martes, 11 de mayo de 2010

HORA CERO (UN DOCUMENTAL SOBRE HÉCTOR GERMÁN OESTERHELD): LA MIRADA DE LOS OTROS

“Con Héctor fue muy duro. Lo que él nunca supuso, no podía admitir, era que las cosas iban a llegar a donde se llegó. Yo le hice ver que él podía seguir con toda su militancia si quería, pero que tratara de contener a las chicas. Le dije: Si bien vos cambiaste y te puedo comprender, te pido por Dios que no arriesgues más a las chicas”. Con la voz entrecortada por los recuerdos y los ojos fijos en la cámara, la señora que revuelve el pasado que nunca termina de cicatrizar se llama Elsa Sánchez, madre de cuatro hijas secuestradas y asesinadas por la última dictadura; y viuda de Héctor Germán Oesterheld, máximo referente de la historieta argentina, creador de El Eternauta y un icono de la militancia montonera de la década de plomo.
El primer plano de sus golpeados 79 años apenas permite vislumbrar algo del fondo, que parece ser la cocina de una clase media que todavía resiste (como el grupo de personas que juntan fuerza para hacerle el aguante a la invasión extraterrestre que comenzó con una imprevista nevada sobre Buenos Aires, o como el desertor del Séptimo de Caballería que se animó a intentar un nuevo tipo de comunidad junto con un indio y un médico renegado). A la izquierda del pelo algo revuelto de Elsa, el espectador se topa con una puerta de madera, pintada de blanco o crema. No está abierta. Tampoco cerrada. Entornada, sugiere que más allá de lo que muestra la imagen se encuentra un profundo territorio sedimentado.
Esta es una de las escenas finales (y fundamentales) de Hora Cero, documental que José Luis Cancio armó durante dos años, estrenó en mayo de 2004 en el Centro Cultural Ricardo Rojas y, por fin, acaba de ser editado en DVD (comercializado el domingo pasado junto con el diario Miradas al Sur). Intercalando imágenes de los cómics, entrevistas a los dibujantes Francisco Solano López y Eugenio Zoppi; al escritor, periodista y guionista Juan Sasturain; y a Elsa Sánchez y su nieto, Martín Mórtola Oesterheld, Cancio logró hilvanar 58 minutos que ayudan a entender al hombre detrás del mito. Al padre de familia. Al geólogo. Al escritor. Al empresario. Al militante. Al desaparecido.
Formalmente, el documental se estructura a través de un registro coral, donde las distintas voces, las diferentes visiones, van facetando el retrato de Oesterheld, confluyendo, discordando, complementando. El recurso se emparenta con el concepto del “héroe grupal”, fundado por Oesterheld y llevado a la perfección en las páginas del primer Eternauta, el de 1957-1959, el que se ha venido leyendo desde entonces como metáfora perfecta de la historia contemporánea argentina. “Una de las cosas que hace tan rico al Eternauta -dirá Sasturain sentado en su escritorio de trabajo- es justamente la falta de autoconciencia. Es una obra que se genera a partir de estímulos ocasionales, que va utilizando muchos elementos de la realidad, espontáneamente. Y que luego, cuando culmina, te das cuenta cuántas cosas se juntaron ahí”.
De acuerdo con los testimonios recogidos en el largometraje, Oesterheld mismo se fue construyendo como persona a través de estímulos externos de la realidad cotidiana. Sobre una base humanista y socialista (“nunca peronista”, recordará Elsa como al pasar) escribió su primera historieta, una “que transcurría en Africa y se refería a la esclavitud -cuenta Zoppi, encargado de dibujarla-. En ella ya se notaban sus sentimientos y su filosofía sobre las relaciones humanas, porque hablaba de la esclavitud con una gran sensibilidad acerca de ese problema”. Más tarde, cuando funda (y funde) su propia editorial, Frontera, realizará para el lucimiento del italiano Hugo Pratt las aventuras del corresponsal de guerra Ernie Pike, logrado salto cualitativo en el tratamiento de la temática bélica, dejando de lado el maniqueísmo característico de la escuela norteamericana de cómics. “Cuando Oesterheld cuenta la guerra -se enfervoriza Sasturain rememorando sus lecturas infantiles-, los enfrentamientos reales que han sucedido hace menos de diez años en la guerra de Corea, lo cuenta desde las personas. Porque el mal no son los alemanes ni los chinos ni los japoneses ni los yanquis. El mal, en Ernie Pike, es la guerra misma”.
Como muchos intelectuales de su época (Rodolfo Walsh, Paco Urondo), Oesterheld recorrió el meandroso camino que fue del desarrollismo frondicista a la guerrilla de la izquierda peronista. No porque cayera víctima de alguna enfermedad indetectable o comprara espejitos de colores. “La irrupción de Oesterheld en 1957 -explica Sasturain- coincide precisamente con la transición de la Revolución Libertadura al retorno de la democracia después de la caída del peronismo. Los últimos años de la década del ’60 son los años de la revolución latinoamericana. Los años en que la revolución y el cambio social violento hacia otro tipo de estructura se veía como posible. Por algo pasaron las cosas que pasaron”.
En el último tramo del documental, que desde su título rinde homenaje a la más famosa revista que editara Oesterheld, vida y obra de el escritor se funden en el discurso militante, en la “historieta subversiva” (Solano López dixit) por antonomasia: El Eternauta II. “Cuando Oesterheld cierra los contenidos en lo político -analiza Sasturain-, es precisamente cuando el producto es más pobre”. Para Elsa Sánchez es el comienzo del fin. Afuera queda ese fugaz brillo que le llenara los ojos al recuperar la imagen de su marido sorprendiéndose por los cambios que notaba en la intelectualidad joven, la admiración que sentía por esa conciencia social que se había despertado “en las clases pudientes también”. Todo cae hecho añicos ante el peso fonético de la Triple A, del Golpe y la reconstrucción del itinerario familiar que conducirá a la desaparición de su hija, primera escala hacia el infierno. “Héctor, en ese sentido, era muy ingenuo -afirma-. Cuando empezó la violencia, yo empecé a ver cosas que no me gustaron nada”. La imagen salta a una escena periodística de archivo, donde Mario Firmenich expone, en blanco y negro, el leitmotiv peronista de la violencia de abajo contra la violencia de arriba. Aquella que, según el General, no era violencia sino justicia.
“El no hablaba de una cosa y hacía otra -explica Zoppi-. Ahora, de ahí a dar el paso que dio a los años que él tenía, es bastante asombroso. Seguramente lo hizo impulsado por el afecto hacia las hijas”. Solano López, que ha declarado haber bajado deliberadamente el voltaje de algunas secuencias de El Eternauta II, reconoce el valor de aquella “apuesta humana a poner todo en el asador para entregarse a un objetivo, pase lo que pase, por más delirante que fuera la propuesta. Es el compromiso de un sujeto que dice ‘no me importa lo que pase, yo voy a seguir hasta el final’. Ese es el caso de Oesterheld. Pasando por encima de todas esas fallas, errores o desequilibrios de conducta que él pueda haber tenido, de su soberbia, también de su cierta omnipotencia en el juicio sobre las personas y las situaciones (asumió) el compromiso completo, integral, de su propio destino, de su propia vida, frente al objetivo que se había propuesto”.
Entonces, como en los mejores guiones de Oesterheld, la cámara se repliega hacia la casa, buscando contención afectiva ante la muerte que todo lo rodea. Es el momento de la cocina, de la puerta entreabierta, de la voz entrecortada. Del parlamento que otorga sentido al documental, que da la última pincelada al retrato del hombre que metaforiza un país en un contexto geopolítico determinado, que corporiza el insoportable vacío de la ausencia. “Ahora ya realmente no tengo consuelo -se sincera Elsa brutalmente-. Porque si hubiera sido como ellos decían, ‘mami, la vida, cuando se da por algo, vale la pena’… Pero a ellos les usaron la vida y no se las dejaron vivir. Y veo lo que hicieron de este país. Y no tengo ni siquiera ese consuelo”.
Después, el silencio. Y el murmullo de un televisor sintonizando X-Men: Evolución.
Fernando Ariel García
Nota: Este texto apareció publicado originalmente en El Historietista N 5,en agosto de 2004.
Hora Cero
Un documental sobre Héctor Germán Oesterheld
Argentina, 2004
Director: José Luis Cancio
La Pintada Producciones

1 comentario:

  1. Muchas gracias por este hermoso y detallado comentario de la película.
    Un abrazo grande

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