opinión, la muerte de Tancredo Neves (4), antes de asumir la presidencia de la República, fue un duro golpe para nuestras conquistas. El liberalismo de Cardoso -una esperanza perdida- fue otro período donde los avances naturales de la historia económica del mundo no fueron bien aprovechados por nuestro país y retardó la evolución de nuestra independencia total. Lula, para nuestra suerte, no se transformó en el fiasco que fue, por ejemplo, Lech Wallesa (5). No es fácil, en el cargo de Presidente de un país presionado con el nuevo orden económico internacional, mantener las promesas del único partido verdadero nacido en la dictadura brasileña, el PT. Lula, todavía, me suena como un milagro humano. Un obrero con la dignidad y la capacidad de comando que pocos presidentes de nuestro país tuvieron en su historia. Estamos atravesando la crisis de hoy como un barco poderoso que no sucumbirá a la tempestad tsunámica que atravesamos. ¡Lula es un milagro!”.


Pintor, cartelista, ilustrador, caricaturista, periodista, escritor, historietista, teatrólogo. Todas facetas de una misma profesión, vinculada principalmente con la comunicación. Expresiones distintas cuyos caminos se entrecruzan en Ziraldo. “La base de las cosas que hago es el dibujo y la visión humorística que tengo de la vida. Sea en el póster, en la historieta o en el texto o poema que hago para mis libros infantiles, todo tiene que ver con dibujo y humor”. ¿Creerá este hombre multifacético en la aseveración de Marshall McLuhan, esa que dice que el medio es el mensaje? “Sin duda. Ese fue un gran descubrimiento del canadiense aquel. Si digo en la internet que alguien es un imbécil, no pasará nada. Es una opinión perdida en el espacio virtual, aunque sea una opinión grave. El medio -la internet- cambia la intensidad del mensaje. Si yo publico esa opinión en un periódico importante, puedo hacer que el tipo llamado de imbécil se suicide o pierda su cargo de ministro. Si se lo digo a él directamente -el medio siendo yo mismo- puede darme un tiro en la cara... Etc. etc. etc. Y el mensaje en su origen es el mismo”.


Personalmente, creo que la historieta y/o el humor gráfico tienen la capacidad de cambiar conductas sociales o de modificar el rumbo social y político de un país. Pueden ser concebidos como herramientas de concientización para cambios culturales a corto, mediano y largo plazo, porque su capacidad de influencia está más relacionada con el trabajo de hormiga, llegando a los lectores de uno en uno. El gran desafío que enfrenta el continente, me parece, es el de desarrollar un proyecto editorial supranacional que, sin perder el respeto por las identidades locales, pueda aunar autores sudamericanos y del Caribe en convivencia creativa, abocados al análisis de las problemáticas comunes de la región. “Mi libro Uma professora muito maluquinha -dice-, que en la Argentina fue editado como La maestra macanuda, fue utilizado en Guatemala para ayudar en una reforma de la enseñanza primaria en el país. Los periódicos criticaron a la Ministra de Educación por haber usado un autor argentino en las escuelas guatemaltecas. Te cuento esa historia para dejar en claro que uno de mis sueños es el de lograr que en Latinoamérica estemos más próximos los unos de los otros, con todas las actividades artísticas que ejercemos bajo las mismas influencias de los que llegaron a la civilización moderna antes de nosotros”.



Si bien la consagración como escritor le llegó en 1980 con O menino maluquinho, el primer libro infantil de Ziraldo apareció en 1969. Un relato sobre la asunción de la propia identidad, Flicts cuenta la historia de un color a la búsqueda de su lugar en el mundo. Un libro que el Gobierno de facto decidió obsequiar a los astronautas norteamericanos que pisaron la Luna cuando visitaron el Brasil. Y que llevó a Neil Armstrong a afirmar, conmovido: The Moon is Flicts. “Las autoridades brasileñas, a pesar de que estábamos en una dictadura (y quizás porque el ministro de Relaciones Exteriores era mi coterráneo) regaló mi libro Flicts a los astronautas. Flicts es el nombre que inventé para el verdadero color de la Luna, que puede parecernos blanco, azul, amarillo o rojo al verla de lejos. Y Armstrong firmó en mi libro que, de cerca, muy de cerca, la Luna era realmente flicts, tal como yo había contado”.



El primer hombre en pisar la Luna no fue la única celebridad con la cuál se codeó Ziraldo. También podemos mencionar a Chico Buarque (“fue un placer y un honor ilustrar su libro Chapeuzinho Amarelo”, dirá) y Fidel Castro. “A Fidel lo conocí prestando atención a lo que pasaba en América Latina, desde lo del Moncada. Con mis amigos de la universidad, festejé su entrada victoriosa en La Habana. Visité la Cuba de Fidel varias veces; y tengo grandes amigos allá. Yo quería que Fidel, a los treinta años de su revolución -que era la edad promedio de los revolucionarios victoriosos- devolviese el país a su pueblo. Creo que Fidel perdió ese tiempo histórico. Y Cuba, el país más fantástico de América Latina, va pagar muy caro eso”.

Ziraldo y Fidel Castro

Ziraldo es un autor internacional. Pero también es un ciudadano brasileño. Y como a todo brasileño, el carnaval lo moviliza particularmente. Pero, a diferencia de muchos brasileños, él sí pudo formar parte de varias escolas de samba. De hecho, su vida y su obra fueron motivos alegóricos de grandes comparsas, incluyendo la Banda de Ipanema. “Cuando a uno se le da la importancia de ser convertido en tema de la gran ópera popular que es el desfile de las escolas de samba, la gloria de un brasileño es total -confirma emocionado-. Ser tema de una escola de samba en el Brasil es más importante que ser nombrado Sir en Inglaterra. A los temas de estas óperas nosotros las llamamos enredo. Y yo no soy Sir, ¡Soy Enredo!”.


Oscar Internacional de Humor en el Salón Internacional de Caricaturas de Bruselas. Premio Mergahantealler de la Asociación Internacional de Prensa. Premio Internacional Hans Christian Andersen de literatura infantil. Algunas de las menciones recibidas por Ziraldo, primer artista latino en dibujar el afiche anual de UNICEF, además. ¿Qué le habrá significado a este hombre la obtención del Premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos 2008? “No pueden imaginarse lo que significó para mi, después de más de sesenta años de trabajo intenso, que mi obra sea reconocida desde afuera hacia dentro de mi país, algo no muy común para nosotros que hablamos portugués”.

NOTAS
(1) Ernani Aguiar, miembro de la Academia Brasileña de Música y ganador del Mozarteum argentino, es compositor y musicólogo especializado en el estudio y revitalización del trabajo de los compositores de la escuela del siglo XVIII de Minas Gerais.
(2) Joao Goulart (1918-1976), vigésimo segundo presidente del Brasil, estuvo en el poder entre 1961 y 1964. Durante su gestión se llevaron a cabo reformas sociales que fueron permanentemente obstaculizadas por los sectores más conservadores y las fuerzas armadas, que terminaron dando un golpe militar en 1964. Existen sospechas alrededor de la causa de su muerte; y se cree que puede haber sido envenenado por agentes de la Operación Cóndor, plan de acción coordinada entre la CIA y las dictaduras militares del cono sur de América (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia), entre 1970 y 1980.
(3) Fernando Henrique Cardoso, político y sociólogo, presidente constitucional del Brasil por dos períodos: 1995-1999 y 1999-2003. Implementó las políticas neoliberales que estuvieron en boga en la América Latina de los años ’90, profundizó la apertura económica del país a los intereses extranjeros y concentrados; y promovió (y obtuvo) la modificación constitucional que habilitó la reelección presidencial inmediata.
(4) Tancredo Neves (1910-1985) fue electo presidente del Brasil (por vía indirecta, a través del Colegio Electoral) en 1985. Estaba destinado a ser el primer Presidente tras la dictadura militar, pero unos días antes de tomar posesión del cargo falleció por una serie de infecciones derivadas de las intervenciones quirúrgicas a las que había sido sometido. Su compañero de fórmula, José Sarney, fue investido en su lugar.
(5) Lech Walesa, político, sindicalista y activista polaco por los derechos humanos. Cofundador de Solidaridad, el primer sindicato independiente del bloque soviético, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1983. Presidente de Polonia entre 1990 y 1995, cambió el regimen comunista de su país por el de la democracia con economía de libre mercado.

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