(Por Rubén Eduardo Soto Díaz) Gabriel Vargas Bernal (Tulancingo, Hidalgo, 1915 – Ciudad de México, 25 de mayo de 2010) fue un niño prodigio en el dibujo. Ganaba todos los concursos escolares. Eran once sus hermanos y Gabriel fue el quinto. Muy niño quedó huérfano de padre, la familia se trasladó entonces al Distrito Federal y ahí estudió la primaria. Después de haber fascinado con sus dibujos a funcionarios de la Secretaría de Educación Pública, estos le ofrecieron una beca para estudiar dibujo y pintura en Francia. Gabriel la rechazó y prefirió que a cambio le dieran un empleo.
En 1932 Vargas se inició en el periodismo gráfico como ayudante de Ernesto García Cabral, uno de los más prestigiados caricaturistas de la época. Colaboró con caricaturas y tiras cómicas en la revista Jueves de Excélsior. Como historietista colaboró en la revista Chamaco de Ignacio Herrerías. Con dibujos de trazo realista realizó series como La vida de Jesús, Pancho Villa y Frank Piernas Muertas, esta última ambientada en la época de los gangsters de Chicago.
En 1942 ganó un concurso para ingresar a la revista Pepín, de José García Valseca. Pepín era tan popular como Chamaco y para entonces ambas se habían transformado en diarios, publicando historietas seriadas exclusivamente mexicanas. En Pepín, Vargas inició una de sus series mas importantes Los Superlocos (el nombre aludía a la serie Los Supersabios de la revista Chamaco), misma que realizó durante seis años consecutivos. El personaje principal era un abusivo, tramposo, vividor y simpático llamado Don Jilemón Metralla y Bomba.
En 1942 ganó un concurso para ingresar a la revista Pepín, de José García Valseca. Pepín era tan popular como Chamaco y para entonces ambas se habían transformado en diarios, publicando historietas seriadas exclusivamente mexicanas. En Pepín, Vargas inició una de sus series mas importantes Los Superlocos (el nombre aludía a la serie Los Supersabios de la revista Chamaco), misma que realizó durante seis años consecutivos. El personaje principal era un abusivo, tramposo, vividor y simpático llamado Don Jilemón Metralla y Bomba.
En 1948 Gabriel Vargas fue retado a realizar una historieta en la que el personaje fuera una mujer tan popular como Jilemón Metralla. El reto se convirtió en una apuesta de 10 mil pesos y así fue como de la noche a la mañana Los Superlocos desaparecieron de las páginas de Pepín; y en su lugar apareció El Señor Burrón o vida de Perro. Aquí nacen los personajes de La familia Burrón, Dona Borola Tacuche, una ex niña rica que se casa con Regino Burrón, un peluquero que es feliz con su trabajo; sus hijos, Regino chico, Macuca, y Foforito un niño que adoptan ya que su padre Don Susano Cantarranas -un borrachín mujeriego- no se puede hacer cargo de él.
En 1952, La Familia Burrón empieza a publicarse en su propio cómic con 34 páginas a todo color, presentada por Paquito (uno de los ex diarios de historietas de Garcia Valseca). La Familia Burrón retrata la sociedad mexicana de su tiempo, la vida de la vecindad en la gran urbe, la lucha de los pobres por salir adelante. Paulatinamente, Borola se va convirtiendo en una defensora de los derechos de las mujeres, llegando incluso a realizar acciones robinhoodescas como la de hurtar alimentos para distribuirlos entre los pobres.
Vargas crea un universo en el que el pueblo se ve retratado. En su más de medio centenar de personajes, recrea merolicos, alcohólicos, caciques, campesinos, raterillos, bailarinas de cabaret, generales, juniors, funcionarios, trinqueteros, niños y mucho más, rescatando también el florido lenguaje popular. Don Gabriel Vargas se enorgullece de jamás haber utilizado las “malas palabras” por el respeto que le tiene a la familia mexicana.
En 1952, La Familia Burrón empieza a publicarse en su propio cómic con 34 páginas a todo color, presentada por Paquito (uno de los ex diarios de historietas de Garcia Valseca). La Familia Burrón retrata la sociedad mexicana de su tiempo, la vida de la vecindad en la gran urbe, la lucha de los pobres por salir adelante. Paulatinamente, Borola se va convirtiendo en una defensora de los derechos de las mujeres, llegando incluso a realizar acciones robinhoodescas como la de hurtar alimentos para distribuirlos entre los pobres.
Vargas crea un universo en el que el pueblo se ve retratado. En su más de medio centenar de personajes, recrea merolicos, alcohólicos, caciques, campesinos, raterillos, bailarinas de cabaret, generales, juniors, funcionarios, trinqueteros, niños y mucho más, rescatando también el florido lenguaje popular. Don Gabriel Vargas se enorgullece de jamás haber utilizado las “malas palabras” por el respeto que le tiene a la familia mexicana.
La Familia Burrón, vista por el caricaturista Oscar Altamirano
Los personajes de la fantasía también tienen cabida en sus historias, desde extraterrestres y animales parlantes hasta brujas, diablos y vampiros. Estos últimos se horrorizan de lo mala que es la humanidad, pues cuanto se presentan entre ella son objeto de las más crueles humillaciones. La variedad de personajes e historias son para que “el amable lector no se aburra”.
En 1978, Gabriel Vargas funda su propia editorial y continúa publicando su historieta. En agosto de 2009 publicó su ultimo episodio, el numero 1.616. La familia Burrón también se ha publicado en 12 tomos encuadernados por la prestigiada Editorial Porrúa.
Descanse en paz el gran maestro de la historieta mexicana, Don Gabriel Vargas Bernal.
En 1978, Gabriel Vargas funda su propia editorial y continúa publicando su historieta. En agosto de 2009 publicó su ultimo episodio, el numero 1.616. La familia Burrón también se ha publicado en 12 tomos encuadernados por la prestigiada Editorial Porrúa.
Descanse en paz el gran maestro de la historieta mexicana, Don Gabriel Vargas Bernal.
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